Fe y COVID

Algo en que creer

Con fieles y detractores, la fe religiosa es un eslabón de la sociedad que expresa su discurso sobre la pandemia, que intenta llegar a través de los medios virtuales y pretende encontrar un camino de llegada con los más jóvenes, un sector más esquivo a los cultos y creencias tradicionales.  

  • 10/09/2020 • 11:37

Cuántas cosas se ponen en juego y cuántas verdades están a prueba en estos tiempos donde la pandemia por el COVID-19 determina la vida de las personas en todos sus ámbitos. Los miedos y temores, los escepticismos y sospechas son parte de un menú que se ofrece a través de medios y redes. Un manojo de ideas que atraviesan los pensamientos y generan planteamientos cruzados, determinan las posturas sobre las acciones, como también sobre las creencias. Por qué no sobre la fe, aquella que se predica a través de un culto religioso.  

Sobre este aspecto se quiso indagar para conocer si existe una crisis en las instituciones que profesan la creencia en un Dios y cómo es el desafío que se proponen en un momento crucial ante el refugio de muchos para apaciguar sus miedos, el cuestionamiento de quienes reprenden lo divino y esa conflictividad propia en una era tecnológica donde mucho recae en las redes sociales. ¿Todavía hay quienes creen?   

JUVENTUD DIVINO TESORO

El aumento de contagios por Coronavirus en Río Gallegos, como en muchas ciudades del mundo, derivó en la cuarentena y el aislamiento obligatorio. Cierre de comercios, parques e instituciones. Las iglesias de todo culto religioso formaron parte de esta medida.      

Las personas, las familias, debieron recluirse en sus casas y encontrar actividades para desempeñar puertas adentro, con un horario restringido para salidas de compras y caminatas. En los casos más privilegiados, la web -así como la televisión- proporcionó la diversión y la distención. Netflix también fue de los medios más elegidos. En la plataforma de películas y series, una historia sobre una Iglesia sirvió de puntapié para esta nota.

Se trata de “Algo en que creer”, una serie danesa que pone el foco en un obispo y su familia, la vida de un pastor luterano atravesada por las relaciones con su esposa e hijos, por el distanciamiento de su institución con la sociedad y diversas situaciones que ponen en jaque sus creencias. En la serie, se problematiza tanto los pecados de las personas, la muerte, peleas y traiciones, pero también las manifestaciones de espiritualidad en el occidente capitalista y a los jóvenes, un estrato cada vez más alejado de esos ritos tradicionales y ortodoxos. 

Y de esa realidad del aquí a la ficción del allá, surge una pregunta: ¿dónde están los jóvenes y dónde está la fe?

Nuestro medio dialogó con Miguel, quien se desempeña hace muchos años como Gedeón de la Iglesia Cristiana Evangélica en Río Gallegos, para preguntarle cómo trabaja la institución para llegar a los jóvenes y si es realmente posible.        

El acercamiento de los jóvenes a la iglesia a nivel general es lo más difícil que hay”, precisó y dio cuenta que “a los que predicamos, somos ganadores de almas o queremos acercar las almas a Cristo, nos cuesta más por una razón: que a los jóvenes los atrapa mucho las cosas banas del mundo en este tiempo que vivimos”. 

En este punto, Miguel puntualizó en las redes sociales, medios de comunicación, en el ´andar diario´, dejando en claro que “el joven adolescente se dedica más a vivir su adolescencia”.

Panorama diferente, entiende, sucede cuando un joven viene de una familia cristiana que de muy chico le han inculcado ciertos valores, como sucede en una familia católica apostólica romana. “Cuando vienen ya con estos valores desde niños es mucho más fácil que se acerquen a la iglesia”, afirmó.

Por otro lado están los ´no tan jóvenes´, quienes ya han dejado su adolescencia y dicen que “empiezan a ver las cosas de diferente forma”. “Ven lo que pasa en el mundo y se acercan a la iglesia, incluso por cosas que suceden en la casa”, agrega, como aquellos que han vivido en un hogar donde pasan hechos de violencia, de adicciones o falta de trabajo, entre algunos.

En esos casos, Miguel explica que “hay una serie de factores que marcan su juventud” y esas personas se “acercan a buscar respuestas, y esas respuestas las van obteniendo al tener conocimiento sobre la biblia y las cosas de Dios”.

Es un poco difícil que los jóvenes se acerquen por si solos a la iglesia”, da cuenta, pero aclara que, en ese sentido, se refiere a la iglesia como recinto, siendo que “los cristianos evangélicos creemos que la iglesia somos nosotros, porque la palabra lo dice: ´nosotros somos templo´”.

Más adelante, se sincera exponiendo que hay mucho trabajo que se debe hacer con los jóvenes y recuerda que hace 10 años atrás trabajó dentro de la iglesia con un grupo de jóvenes. “Empezamos 10 y terminamos con 50 a 60 jóvenes porque uno llevaba a otro, llevaba a su amigo”, indicó, aunque advirtió que el 50% eran jóvenes hijos de cristianos evangélicos. De ahí el vínculo.

Miguel cita un versículo dentro de un capítulo de la biblia, donde Isaías dice: “Mi palabra no volverá vacía” y explica que “la palabra se va a cumplir pura y exclusivamente del fin que Dios la envió”. “Al leer la palabra de Dios jóvenes empiezan a interiorizar y se acercan a una iglesia, a cualquiera que sea, pero se acercan”, sostiene.

Pandemia

Tal como se explicó anteriormente, la pandemia determinó la vida de las personas y estableció horarios y formas de trabajo habilitadas para llevarse adelante.

Miguel aclara que “quiso paralizar el trabajo que llevamos adelante los cristianos evangélicos, que es predicar la palabra de Dios”, al señalar que “se han cerrado iglesias en su totalidad”. Sin embargo, remarca que “eso no significa que se haya dejado de predicar la palabra”, porque han debido aggionarse a las plataformas virtuales para mantener el contacto por Zoom o Meet.

Según lo relata la gente se acerca ante el temor por lo que sucede en todo el mundo.

La gente llega a entender que este virus no perdona, que le pasa al rico, al pobre, al inteligente, que no sabe nada, al que se cuida y al que no se cuida también”, expresa.

En este contexto, pone en relieve que “la gente siempre busca un consuelo, un algo que los pueda guiar o esa forma de decir alguien nos está ayudando”. 

Se podrían cuestionar las creencias, tal y como lo expone la ficción danesa. Pero para Miguel sucede a la inversa. “Cuanto más pasan cosas, más miseria hay, pestilencias suceden, la gente se acerca más a la fe”, explica y va más allá: “Así sea por una pandemia catástrofe o una diversión, Dios va a cumplir su propósito que todos se salven, toda la humanidad, todo el mundo”.

Los creyentes como él sienten la preocupación y tienen los cuidados como cualquiera. Aunque también confían en su deber, ese de seguir predicando. “Somos ganadores de almas y es lo que tenemos que hacer”, subraya al señalar que “la gente se acerca más y busca mucho más de Dios, muchísimo más de Dios”. 

Todo se transforma

“No cambia la forma de hacer un culto, sino que nos adaptamos al momento que estamos viviendo”, advierte Miguel, para explicar que no es lo mismo el culto presencial que por plataformas virtuales.

No se pierden las cosas, sino que se amoldan a los tiempos que estamos viviendo, como ha cambiado todo, por supuesto que también ha cambiado la forma de predicar y acercarnos un poco más a la gente”, así lo entiende. 

Tratan de darle una vuelta de tuerca para encontrar variantes, alternativas y medios que les permitan seguir su mandato religioso.

Para cerrar la entrevista, Miguel manifiesta eso que se resume en el ´todo está escrito´, pero tiene sus palabras para decirlo: “Es imposible predicar sobre la prosperidad. Nosotros hablamos de un Dios vivo, que ama, que cura y que sana, pero somos conscientes que las cosas que suceden en el mundo suceden, como las enfermedades que existen y la pandemia.

Debe y tienen que existir porque están escritas en la biblia”.

Para él, como para quienes profesan su fe, existe algo divino que rige la vida de todos. Esa creencia, que tiene fieles y detractores, les da un sentido existencial a sus vidas.  

*La Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina, realizada en 2019 por el programa Sociedad, Cultura y Religión del Programa Sociedad, Cultura y Religión del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL, CONICET), es un aporte fundamental que -por tratarse de su segunda edición, la primera tuvo lugar en 2008- tiene el valor agregado de permitir observar cambios que tuvieron lugar durante la última década y advertir procesos en curso.

En tan sólo once años, la adscripción a la fe católica pasó de estar por encima de las tres cuartas partes de la población a ser un poco menos del 63 %. Mientras tanto, los sin religión se incrementaron de un 11,3 % a un 18,9 % y los evangélicos lo hicieron de un 9 % a un 15,3 %.

A nivel franja etaria, los resultados de la encuesta permiten ver que entre los más jóvenes el peso de los evangélicos y los sin religión es mayor y entre los más adultos el catolicismo conserva guarismos más altos. A nivel educativo, se observa que los evangélicos representan un porcentaje mayor entre los de menor nivel educativo -26,5 % entre los que no tienen estudios y 21,5 % en el grupo de los que cursaron el primario- y los sin religión, en cambio, entre los de mayor nivel de instrucción (27,2 % entre los que tienen un título universitario y 23,4 % del grupo de los que hicieron un terciario).

Fuente CONICET

 

*Gedeones Internacionales es una organización cristiana evangélica de hombres de negocio y profesionales dedicada a la distribución de copias de la Biblia en más de 100 idiomas y 204 países del mundo.

Dentro de esta asociación sin fines de lucro que se llama Gedeones, los miembros son quienes reparten el Nuevo testamento en hospitales y cárceles.

Además hacen mucho hincapié en las escuelas, porque allí es donde captan la atención de los jóvenes.