Medidas

La Madre de todas las Batallas

Analizamos economías de países-Estado, y observamos su situación inflacionaria, con raíces históricas, culturales, sociales y políticas. Desde allí ponemos el punto de mira en la situación argentina. Inflación en solución de continuidad. Control de precios. Concentración del mercado alimenticio. Costo de vida. Por Mariano Tagliotti. 

  • 31/10/2021 • 11:45
Precios cuidados
Precios cuidados

Ruanda es un país africano de pequeño tamaño (26.000 kilómetros cuadrados), donde conviven 12 millones de personas, (230 habitantes por kilómetro cuadrado). En la década del 90, sufrió uno de los peores genocidios de la historia de la humanidad (recomendamos la película Hotel Rwanda, donde podremos conocer la guerra entre comunidades Hutus y Tutsi). Su tejido social quedó devastado, y su economía, bueno, si se podía llamar economía, colapsada por la guerra, hambrunas, enfermedades, escasez. Hoy, en 2021, es la nación africana más segura, con una economía emergente, 6,4% de inflación anual y reduce drásticamente sus índices de pobreza. Antes de la Pandemia, venían creciendo a ritmo sostenido, con puntos altos como el 8 por ciento registrado en 2009.

Venezuela (916.000 kilómetros cuadrados y 28 millones de habitantes) es un país sudamericano que supo conocer una alternancia democrática de altísimos niveles de corrupción (Adecos de centro y Copeyanos de centro derecha) en donde la clase social privilegiada compraba el famoso “deme dos” en Miami, y la mayoría de la población vivía fuera de la “fiesta petrolera”, carente de infraestructura, sumida en un orden a la baja. El país de Bolívar era famoso en los 70 y 80 por sus Miss Universo, las exitosas novelas (culebrones de la tarde) y por un básquetbol de jerarquía. Mucha riqueza, en pocas manos.

De allí surge un Chávez, que, por carisma y razones históricas profundas, arrasa en elecciones abiertas luego de intentar llegar al poder por la vía armada. Anti imperialista, personalista, ata la suerte del país a la bonanza petrolera, fracasa en el intento de diversificar la economía, es un caudillo del siglo XXI que desarma estructuras oligárquicas donde la palabra insignia es “exprópiese”, trata de plasmar un Banco del Sur que contemple en sus financiamientos la agenda latinoamericana, para terminar, falleciendo joven, dejando al PSUV sin su figura, con el petróleo a la baja, y enfrentado al capital internacional. Resultado: tasas de inflación sólo registradas en catástrofes, de las climáticas y de las provocadas por el hombre (guerra). Desaparece la moneda del país, un Bolívar soberano reemplaza al original y se lanza una criptomoneda llamada Petro, atada al valor del crudo. Los productos básicos brillan por su ausencia, la economía se dolariza. La pobreza se dispara y el éxodo es una marea humana. Colectivos armados controlan la institucionalidad desafiada por fuerzas internas y externas. No alcanza el espacio de este envío para publicar la cantidad de ceros inflacionarios de los hermanos caribeños. Ahora bien, en el último tiempo, hay más productos de base y consumo inmediato, mayor oferta, y un sostén ruso y chino que más allá de la continuidad de Maduro, logra maquillar el desastre ya no económico, sino humanitario.

Zimbabue (14 millones de habitantes en 390.000 kilómetros cuadrados) es un Estado africano (ex Rhodesia, en homenaje a su conquistador Cecil Rhodes, británico). Un dictador, ex maestro y revolucionario, Robert Mugabe (fallecido en 2019), llevó al país a una inflación del 10.000 por ciento anual en sus últimos lustros de gobierno. Confiscación de empresas, sequía, éxodo de población. Pobreza del 70 por ciento. Limpieza étnica desde 1981 a 1984. Las granjas de los colonos blancos fueron otorgadas a la población originaria, que no tenía experiencia en el manejo de grandes extensiones de cultivo empresarial.

El Caso de Argentina

Vamos a tener una inflación anual en 2021 cercana al 50 por ciento. Macri la dejó en un récord de 55 por ciento anual en 2019. En la Pandemia nos guardamos, consumimos sólo alimentos. Volvimos a salir y explotó otra vez. Volaron por los aires todas las previsiones. Ningún oficialismo en la historia de la Humanidad gana elecciones con esos numeritos.

Devastador. Para planificar y un país que no puede planificar está condenada al ostracismo, ejecutar, invertir, consumir, ahorrar. Deja fuera del juego al 70 por ciento de la población.

En Argentina, empresas gigantescas de capitales extranjeros tienen una rentabilidad entre dos y tres veces mayor que en sus casas matrices (piensa en francés, tome autovía y acertará).

En Argentina, nueve de cada diez litros de leche los vende una sola empresa. Vamos de vuelta, nueve de cada diez litros de leche y ocho de cada diez paquetes de fideos los producen dos empresas. Una que apela a la serenidad y otra que recuerda Don Quijote luchando contra los Molinos de viento de la inflación.

Somos la economía 45 del planeta, pero en el podio del ranking de divisas en paraísos fiscales (400.000 millones de dólares de argentinos entre guaridas y cuevas, y además en la banca internacional).

Producimos alimentos para 450 millones de seres humanos, con altos niveles de proteína. Pero comemos mal, cada vez peor.

Se habla mucho de confianza, de seguridad jurídica. De reglas del juego. Pero Macri era pro empresario, un hombre de confianza para el capital, y terminó comprometiendo a la Argentina con el FMI y sin resolver la ecuación; más bien profundizándola. Menem contuvo casi una década el fenómeno, pero dejó sentada a la Nación en TNT y la bomba le explotó a De la Rúa en la cara. Néstor creció, a tasas chinas, en un ciclo virtuoso. Cristina tuvo un desempeño regular balanceado en el crecimiento del consumo y el acompañamiento del salario. El gobierno actual ha dado cuenta de la gravedad del problema, y mientras el cronista escribe, se despliega territorialmente acompañando la campaña de precios cuidados.

No tenemos moneda. Los controles de precios son medidas temporarias, imposibles de sostener en el tiempo. ¿Un gran pacto nacional, de una vez por todas?

En Estados Unidos, se despertó la inflación (5,4%), lo que, sumado a sus altas tasas de interés, prefiguran un escenario desalentador a futuro. Nuestro vecino, Bolivia, otrora el chiste de Latinoamérica, registra una estabilidad histórica en la materia sin precedentes. ¿Y si les preguntamos cómo hace?