Voto pandémico

Un virus puso en vilo la salud mundial y una elección puso al desnudo las mezquindades de la política

Así como en todas las sociedades democráticas que han tenido procesos electorales en Pandemia, se han pronunciado con escaso apoyo a los oficialismos, Santa Cruz no pudo escaparse de ese fenómeno.

  • 16/09/2021 • 07:50
Gobernadora Alicia Kirchner.
Gobernadora Alicia Kirchner.

Nada es gratis. Aunque el viento sea parte de esta cultura, el impacto de las elecciones PASO voló algunas chapas, no de los techos precisamente, si no de quienes por momentos creen que con mostrar una cucarda alcanza.

Sonó un poco desconcertante el resultado para el oficialismo después del contundente apoyo obtenido en 2019.  Más de uno tenía el dedo en el corcho, pero ocuparse tanto de la interna cuando en la oferta electoral no había interna, fue el motivo de la obligada abstinencia.

La Gobernadora alguna vez señaló con gran acierto, que lo que se requería para evitar los contagios del COVID-19 era distanciamiento físico, no distanciamiento social. Esto que a alguien pudo sonarle como una cuestión semántica, hoy deberá releerlo, ya que lo que se produjo en estas elecciones, aquí, fue un distanciamiento social, en absoluto advertido a tiempo.

Los intríngulis palaciegos de la política funcionan como incentivo para la apatía social o peor, para el rechazo.

La decisión de Alicia Kirchner de pedir que sus funcionarios pusieran a disposición sus renuncias, sirvió de estandarte ante el país. Es necesario, sí, pero no suficiente.

Esta definición de la Gobernadora la ubica en el podio de la política nacional, con el enorme riesgo que eso significa. Ser ejemplo implica elevar la vara, para lo cual se achica el margen de error posible.

La parte obvia, que el gobierno debe hacer cambios si quiere modificar el resultado electoral en noviembre, nadie lo negará. Lo importante ahora será saber que ninguno se niegue a revisar su propia gestión y a admitir errores, así como aceptar que la desidia ha sido un signo en algunas carteras.

Más allá de la cuestión de nombres, para mejorar la cantidad de sufragios necesarios como para obtener las dos bancas pretendidas,  habrá que imponer o recuperar un modelo de gestión activo, sensible y eficiente.

La Gobernadora no sólo debe estar pensando en el 14 de noviembre sino en estos dos próximos años.

Imposible soslayar que desde el 2019 a la fecha la normalidad ha sido la excepción, pero también de eso se trata la política, de saber adecuarse a lo que la realidad va imponiendo. Y concebir que el deterioro que las crisis provocan, necesariamente la sociedad se lo factura a quienes gobiernan, más allá del origen de las mismas. Eso poco importa.

 

En el concierto nacional el panorama no es distinto. Después del vendaval de endeudamiento irresponsable de la gestión Macri, de las políticas neoliberales aplicadas sin sustento ni anestesia, como la propia disolución del Ministerio de Salud de la Nación, la Pandemia se ocupó de impedir la implementación de algunas acciones previstas para ir revirtiendo la situación. Sí, pero la propia gestión actual no supo exhibir las buenas medidas llevadas adelante a veces con gran pericia otra enfrentando mitos, y sí, en cambio, realizó gestos que sirvieron como suplementos dietarios para los brazos mediáticos de la oposición.

Regresando al Sur, en Santa Cruz, no son pocos los reclamos legítimos. Algunos más urgentes, otros más profundos.

En un año tan atípico y cruento, fue necesaria mayor generosidad (de gestión), porque no basta con una coordinación discreta entre las áreas. Hubiese sido oportuno bajar los niveles de vanidades no solo en áreas ministeriales sino de personajes en los entes del estado. Cuando todo debió funcionar como una orquesta, varios desentonaron y no consiguieron los aplausos de un público ávido de soluciones rápidas, más allá de las armonías o síncopas internas, que en nada le interesa a la platea.

Proliferan mensajes en redes sociales con quejas y críticas. Cuando los comentarios exceden en número a la vecindad, llegan a los medios y toman relieve, recién ahí algunos funcionarios, responsables de las áreas, acuden o analizan la situación. Demasiado tarde para lágrimas.

Referentes sociales, agremiaciones empresarias e, inclusive, militantes del propio espacio, vienen levantando la mano. Las demoras en las respuestas, sumadas a las imposibilidades que produce esta situación pandémica incrementa la irritabilidad y propicia ese desdén social que devela el ausentismo en las urnas. Cansancio de exageradas burocracias y del letargo en acciones que requieren soluciones inmediatas, son parte de la explicación de voto.

Dos demandas sensibles: Ayuda social, con la necesaria organicidad para paliar la situación económica y procurar mitigar los daños de la indómita inflación y los servicios de educación. No hizo falta denuncias ni protestas sociales. El mismo domingo de elecciones pudimos ser testigos. Edificios escolares en estado de inexplicable deterioro. Demasiados días sin presencia de alumnos ni docentes y a dos años de las elecciones anteriores. Nada puede justificar el deterioro observado. Más de un año en el que debieron ocuparse.

El botón de muestra. La noticia que inundó la redes: el gimnasio de la escuela República de Guatemala. Los empadronados que votaban ahí, debieron esperar sentados en un charco con dimensiones de lago.

Tal vez el resultado de las PASO y las renuncias en el escritorio de la Gobernadora sirvan para desactivar el Antón pirulero. Los intendentes, afines en su mayoría al Frente de Todos, cuentan en off lo que parece no dicen en los despachos. Que les cuesta demasiado que los escuchen. Ni recorrer pasillos ni invitar a los funcionarios a sus aldeas les resulta fácil, pero están siempre preparados y con tijera en mano por si hay alguna inauguración, ahí sí se hacen presentes.

Desde el sector gremial, otrora columna principal del movimiento, comparten los lamentos. Dicen que solo cuando se extreman los reclamos, con ruidosas protestas o dramáticas amenazas, son atendidos. Y ser atendido tampoco significa que vuelven con la solución o la respuesta apropiada.

Quién dijo que todo está perdido

Al revistar algunos números, hacer comparaciones (odiosas pero indispensables), se ve claramente que adonde hubo gestiones más cercanas al sentir de la comunidad, los resultados fueron un poco más esperanzadores.

El siempre apresurado diagnóstico después de una derrota muestra más índices inquisidores señalando culpables que un sereno y profundo análisis del qué y el porqué.

Aunque nada es definitivo, todo es verdad. Errores en la comunicación. Falta de empatía con sectores de la comunidad. Descoordinación en actos. La cercanía con algunos actores de papeles secundarios que solo son protagonistas a la hora de mostrar lo peor de sí –y para eso no hay vacuna- y también un escaso compromiso por más de un funcionario que sigue enamorado de su confortable sillón y su amable periódico que en nada lo incomoda.

A los candidatos poco podrán achacarles. Fueron el tándem más votado. Pero no es suficiente. Como tampoco es suficiente solo pedir la renuncia de todos y todas, y aceptar la de algunos y algunas.

Restan dos meses. Los próximos sesenta días servirán para consolidar convicciones, acompañando con acción las intenciones. Quizá esa sea la única manera de convocar a los muchos que no asistieron. Pero habrá que hacer las cosas de tal manera que esa convocatoria sea una suma y no otra resta.

 Aquello de Ortega y Gasset, ahora hay que traerlo al Sur. Santacruceños, a las cosas.