Rubén Zárate

La toma del Capitolio

El sistema político mundial toma nota del mensaje que dejan estos días que conmocionan las instituciones de EEUU, sus consecuencias políticas van mucho más allá de la toma del Capitolio que apenas logró posponer un día la proclamación de Joe Biden como presidente electo.

  • 17/01/2021 • 13:43
La toma del Capitolio
La toma del Capitolio

El medio es el mensaje

Donald Trump es uno de los líderes mejor logrados por los cultores de la post verdad. Primero el negocio del entretenimiento televisivo basado en la lógica del broadcasting lo convirtió en un producto comercialmente rentable y luego un grupo de la derecha religiosa, mediante el uso deliberado e intensivo de la última generación de medios digitales basados en redes y la colaboración de los usuarios, lo instaló como líder de la principal potencia de occidente.

Las imágenes del Capitolio se multiplicaron en miles de cámaras y testimonios. Desde aquellas que parecen surgidas de guionistas de cine clase B hasta el asesinato en directo de una de las líderes de la movilización, integrante de las fuerzas armadas de USA, de 35 años, protagonista eficaz en tres guerras, originadas en otras tantas invasiones lideradas por gobiernos demócratas y republicanos.

Si para los medios estadounidenses el problema principal parece ser la toma del Capitolio movilizada de forma sediciosa e irracional por Trump, para el resto de los países el problema principal es cómo llegó ese lugar con capacidad para poner en riesgo el mundo; como denuncia Nancy Pelosi, la principal líder demócrata en el Congreso. 

La decisión empresarial de Twitter de cerrar de forma definitiva la cuenta de Trump no fue una acción solitaria, Facebook hizo lo mismo de forma inmediata. Además, se sumó Amazon impidiendo a la red Parler usar sus servidores mientras que Google y Apple sacaron la aplicación para que no sea bajada en alguno de sus sistemas operativos. Y no fueron los únicos casos.

Seguramente McLuhan cuando escribió “el medio es el mensaje” en su libro Understanding Media: The Extensions of Man no imaginó que una decisión concertada de las empresas que dominan el negocio masivo en Internet iba a eliminar de sus registros a un presidente en ejercicio de EEUU. Independientemente de lo malo que sea el presidente en este caso, es un mensaje corporativo explícito a toda la política mundial.

Democracias en la era de las criptomendas

No puede pasar desapercibido que, esta decisión que coloca toda la responsabilidad en una persona, pone en un segundo plano las denuncias que se multiplicaban sobre las consecuencias de los algoritmos de cada una de las empresas en la construcción de los sentidos sociales y sobre todo en el incremento de la conflictividad y la polarización política.

Tampoco deberían dejarse de lado las situaciones que ventilan los juicios a estas empresas en diversos países y que se originan en evidencias sobre la intervención directa en operaciones de inteligencia electoral usando indebidamente sus bases de datos en diversos países (incluido Argentina) o aquellas que impugnan la violación de normas que limitan posiciones dominantes de mercado o la constitución de monopolios y oligopolios en EEUU y la UE.

Ya no son tan invisibles los procesos tecnológicos que van constituyendo una barrera basada en novedosos cortafuegos geopolíticos o de mercado, diseñados para bloquear accesos prohibidos y permitir al mismo tiempo las comunicaciones autorizadas de acuerdo al interés de quienes controlan económicamente estas combinaciones de software y hardware.

Las crisis en las formas clásicas de la representación política parecen estar asociadas a una dimensión económica de base tecnológica que subyace como un gran iceberg en continua mutación. Esta nueva economía basada en el conocimiento y la tecnología se encuentra cada vez más en contradicción con las formas tradicionales que generaban riqueza, poder, prestigios y movilidad social.

Este fenómeno se potencia con la concentración extrema de la riqueza. El Global Wealth Report de Crédit Suisse afirma que en 2019 el 45% de la riqueza mundial estaba en manos del 1% más rico, mientras que el 90% de la población del planeta poseía menos del 20% de la riqueza disponible; para este análisis no es un dato menor que en EEUU vivan al 40% de los millonarios mundiales.

Mientras que los demócratas desde Bill Clinton en adelante jugaron su destino a la nueva economía tecnológica orientada por Silicon Valley facilitando el negocio financiero asociado e incluso renovando la teoría de la guerra tecnológica con Obama mediante el desarrollo de los drones; los republicanos se hicieron cargo de los territorios donde predominan las producciones más tradicionales, que tienden a perder poder, prestigio y riqueza.

Un solo dato ilustra la magnitud de estas transformaciones, mientras en 1990 las fábricas de Detroit empleaban 1.200.000 trabajadores, ya en 2014 para el mismo nivel de beneficios las empresas de Silicon Valley empleaban 10 veces menos y con una capitalización bursátil 30 veces superior.

Cuando se observa el perfil de los congresistas que siguen solidarios con Trump ante el nuevo intento de juicio político esto queda más claro. Son principalmente blancos millonarios, religiosos, provenientes de regiones con economías extractivas y agropecuarias, basados en altos ingresos por rentas, comerciantes analógicos y contratistas de obras; herederos además de una larga tradición del populismo religioso conservador, de fuerte participación familiar en todas las guerras que promovió EEUU desde 1945.

La paradoja, que ya no es patrimonio de EEUU, es que el 1% de millonarios es más heterogéneo y diverso que el otro 99% de la población. En su interior se destacan al menos cinco grandes sectores: los provenientes de la economía de la renta (herencias o rendimiento de un capital); la economía del talento (artistas y deportistas); los que fundan sus ingresos en comisiones basados en la capacidad de ciertos profesionales de quedarse con una parte de los fondos que manejan (ej. acreedores de países como Argentina); los que controlan la economía del beneficio de la innovación (Silicon Valley-Start up) y por último una masa de profesionales de altísimos ingresos en sectores nuevos de la economía que se diferencian con remuneraciones superiores de los que trabajan en los sectores tradicionales.

Cada uno de estos sectores hizo apuestas distintas en esta campaña que fue la mas costosa de la historia de EEUU. Sus perfiles refutan esa idea que es un conflicto entre pobres y ricos, al contrario, puede asegurarse que es una profunda confrontación entre los más ricos del mundo.

Una rápida observación a la punta más aguda de este iceberg que se ve como una amenaza al sector mas clásico de la economía puede dar una idea: El 3 de febrero, cuando se iniciaban las primarias en EEUU, el BITCOIN (BTC) cotizaba U$D 9.296,6; el 6 enero de 2021, cuando la manifestación tomó el Capitolio obturando la proclamación del presidente electo su valor ascendía a U$D 36.775,0. Durante el día 6 de enero, en que se producían los hechos que conmocionaban las instituciones de la democracia más antigua del mundo, la criptomoneda subía un 8,12%, generando nuevos millonarios.

La onda expansiva

Ya no solo es un problema de doble standard de la moral mediática, donde por un lado aplauden el ¨uso democrático¨ de las redes durante la ¨primavera árabe¨ o los movimientos pro ingleses de Hong Kong y por otro sancionan a Trump y sus seguidores.

Existe consenso que la democracia de Estados Unidos fue derivando en una oligarquía democrática donde el dinero se convirtió en el principal factor de acceso a la representación política. No debería extrañar entonces que, en sistemas políticos donde los equipos de recolección de fondos se han convertido en los principales artífices de los candidatos, los cambios drásticos en la economía afecten la estabilidad del poder.

Hay que tomar nota que el mundo esta subsumido en una nueva geometría muy variable del poder donde se ponen en juego tanto los aspectos de la economía emergente como los de la existencia cotidiana. La omnipresencia de las nuevas tecnologías y las redes en la vida de las personas es un dato que afecta todas las variables, estética, psicológica, cultural, moral, social, económica, etc., que además tienen un innegable impacto en los sistemas y las prácticas políticas.  

La onda expansiva es cada vez más visible en sus manifestaciones, pero no tanto en sus causas, lo que es seguro es que los análisis sobre estos sucesos en EEUU no pueden reducirse solo a la presunta irracionalidad de Trump.