Ley de etiquetado frontal

Conscientes de la malnutrición

Profesionales de la Nutrición en la provincia acompañan el proyecto que todavía se encuentra en debate en el Senado nacional respecto a la identificación de los ingredientes y valores nutricionales presentes en los productos que consumen las personas. Una ley que pretende mejorar la salud pública y concientizar sobre la buena alimentación. 

  • 26/05/2021 • 10:00
Una ley para el etiquetado frontal en los productos. 
Una ley para el etiquetado frontal en los productos. 

“Mate y café, harina y palmitos…” se transformó en una canción popular hace unos años por nombrar varios de los alimentos de una marca reconocida a nivel nacional. Quizás hoy, muchos de ellos son comprados por su precio, estética y sin reconocer su valor nutricional por parte del consumidor final. 

En octubre del 2020, el Senado de la Nación Argentina aprobó el proyecto de Ley de Promoción de la Alimentación Saludable, también conocido como Etiquetado Frontal, que capitaliza las experiencias y evidencias generadas a nivel nacional e internacional con relación a las advertencias, al perfil de nutrientes, al mejoramiento de los entornos alimentarios escolares y a la protección de la población infantil de la publicidad de productos no saludables.

En pos de mejorar la alimentación y la salud pública, prevenir enfermedades y hasta la muerte de muchas personas por sobrepeso, obesidad y malnutrición, es que diversos sectores de la salud impulsan su aprobación en la Cámara de Diputados.

Se trata de octógonos negros con la leyenda “Exceso en”, que se plasmará en los productos ofreciendo información directa y clara a la hora de elegir y comprar. Allí, quien compre el producto reconocerá los niveles de sodio, azúcares, grasas y calorías del mismo. Un paso hacia el derecho a saber lo que consumimos sin tener que revisar la letra chica detrás del paquete.

Nutricionistas de Santa Cruz

Hace casi un mes atrás, profesionales de la Asociación Santacruceña de Nutricionistas (ASdeN) llevaron adelante la entrega de folletería en la zona céntrica de Río Gallegos, para dar cuenta de esta ley que se debate aún hoy en la Cámara Baja.  

En este sentido y consultada por el Multimedio Tiempo, la Licenciada en Nutrición, Julieta Albrieu, advirtió que la Ley de Promoción de la Alimentación Saludable tiene como su primer contacto con los vecinos y vecinas de Río Gallegos en los productos comprados en Chile, que ya cuentan con su octógono referidos al contenido del producto alimenticio y bebidas que se compran. 

Dio cuenta que “a nivel nacional 7 de cada 10 adultos poseen sobrepeso y obesidad, que da riesgo de tener otras enfermedades como diabetes e hipertensión”. 

Por su parte, la Licenciada en Nutrición, Gabriela Fernández, expuso dos ejes en relación a esta ley: Por un lado, la resolución sobre la publicidad y el patrocinio de alimentos ultraprocesados; por otro, la protección en entornos escolares como herramienta para la salud pública. 

“Con información mucho más clara sobre nuestra alimentación y estrategias para proteger a los entornos escolares para disminuir el consumo de estos alimentos en las escuelas”, explicó la Lic. Fernández.

En tanto, al preguntarse: ¿Qué pasa en la Cámara de Diputados que no se ha aprobado esta iniciativa tan importante para la salud pública? La respuesta es clara, hay muchos intereses económicos de grandes empresas y multinacionales que presionan contra la aprobación de esta ley.

“Pedimos que prime el derecho al acceso a la información y la salud”, remarcó la Licenciada en Nutrición, para “seguir ganando derechos como consumidores y población”. 

Mientras tanto, las asociaciones de nutricionistas junto a la Federación Argentina de Graduados en Nutrición de todo el país siguen trabajando en simultáneo. “Entendemos que la población informada hace que seamos protagonistas en nuestro proceso de salud”, reafirmó la Lic. Fernández, quien puso en relieve que “en la región patagónica superamos ampliamente la medida nacional y quiere decir que nuestros índices son mayores respecto a sobrepeso y obesidad en niños y adultos”.  

En este contexto, las profesionales de la Nutrición entienden que “con este etiquetado tendríamos bien identificados los mismos y seríamos conscientes sobre lo que se está comiendo”.

 

Que alguien piense en los niños

La Licenciada en Nutrición, Diana Fernández Tapia reflexiona en TiempoSur respecto a los chicos en etapa escolar, donde observa un alto consumo de alimentos ultraprocesados en los kioscos.  

Golosinas, bebidas azucaradas, alimentos ricos en grasa, una gama de productos llamativos como los snacks, galletitas y gaseosas.

“El sedentarismo va en aumento y más se pronuncia con la pandemia”, explica la Licenciada, quien advierte que “es más caro un paquete de galletitas o snacks que un kilo de frutas”. 

Por esto, pone en consideración la importancia del proyecto de ley en Diputados, siendo que contempla en la currícula de los colegios que se hable de la nutrición. “Se trata de educar y hacerle saber a las personas que una alimentación saludable no es cara”, explica.  

Más tarde advierte un dato preocupante: Según la última encuesta nacional de nutrición y salud, Santa Cruz presentó una prevalencia de sobrepeso de un 15.2% mayor que la media nacional y se posiciona entre las primeras del país.

“El consumo de lo ultraprocesado viene de casa y la alimentación familiar, siendo que los alimentos nutricionales, frutas y verduras están en baja y la actividad física es mucho menor”, puso en relieve la profesional en Nutrición.  

Además, señala que la ley contempla, no solo el etiquetado, sino otras cosas como la regulación de los alimentos dirigido a niños y adolescentes y se prohíbe que se utilicen figuras públicas que aumentan más el consumo.  

A la nutricionista le preocupa que “se está dilatando bastante porque no han puesto una fecha de debate y peligra que se transforme en una resolución, así el proyecto no contemplaría todo lo que hoy contempla el mismo”.

“Queremos que la persona tenga el derecho a informarse y sepa lo que está consumiendo, eso no va a bajar las ventas ni el consumo, lo que puede ocurrir es que la gente elija otro alimento que aquellos ricos en grasas”, precisó Fernández Tapia.  

Promoción de Alimentación Saludable

Según lo manifiesta la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en su proyecto de Promoción de la Alimentación Saludable y la Agenda hacia el 2030, tiene como uno de los objetivos principales poner fin a todas las formas de malnutrición y reducir en un tercio la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles, presentando un enorme desafío para todos los países. Esto requiere enfrentar el problema con políticas regulatorias integradas y fortaleciendo las acciones intersectoriales.

En este sentido, advierten que los sistemas alimentarios actuales tienen repercusiones en la salud de las personas y en el ambiente. Los estados pueden incidir en la capacidad de los sistemas alimentarios para fomentar la salud nutricional y ser más sostenibles.

Una parte esencial para mejorar la alimentación y detener el crecimiento del problema requiere la reducción de la ingesta excesiva de azúcares libres, sodio, grasas totales y grasas saturadas que están presentes en los productos alimentarios y bebidas, y que no son identificados por las personas en el momento de adquirirlos para sí y para sus hijos. Esto último debido a que no cuentan con un sistema claro de advertencias en el frente de los envases a diferencia de cómo han avanzado otros países de la región.

 

ALIMENTOS ULTRAPROCESADOS

-Tienen más de cinco ingredientes

-Empaquetados y generados por la industria

-Tienen entre sus ingredientes principales: azúcar, harinas refinadas, grasas, colorantes y aditivos.

-Si los consumimos en exceso dan más riesgo a la salud

 

CONSEJOS

-Evitar en exceso los aderezos que no aportan nutrientes.

-Evitar consumir edulcorantes, azucares y sal en exceso.

-Evitar el consumo de saborizantes y productos químicos en los alimentos.

-Siempre mejor casero

-Advertencia ante alimentos que pueden ser elaborados con pocos ingredientes

-Tratar que nuestra alimentación tenga más cáscaras y menos envoltorios

 

La ingesta de productos no saludables es un problema de salud importante, con consecuencias negativas directas para el desarrollo en Argentina.

La obesidad, la presión arterial alta y la glucosa sanguínea elevada son los principales factores de riesgo derivados de la mala alimentación, responsables del 39% de todas las muertes en el país (es decir, casi 140 mil muertes anuales).

Las enfermedades crónicas no transmisibles relacionadas con la alimentación inadecuada contribuyen a gran parte de la carga de morbilidad en Argentina. El sobrepeso y la obesidad afectan al 13,6% de los niños y niñas con menos de 5 años, a más del 40% de los niños y niñas de entre 5 y 17 años, y al 70% de la población con 18 años o más. En la población adulta, el 34,6% presenta hipertensión arterial, 28,9% colesterol alto y 12,7% glucemia alta o diabetes.

Fuente UNICEF-PAO-OPS

 

Una parte esencial para mejorar la alimentación y detener el crecimiento del problema requiere la reducción de la ingesta excesiva de azúcares libres, sodio, grasas totales y grasas saturadas que están presentes en los productos alimentarios y bebidas, y que no son identificados por las personas en el momento de adquirirlos para sí y para sus hijos. Esto último debido a que no cuentan con un sistema claro de advertencias en el frente de los envases a diferencia de cómo han avanzado otros países de la región.

Varios países ya han puesto en marcha la adopción de políticas regulatorias, incluyendo la implementación de impuestos a productos alimentarios y bebidas no saludables, el etiquetado en la parte frontal del envase y la restricción de la comercialización de productos no saludables para niños y adolescentes, entre otras. La obesidad es un problema público y no individual; los gobiernos deben implementar políticas y programas destinados a proporcionar alimentos saludables y asequibles para todos.

Varios estudios realizados a nivel internacional han mostrado que la implementación del rotulado frontal es costo-efectivo, es decir, los ahorros al Estado derivados de su efecto positivo en la salud son mayores que los gastos en los que se incurren al implementarlo.