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Murió Moisés Borowicz, sobreviviente del Holocausto

Tras la triste partida, la memoria misma permanece a su lado, de luto, porque perdió a su respetado aliado.

  • 07/07/2023 • 13:14

Falleció Moisés Borowicz, quien sobrevivió al horror del Holocausto. Su encierro en 7 campos de concentración nazis lo obligó a conocer el odio más profundo de la naturaleza humana. Tragó a golpes sórdidos el desprecio, la desidia y la miseria a la que sorprendentemente un individuo puede llegar. Enfrentó eso y un millar de espantos, como ser el posterior descreimiento. Fue un fiel luchador contra el olvido, relató su historia con todo de sí. Con palabras sabias y una mirada penetrante como pocas. Describió lo indescriptible, hasta agotar su aliento y extenuar sus huesos, hasta debilitar casi por completo su cuerpo. Ese cuerpo tatuado involuntariamente que todo lo pudo y que tanto aprendió a soportar. 

Moisés nació en un pequeño pueblo de Polonia, llamado Sokoly. Su familia estaba compuesta por sus padres -Nochim Borowicz y Chana Rachelsky- y sus dos hermanos-David y Yehuda Borowicz-. Tuvo una hermosa infancia hasta sus 12 años, cuando Alemania ocupó Polonia. Desde ese entonces vivió en condiciones infrahumanas, escondiéndose y escapándose de las garras del nazismo. Con su familia permanecieron en un pozo que ellos mismos cavaron en un bosque, hasta que fueron encontrados.

Los llevaron al ghetto de Byalistock, y luego a distintos campos de concentración y exterminio, entre ellos Majdanek, Mathausen, Plaszow y Ebensee. Sus padres fallecieron en el primero de los traslados, en Treblinka. El vagón en el que ambos viajaban -con mujeres, personas mayores y niños- fue desprendido del tren para provocar la muerte de quienes viajaban dentro. Y el horror era interminable. Su hermano David enfermó de tifus, su hermano Yehuda intentó escaparse de uno de los trenes y nunca más volvió a verlo. La soledad se tornó asfixiante.  

La muerte amenazó a Moisés innumerables veces, como cuando estuvo a punto de ser incluido en un grupo de personas debilitadas que luego fueron asesinadas, o como cuando un oficial nazi quiso dispararle por la espalda y le falló el arma. Pareciera que su misión era clara e indiscutible: transmitir la brutalidad inconmesurable de aquel entonces, con la total convicción de que sin conciencia hay altas probabilidades de que la historia vuelva a repetirse.