'Hacienda El Negral'

Made in Calafate

La Villa y el turismo encontraron a Pascale –de Bélgica- y Dante –de San Juan. La unión se vio materializada en lo que hoy es “Hacienda El Negral”. Dejaron de lado sus trabajos para dedicarse a la producción de dulces, licores e infusiones. Todo de calafate. Todo a pulmón.

  • 19/09/2019 • 14:23
El producto realizado por 'Hacienda El Negral'.
El producto realizado por 'Hacienda El Negral'.

Pascale Taillieu es de nacionalidad belga y llegó hace 21 años a El Calafate. Dante Mugnani, es sanjuanino e hizo lo propio en el 2006. Ambos, con el fin de trabajar en el turismo y así fue. Y fue mucho más que eso.

Él, conoció el lugar y decidió quedarse a vivir al ver el potencial que había y la cantidad de cosas que había para hacer y proyectar. Percibió que había mucha producción frutícola desaprovechada y notaba que la fruta se pudría en los árboles. Entonces, pensó en un emprendimiento de fabricación de dulces, u otra forma, para aprovechar todas esas frutas que se estaban echando a perder. 

Y así fue como una belga y un sanjuanino dieron inició a lo que hoy es Hacienda El Negral, la marca propia que se dedica a producir dulces de calafate, licores, infusiones y dulce de leche. Todo, a raíz de un proyecto presentado a una estancia y el rechazo del mismo, algo que no los venció y los llevó a trabajar en la casa que comparten ambos y a la actividad que hoy les da de comer día a día, y a la que le dedican su tiempo y esfuerzo.

Cuando se cierra una puerta, se abre otra
“Yo trabajaba en una empresa que hace turismo de estancia-aventura, en invierno y verano. Un año decidieron cerrar en invierno y como me quedaba sin trabajo entendí que era el momento de generar ingresos y lo hallé en el proyecto de avanzar en la producción de dulces”, comenzó relatando Dante. Dato no menor es que tenía cero conocimientos al respecto.

En marzo del 2013 recabó información. Lo que había para cosechar en aquel momento era rosa mosqueta y manzanas, por lo cual empezó a investigar en cuanto a hacer dulce de ambas cosas.  Compró frascos en Mercado Libre, de dos tamaños, y empezó a probar. A prueba y error, pero con el correr del tiempo iba mejorando. Llegó el momento de contratar un diseñador gráfico, encargado de hacer un logo y el diseño de las etiquetas.

¿El lugar? Ellos querían hacer una producción frutícola en la parte de un terreno que habían visto en una estancia, donde identificaron una porción pequeña que les podía servir para llevar adelante la producción de frutas finas y tener la fábrica ahí mismo. Pero no. Les presentaron un proyecto a los dueños y fue rechazado. 

No tenían el espacio, pero algo más importante surgió allí. El nombre “El Negral”. El terreno de la estancia tenía una comunidad muy grande de mata negra y era el comienzo del sueño.

16 horas por día
La producción de dulces que llevan adelante es siempre con frutas cosechadas en la Villa Turística, ya sea de producción en las chacras o silvestre. Empezaron de esa manera y después sumaron capacitaciones. Fueron al INTI en Buenos Aires, donde hicieron algunos cursos de producción de dulces y licores, además de encurtidos, de quesos, y dulce de leche, entre otros. No todo lleva adelante hasta el momento.

Iniciaron en casa con una producción muy artesanal, con la habilitación municipal que les permite vender sus productos en El Calafate. En un momento alquilaron un local comercial con el fin de instalar la fábrica, pero eran muchos los requisitos que les pedían para tener la habilitación nacional y con la crisis debieron dejar el lugar ya que no podían pagar el alquiler.

Dulce de calafate, dulce de leche y licores son sus creaciones. Lograron hacer una infusión de calafate. Separan la semilla y queda el pellejo. “Es muy trabajosa, lleva mucho tiempo y tiene poco resultado en cuanto a cantidad, pero tiene mucha demanda la infusión”, expresó Dante. 

Los dos trabajaban en turismo y en tiempos libres llevando adelante el proyecto, pero fue aumentando la demanda y el requerimiento de horas, entonces uno de los dos dejó de trabajar, hasta que ambos se abocaron full time a la producción. 

En temporada trabajan hasta 16 horas. Y hablando de números, llevan registro de la fruta que compran cada temporada para producir, sobre todo calafate que es la vedette de las ventas y la que mantiene el negocio. 

De calafate necesitan unos 3 mil kilos anuales, de los cuales este 2019 consiguieron 1800 kilos, entre cosecha propia –saliendo ellos mismos al campo- y comprando a los cosechadores. Como consiguieron menos de lo que estimaban se limitaron a los clientes que ya tienen y no a buscar nuevos, como así también decidieron envasar en frascos no muy grandes, excepto a los tres hoteles que lo compran.

Lo mejor, siempre, está por venir
“Nos va muy bien en temporada. No alcanzamos a estoquearnos, vendemos todo lo que elaboramos y prácticamente trabajamos al ritmo de los pedidos para poder cumplir la demanda y todo se vende”, manifestó, señalando que tienen muchas intenciones de seguir avanzando, no solo en cuanto a producción sino también poder equiparse con maquinaria que les facilite un poco el trabajo porque es todo muy manual, lo que hace que tengan una producción mínima.

Participan en todas las ferias que son invitados en pos de hacerse conocidos y sumar un peso más, ya que no tienen venta directa, sino que abastecen a comercios que ofrecen sus productos.

En invierno venden el 10 por ciento de lo que comercializado en temporada. “mayo y junio son épocas de vacas flacas para nosotros, tal es así que no nos alcanza la plata ni para cubrir los gastos, pero son dos meses, el resto del año es trabajo de muchas horas”, señaló.
“Se vende muy bien. En El Calafate luchamos contra la cantidad de productos que entran del norte de la Patagonia a precios muchos más bajos de los que nosotros podemos llegar a producir. Es decir, es muy difícil poder ingresar al mercado comercial local”, detalló Dante, marcando que ellos proveen a 4-5 comercios y tres hoteles “Hay mucha gente de afuera que busca lo que está hecho en el lugar”, y eso les favorece.

Tienen dos cocinas industriales, sin instalar, y el objetivo es lograr ponerlas a trabajar y con eso aumentarían la producción. El sueño de seguir creciendo está intacto, y no descartan en caso de tener que sumar un empleado.

“Sabemos el potencial que tiene El Calafate y nuestra actividad. Si pudiéramos equiparnos y lograr la habilitación nacional, teniendo un establecimiento apropiado para producir, sabemos que nos iría mucho mejor. Le ponemos tantas horas y tenemos tanta confianza en el futuro que, aunque nos cuesta un poquito, sabemos que vamos a crecer y todo va a cambiar”, concluyó el productor.

Para encontrarlos Chocolatería Casa Guerrero, locales en galería de La Aldea de los Gnomos; Ovejitas de la Patagonia; Hotel Rochester en su boutique; Los Álamos; Kosten Aike; Nativos; y Patagonia Queen en sus desayunos. 
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