Tres años del asesinato de Chocobar

Noche de siluetas

Hoy se cumplen tres años del asesinato de Marcela Chocobar, la joven trans de quien apenas se recuperó un cráneo y cuyo crimen sólo espera que le fijen fecha de juicio.

  • 06/09/2018 • 10:45
A Marcela Chocobar la mataron la mañana del 6 de septiembre de 2015
A Marcela Chocobar la mataron la mañana del 6 de septiembre de 2015

Por Sara Delgado

Mil noventa y cinco días es demasiado tiempo, pero es también el tiempo que Marcela Chocobar no tuvo y aun así es la clase de tiempo que sus hermanas habitaron pensando en cuándo llegará ese tiempo de bajar la guardia.

La semana pasada el defensor de uno de los detenidos por el travesticidio de Marcela presentó la documentación que faltaba, cerrando la etapa previa a que se conozca la fecha del juicio.

La última vez que vieron a Marcela con vida fue a la salida del boliche de calle Magallanes. Ahí estuvo con “Cindy”, otra piba trans con la que compartía el ejercicio de la prostitución. Marcela se divierte, baila y coquetea. Hacía poco se había puesto implantes en el pecho y se había hecho la nariz. Por eso celebraba el cuerpo que tenía adentro de un vestido negro ajustado y corto que mostraba sus piernas de bucaneras blancas.

Cerca de las 6 de la mañana Marcela se va y antes de la esquina se sube al Renault 9 rojo donde estaban Oscar Biott y Ángel Azolini.

Esa noche Ángel posteó en su Facebook “Noche de Siluetas”, en referencia a una escena de Los Simpsons en donde el director de la escuela primaria de Springfield se prepara para salir de juerga con su madre. En realidad, la escena es un sarcasmo para el “levante callejero”.

Festejaban el cumpleaños de Oscar y buscaban una chica para tener sexo. Antes, habían ido a jugar un pool, tomaron tequila y habían fumado marihuana.

“Me enteré que era travesti cuando vi las noticias en el diario. Nunca me di cuenta, era una mujer en pinta” le aclaró Ángel a la jueza Rosana Suárez, en un relato lleno de inconsistencias en el que aseguró que fue Oscar el que la mató porque no le quiso pagar por el servicio, y que él de eso no vio nada porque estaba durmiendo en la cabaña.

También dice que cerca del mediodía Oscar volvió a la casa y le contó que había matado a Marcela en un descampado, que pelearon y ella le tiró un piedrazo al parabrisas y entonces él se le tiró encima y le golpeó varias veces la cabeza contra el piso.

Sucede que la cabeza de Marcela no tenía nada, ni piel ni ojos, pero tampoco traumatismos.

Durante semanas, los investigadores intervinieron los teléfonos de Ángel y Oscar, después de que un equipo del Conicet analizara las imágenes de las cámaras de seguridad que reconstruyeron el trayecto del coche.

 “…Yo iba de acompañante y la mina se subió atrás…, ahora yo tengo que averiguar dónde mierda están las cosas de la mina, la documentación, todo el cuerpo, el otro hijo de puta se encargó, no sé qué mierda hizo en ese momento, hizo desaparecer todo…” se lee en la transcripción de un diálogo en el que Ángel charla con otra persona.

Oscar estuvo más de un año sin declarar pero finalmente decidió negarlo todo y decir que dejó a Marcela en el descampado, pero viva.

La ex de Oscar fue la que dijo que Marcela podría haber sido tirada a la Laguna Azul porque él tenía cierta fascinación por las aguas profundas y que alguna vez le comentó que ahí se podía “hacer desaparecer cualquier cosa”. Su testimonio es clave porque contó además que varias veces vio las habilidades de Oscar para “depostar” animales cuando vivían en El Chaltén.

Este es un dato llamativo porque todavía no se sabe cómo mataron a Marcela, pero sí el examen forense asegura que el que le cortó la cabeza fue “alguien con conocimiento en faena”.

El cráneo de Marcela apareció el 14 de septiembre y fue descubierto por un vecino que contó que durante al menos cuatro días había visto a una jauría de perros comiendo huesos en ese lugar, pero no hizo nada porque “creí que era una pata de vaca porque eran huesos grandes”.

También en ese lugar había un palo con un clavo en la punta que tenía sangre de Marcela, y su saco negro de paño estaba entre la tierra con ADN de Oscar y de otras dos personas, cerca de sus botas blancas y de su ropa interior.

La semana pasada, las hermanas de la joven trans denunciaron en la Seccional Primera de Río Gallegos que uno de los involucrados amenazó de muerte a una de ellas.

Se trata de Adrián F. que originalmente estuvo detenido por el crimen, aunque no se probó su participación y quedó libre.

Él era amigo de Ángel y Oscar, y aunque sabía que habían matado a Marcela, jamás alertó a las autoridades. En vez de eso, prefirió sugerirles que se fugaran.

Hoy, a tres años del travesticidio, las hermanas y la madre de Marcela continúan exigiendo que la Justicia cambie la carátula de homicidio simple y le ponga un agravante por la condición de género que defina el crimen de odio, algo que al menos no sucedió en la Instrucción.

Sin embargo, las esperanzas no se pierden, sobre todo después del precedente que marcó este año la condena por la muerte de Diana Sacayán, donde por primera vez un fallo incluyó la palabra travesticidio y habilitó una mirada con ojos puestos en derechos humanos que el Tribunal de la Primera Circunscripción debiera mantener abiertos.

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