Relatos de vida

“Beatriz Harris”, repostera de corazón

“ Beatriz Harris ”, vecina de nuestra ciudad de Río Gallegos que, a sus 68 años, nos deja echar un vistazo en su vida, pasando por sus familiares pioneros, hasta su vida en la chacra y cómo fue creciendo de a poco para luego dedicar su vida a sus hijos y encontrar la dulce pasión de ser repostera y vivir de ello.

  • 07/07/2021 • 12:15
Beatriz Harris
Beatriz Harris

En la recorrida que realiza el móvil del Multimedio Tiempo, se encuentra en esta ocasión con la historia de Celia Beatriz Harris, vecina de la nuestra ciudad de Río Gallegos, que dedica su tiempo a trabajar de lo que le gusta y apasiona como lo es la repostería y panadería en casa, hoy a sus 68 años, trata de salir en adelante en medio de la pandemia con muchas o pocas ventas, pero sin embargo lo hace con una sonrisa sinigual, te mostramos su historia de vida:

 

Familia:

Betty como es conocida por todos sus vecinos, arranca este relato de vida contando un poco de todo, respecto a su familia, donde abuelos, jugados por el tiempo y el contexto socioeconómico de aquella época, se vieron esperanzados en buscar nuevas tierras, desde Vigo, provincia de Pontevedra, España, hacia la vieja Santa Cruz de Argentina, en específico Río Gallegos, pasando por las tierras trabajadas por parientes cercanos y la época vivida.

Mi familia pionera, donde arranco por ejemplo por mi abuelo de parte materna que es pionero y vivió en carne propia lo que fue “La Patagonia Rebelde” del año ´21, él trabajaba en ese entonces en una estancia, tuvo que esconderse durante un tiempo largo para evitar ser abatido por la gente de ese entonces, un periodo difícil para todas las familias pioneras de esos años, mi abuelo tuvo catorce hijos de los cuales once estaban vivos, que se fueron muriendo con el tiempo claramente. Después de haber trabajado tanto en estancias a mi abuelo le cedieron una tierra y allí consiguió un tambo para trabajar, en el camino hacia Río Chico, en una de las bajadas que se dirigen hacia Punta Arenas.

Yo nací allí y me crie en esa chacra, tíos y parientes nacieron en esa chacras y era algo que se repetía hasta hace un tiempo. Estancias cercanas como la de María Inés, eran el escenario de infancias, mi abuela por ejemplo trabajaba allí. Uno de mis tíos, se crio de igual forma en las chacras de mis abuelos y también lo considero pionero, pero en el ámbito aéreo, fue uno de los primeros pilotos del Aeroposta junto con Norberto Fernández y Eduardo Rodríguez.

Mi padre nacido y criado en La Pampa, su nombre era Jaime Alberto Harris, mi padre era un tipo ejemplar, se destacó como efectivo de la policía durante unos años y buscó desarrollarse al pasar de los años en el rubro de la gastronomía, habitualmente trabajaba como mozo, vivió un tiempo en Ushuaia con un restaurante a cargo. Los años pasaban y la vida igual, los costos fueron avanzando y llegó a trabajar en Río Gallegos, confiterías del recuerdo como la de Carreras, la confitería Díaz, El Pedrito, el viejo Mónaco, yo creo que de ahí vienen mis gustos hacia la cocina.

Mi madre nacida y criada en Río Gallegos, su nombre Celia Rodríguez, conocida como “La Flaca Rodríguez”, una mujer que se destacó por ser amorosa, trabajó durante muchos años como civil en la policía, sector administrativo y de allí pasó al Consejo de Educación.

Infancia:

Entre risas Betty comienza a mencionar por lo bajo a su abuelo, el señor Perfecto Rodríguez y recordando a su abuela María de los Remedios del Sagrado Corazón de Jesús Lara, pero para todos conocida como la abuela Remedios.

Si me preguntás de infancia, primero te voy a hablar de mi abuelo siempre, los mejores años de mi infancia eran en la chacra, la lechería del viejo tambo, y el campo. Mi abuelo fue uno de los primeros tambos, en repartir leche en Río Gallegos, tenía un Ford T, uno de esos camioncitos clásicos, donde yo lo acompañaba a todos lados a repartir. Cuando era pequeña, conocía a todos los clientes, esa era mi vida ideal de niña hasta mis siete años, donde luego falleció. La infancia es totalmente distinta a la actual, nos criábamos de otra manera, no había compu, teléfonos celulares, nada de nada, jugábamos afuera con todo, lluvia, nieve, viento, calor. Era otra la manera de vivir, si tenías que ir al cole, ibas caminando, porque vehículos no tenía casi nadie, era una vida sacrificada pero sin embargo era lindo para nosotros, en los barrios podías salir con tranquilidad y de seguro nada te iba a pasar, hoy no existe esto, nadie puede salir tranquilo.

Hija “única”:

Continuando al margen de lo que fue su infancia, Betty nos cuenta sus años en la ciudad, un ambiente hostil a veces pero dando batalla para no decaer en la vida codo a codo, madre e hija.
Mi madre tuvo que tomar las riendas para salir adelante, ella alquilaba una casita sencilla en la que vivía solamente yo con mi madre. Las jornadas arrancaban siempre bien temprano, siete de la mañana, me llevaba hasta su trabajo y yo cruzaba al frente, al Colegio María Auxiliadora, y al pasar el tiempo, mi madre decidió hacer algo hermoso, se había anotado en Sociales para cuidar chicos en nuestra casa.

Recuerdo muy bien a estas personitas que cuidamos durante un tiempo, Carlitos de dos años y María Elena, una nena de solo meses, ambos hermanitos, sus padres no podían cuidar de ellos porque estaban internados en el instituto del tórax.
Imagínate, yo solamente tenía 12 años y estaba feliz, hasta el día en el que se los llevaron, ese tiempo era especial, mi madre al estar trabajando durante gran parte de la jornada, yo me hacía cargo de ellos, con mi mochila volvía lo antes posible de la escuela y me ponía en marcha como una madre a atenderlos, los bañaba, cambiaba, les daba de comer y todo.

Dejar los estudios:

Un escenario que parece repetirse, situación económica débil, no llegar a fin de mes, pero una voluntad inquebrantable, en esta parte la vecina nos cuenta cómo empezó a trabajar para casa.

Yo solo completé mis estudios hasta el séptimo grado que había en esa época, de allí, me pasé a la escuela Ladvocat que estaba donde está ahora el actual conservatorio de música, hice primer año de secundaria dos veces y luego dejé de estudiar para poder ayudar a mi madre en la casa. Una decisión propia, para salir adelante en un momento complicado, las cosas que fui aprendiendo, lo hice trabajando y trabajando. Pasé por muchos rubros, trabajé por ejemplo en Casa Barbería, Argensur, trabajé en el supermercado Listo de cajera, trabajé para uno de los diarios de Río Gallegos para el sector administrativo, en todos esos lugares uno aprende, y con el tiempo deja experiencia y mucha sabiduría. La transición de independizarme no fue tan notable, ya que convivíamos juntas, y ya para cuando me casé, dejé de trabajar y dediqué mi 100% para mis hijos, dos hijos de mi primer matrimonio y dos hijas de mi segundo y actual matrimonio.

Repostería:

Como Betty encuentra la repostería y las oportunidades que esta le dieron.

Hace más de 20 años que dedico mis manos a la repostería, todo empieza por curiosidad, empecé primeramente comprando cosas para mis hijas, tortitas, masitas y demás. La curiosidad me fue llamando y comencé haciendo cosas yo directamente en la casa, para la familia, tortas, tartas, y así aumentando cada vez más y más. Esto viene como lo dije en un principio creo que por parte de mi padre, era fanático de hacer cosas dulces en la casa, su especialidad eran las famosas palmeritas, que le salían espectaculares, crocantes por fuera y blanditas por dentro, le gustaba la gastronomía. De mi familia, la única que apunta a la repostería es mi hija más chica y su hija igual. Como pasa a ser algo de hobby a algo que nos da unos pesos, es algo que nos pasa a todos creo yo, nunca nos alcanza lo que ganamos, entones hay que rebuscárselas para salir. Gracias a la repostería y particularmente a los alfajores de maicena que yo hago, un día me contacté con la dueña del hotel Esperanza que ella me los compraba para llevarlos para allá. Hace unos siete años me llamaba preguntando si quería trabajar allí y yo ciega totalmente le dije que sí, porque nosotros antes de eso, habíamos tenido una Traffic y hacíamos puerta a puerta a Calafate y cada vez que pasamos por ese hotel, yo quería trabajar allí, me gustaba el ambiente y el lugar bien de campo. Y ese octubre de 2014, nos fuimos a trabajar con mi marido durante al menos tres años, trabajándolo con una cantidad impresionante de clientes turistas a los dos días de haber llegado a trabajar. Mi familia fue cómplice a la hora de colaborar y trabajar, era la primera vez que yo lo hacía, hijas, suegros y unos cuantos más.

Alergia a la harina:

Soy alérgica a la harina, pero sin ella me muero, el polvillo de la harina me puede llegar a afectar muchísimo, tengo que tener harina para trabajar, soy fanática, mi marido a veces se enoja conmigo porque soy pesada de la harina, si no tengo harina, me pongo a hacer algo para comerlo en casa. Trabajar en repostería te tienta mucho, trabajo con facturitas, los palitos materitos, bizcochitos, panadería en general y la verdad que tienta mucho.

Pandemia:

Hubo días en los que no se podía vender absolutamente nada por el miedo que generaba este virus mortal, yo tenía mis ventas en algunos lugares como por ejemplo en una pollería, tengo mi clientela ya habitual que siempre me están comprando, sino vienen a casa, me llaman y así. Este año se vende mucho más que antes, pan casero, alfajores, bombones y donde mayor me vi afortunada fue para fechas específicas, San Valentín con los bombones rellenos y ahora para fechas patrias con mis famosos pastelitos del 9 de Julio.

El futuro:

Hoy en día, el que quiere hacer algo, ya sea de repostería o lo que fuese, lo aprende directamente por internet, cursos y tutoriales, hoy con mis 68 años puedo decirte que uso internet para seguir aprendiendo, me gustan los tutoriales de YouTube, siempre estoy aprendiendo algo nuevo. Constantemente le digo a mi marido que puedo hacer todo esto gracias a aprender día a día y aparte tengo las herramientas para hacer de todo, desde un bombón hasta un waffle. Hay algo nuevo todos los días, sobre todo ideas que es lo que abre una puerta nuevamente para futuros emprendimientos de mi repostería y la de otros, no hay que tenerle miedo, hay que simplemente animarse.

“Pastelitos” para el 9 de Julio:

Entre anécdotas e historias de chacras, Betty quiso compartir para esta fecha patria, una receta que es fiel para todo este invierno y para una fecha patria como lo fue aquel 9 de Julio de 1816.
Para un buen pastelito hay que hacer todo bien casero, e incluso la masa y hay que hojaldrarla, estirarla y ponerle manteca, no vale comprarla. Yo voy a compartir mi receta y es súper fácil, que con tres o cuatro pasadas ya está lista.

Ingredientes:

500 gr de Harina

100 gr de manteca derretida

Sal 1 cucharadita

250 cc de agua

Con eso preparás la masa, la dejás descansando tapada unos 10 minutos para que la harina tome todo lo líquido, luego se la estira bien finita, la pintás con manteca, le tirás harina espolvoreada y la enrollás como un arrollado, la aplastás un poco, la dejás reposando un rato más, repetís este procedimiento otras tres veces más y así la cortás al final.

Para el relleno recomiendo membrillo, dulce de batata o dulce de leche, pero sí o sí repostero, porque si le agregás el otro se liquida mucho y termina explotando.

El clásico relleno de membrillo, es así: Colocás en una olla el membrillo con un poco de agua y un chorrito de oporto, lo derretís bien y con una manga vas centrando un poco en cada pastel, si ponés un cuadrado de membrillo queda un ladrillo y no se termina de cocinar bien.

Para la cocción adecuada de los pastelitos, usas una freidora o con aceite bien caliente, un tip que agrego, es cocinar el pastelito con los pliegues boca abajo, luego arriba y así se cocina bien uniforme. Para finalizar se añade un almíbar suave sobre los pasteles y unas granas de colores o chocolate, eso ya a elección.