Entrevista

“Mi experiencia como mamá, mi deseo como ser humano”

Cuestiones que le interesan a la sociedad, tratadas con seriedad basadas en testimonios de vida. Sol Blanco (35), reside en Santa Cruz, es madre por partida doble (Martina de 7, Simón de 1) y dio a luz en pandemia y sin ella. Nos cuenta su visión de lo que debería ser el tránsito de toda mujer por una etapa tan maravillosa, y a veces, descuidada.

  • 03/01/2022 • 13:03

¿Están preparadas las estructuras de salud para cursar con enfoque empático?

Aun después de un año de haber dado la bienvenida al mundo, a la vida, a mi hijo Simón en pandemia, siento que debo ponerle un fin a este sentimiento que me invade, me angustia, me genera un nudo en la garganta con cada momento que recuerdo desde mi embarazo hasta su nacimiento.

La intención de escribir, de contar, es que esto se haga viral y se tome conciencia para que, en al menos una mujer embarazada, no se repita más el mal trato, el desamor, la falta de humanidad y empatía, que se esperan cuando vamos a dar a luz, de la forma que sea que el bebé y mamá lo elijan; entender el porqué del hecho de que como sociedad, mirando el sistema de salud, las estructuras públicas y privadas con las que contamos para pasar el proceso de estar embarazadas y dar a luz, no sean las ideales, las óptimas, las mejores. Que dichas estructuras sean anacrónicas, frías como el acero, de poca contención; que sigan significando una carga enorme de angustia para las madres, que difícilmente no se traspase al ser que se trae al mundo.

 

¿El maltrato se viste con diferentes ropas?

Un enfoque humano no implica que no podamos contar con los profesionales para sentirnos acompañadas, comprendidas, apoyadas y cuidadas, nosotras y la vida que llevamos en nuestros vientres. Es utópico pensar que en un futuro cercano cambie algo de todo lo mencionado, porque simplemente no está en nuestras manos, no es nuestro deber y trabajo, no es nuestra tarea como ciudadanos. Hay algo que, si está en nuestro derecho, en nuestro poder decir, en nuestra decisión, en nuestra opción y elección. Es NO PERMITIR ser maltratadas, abandonadas, menospreciadas e incomprendidas por algunos profesionales que no están capacitados para estar con mujeres vulnerables como las embarazadas.

Pues, si fuera así, no me hubiese tocado escuchar de un obstetra: “Nunca estuve embarazada, no sabría decirte”. Si todos los años que han estudiado, lo han hecho de manera consiente, sabiendo que traen vidas al mundo y que el cuerpo de una mujer cambia, se modifica, sufre muchos estados, cambios de ánimo, hormonales, emocionales, miedos, incertidumbre, etc… no debería decir: “Sos reaccionaria a las contracciones, las causas vos”.

 

La mujer pasa por etapas de mucha sensibilidad durante el embarazo y parto. ¿Hay que poner especial atención en cómo se le habla?

Si esta carrera y especialidad la han elegido con convicción, con amor, con vocación, con la intención de brindar servicio a través de la salud… no deberían decir: “Andá y hacé terapia”, “estás gorda”, “vas a cesárea porque el bebé es muy grande para tu cuerpo”. Si aquellos profesionales que forman parte del nacimiento de un bebé, tales como las parteras, pediatras, enfermeras… fueran capaces de vivir ese momento con amor, con dulzura, guiando, apoyando, respetando, informando, conteniendo, etc… darle la bienvenida al mundo aquí en la ciudad de Río Gallegos a una nueva personita no sería un sufrimiento, un padecimiento, una tristeza absoluta que nos deja el sabor profundamente agrio, cuando se termina la internación, de mirar hacia atrás y el recuerdo es de incertidumbre, miedo, llanto, tristeza, impotencia, dolor, angustia, padres que no pudieron estar juntos, bebés que estuvieron solos por más de 2 o 3 horas (mi Simón estuvo 6 horas sin nosotros).

No estaba preparada para un parto por vagina, acepté que mi forma de parir sea por cesárea, acepté que mi umbral de dolor es distinto al de otras, admiraré por siempre a las mujeres que pueden parir por parto vaginal, pero yo también parí, yo también pude hacerlo, junto a mis dos hijos.

 

La pandemia complicó todo. ¿Es excusa o una razón válida para una atención primaria “sobria y austera”?

Martina no nació en pandemia, y el desamor, la falta de empatía existió igual! Y hablo del año 2014, pensemos que por esa época no se hablaba de tantas cosas como a la fecha, no estaba en agenda un virus que devastó vidas y sociedades. ¡Pero tampoco es excusa! Estoy segura en 100% que no es la experiencia de toda mujer, como tampoco puedo decir que todos los médicos obstetras son iguales, porque eso sería faltar a la verdad. Lo que sucede es que en esta era, donde hablamos de partos respetados, donde hay una Ley que nos ampara, donde hay nuevos referentes como lo son las Doulas (una doula no es una matrona, tienen papeles distintos pero complementarios durante el parto. El papel de la doula está más relacionado con un acompañamiento espiritual, mientras la matrona realiza las funciones sanitarias necesarias durante el parto) y las puericultoras (la Puericultura tiene como objetivo optimizar los cuidados del niño en todos sus aspectos: físico, emocional, mental y espiritual desde su concepción, vida intrauterina, nacimiento y los primeros años de su primera infancia), donde hay información al alcance de nuestras manos, donde a través de las redes vemos que en el mismo país hay nacimientos súper amorosos, cuidados, en pandemia y no, nacimientos en donde vemos a un equipo reunido al lado de esa mamá y ese bebé, preparado para recibirlo, a veces hasta cantando y con música alegre, e incluso en un quirófano en medio de una cesárea, con el padre dándole la mano a su compañera, apoyándola, secando su transpiración, dando palabras de aliento, o simplemente callando.

 

¿Ese momento mágico es ideal vivirlo acompañada?

En pareja pueden sentir juntos el primer llanto de su hijo, ese que es un 50% de cada uno, ese que viene a completar el amor, a sumar, a enseñar, a volver todo un caos hormonal, caos de horarios y de experiencias que jamás terminarán.

Porque un hijo es para toda la vida, pero el nacimiento es una vez, lo vemos por única vez salir de nosotras, nos separamos por primera vez después de 9 meses de ser una solo entidad, de estar en unidad en todo el significado de la palabra. Ya no volveremos a tener esa panza, vamos a sentir un vacío, la vamos a extrañar, y a él lo vamos a querer proteger de todo y de todos, porque es lo único importante ahora y por siempre.

 

¿Qué les decís a las mujeres que estando embarazadas no la están pasando bien?

Mi humilde opinión, mi experiencia de vida, me lleva a tener como conclusión que las mujeres no deben permitir que las traten mal, que las dejen sufrir el dolor sola en una sala, la violencia está disfrazada de muchas formas, y el hecho de que la ejerza un médico no significa que pueda o que la dejemos pasar. La información juega un papel clave.

No hagas como yo que no lo comprendí, no lo registré, callé, no cambié de médico.

Tenemos derechos vigentes, que llevaron años de lucha. Hagámoslos respetar. E insisto, informarse para poder elegir y buscar el mejor camino.