Columna

Fotos y textos en campaña

Por Rubén Zárate. 

  • 15/08/2021 • 11:17
Rubén Zárate
Rubén Zárate

La campaña electoral va tomando forma ante una sociedad que aún no parece entusiasmarse con los temas emergentes. Mientras el Frente de Todos enfatiza una comunicación basada en argumentos que requiere de textos, Juntos por el Cambio retoma la centralidad de las imágenes con temas que tienden a despreciar los argumentos. En los bordes, una derecha urbana antisistema amenaza con sorprender, mientras la izquierda más tradicional titubea buscando consignas adecuadas a la etapa.

Fragilidad inducida y comunicación política

El escenario electoral no es sencillo esta vez. Está definido por una doble emergencia, la declarada por el Congreso Nacional en diciembre 2019 para dotar al Estado de recursos e instrumentos que permitan afrontar la situación económica y social generada entre 2015-2019 y la iniciada en marzo de 2020 por una pandemia que impacta gravemente en el mundo.

En este contexto el debate público promovido por los grandes medios de comunicación y aceptado por el sistema político hasta ahora, parece estar cada vez más lejos de la magnitud y profundidad de la información y el análisis que requieren los ciudadanos para decidir.

Sorpresivamente la foto que muestra un hecho doméstico ocurrido hace un año en la Residencia de Olivos, donde la familia presidencial realizaba un brindis de cumpleaños, cuando las normas de la cuarentena impedían estas actividades, ocupó el centro de la escena.

Ante el hecho, el presidente Alberto Fernández reconoció el error y pidió disculpas públicas. Esta situación que en cualquier país mediano hubiera concluido en un par de días con el comprensible reproche moral de la sociedad, lo han convertido en un tema excluyente que termina por opacar una agenda pública necesaria y urgente.

La centralidad que adoptó el tratamiento de la foto y el tiempo dedicado por los medios de comunicación más concentrados cuyos periodistas prometen que ¨mantendrán todo lo que puedan¨ su vigencia, es un indicador sobre la persistencia de una estructura de medios cada vez más incompatible con las exigencias de la democracia en esta etapa de crisis.

La memoria de decenas de tapas de diarios y cientos de horas televisión, repitiendo imágenes tan absurdas como las de las excavadoras en el sur del país buscando de forma frenética botines inexistentes, debe convertirse en aprendizaje e impedir que la clase política argentina vuelva a tropezar con la misma piedra.

La calidad institucional no solo no es mejor luego de esos procesos que involucraron medios, dirigentes, espías y actores del sistema judicial, sino que es peor. Las consecuencias aún afectan la capacidad de la política para afrontar los verdaderos desafíos de la sociedad, agudizados por esta doble emergencia que subordinan a la economía a pagar una deuda enorme y debilitan la capacidad de la sociedad para lograr su bienestar.   

La decisión de un grupo de legisladores de Juntos por Cambio de iniciar un juicio político a caballo de esta estrategia comunicacional no debería incorporarse al paisaje como algo inocuo que está en la naturaleza de una elección. La vocación deliberada de generar una crisis institucional es absolutamente desproporcionada al hecho mencionado y altamente irresponsable en un escenario como el actual.

Homo videns, democracia y libertad de expresión

Martín Becerra, investigador Conicet, viene sosteniendo que “la concentración (de medios) está reconocida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos como una amenaza a la libertad de expresión” porque ya está probado que ¨un medio con posición dominante es capaz de fijar las reglas de juego de toda la industria y que se vean afectados los medios más chicos”.

Esto no es una mera especulación académica en Argentina. El Monitoreo de la Propiedad de los Medios realizado por Reporteros Sin Fronteras y un equipo de investigadores argentinos muy sólido, presentado en 2019, indicó que ¨Ocho conglomerados mediáticos concentran el 60% de la audiencia nacional y sólo el Grupo Clarín capta el 25% del total¨, mientras que el Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos apenas alcanza el 1,65% del espacio total de la televisión.

Este estudio también generó una serie de indicadores de riesgo a la pluralidad de los medios. La conclusión principal es que ¨la pluralidad de voces está en riesgo alto por la concentración de audiencias: los cuatro principales propietarios de medios televisivos concentran casi el 60% del share en AMBA (área metropolitana Buenos Aires), el 53% de las audiencias de radio y en gráfica, el 74,18%¨.

Se suele polemizar sobre cómo impacta esto en las decisiones de la sociedad. Si bien no tiene por qué ser determinante en la construcción de la ciudadanía ya que ante cada situación esta puede hacer valer su capital cultural, la subjetividad y el pensamiento crítico, no puede desconocerse que esta concentración en la producción y difusión de contenidos es capaz de generar temas y sostenerlos por más tiempo de lo que el carácter de la noticia requiere.

Tampoco que al amparo de estos escenarios construidos artificialmente, operan fuerzas que no solo contienen a la oposición electoral, sino también a las que se asientan en conceptos que derivan en posiciones antisistema, de fuerte proyección autoritaria.

En tal sentido, en medio de una elección, no puede pasar desapercibido que esto define agendas y condiciona los debates públicos. No solo en el territorio en el que se radican los medios concentrados, sino en todas las provincias. En tal sentido el diseño de la campaña no puede estar disociado del modo central de confección de las listas.

El análisis de campañas electorales anteriores permite observar que, aún en las provincias más lejanas al AMBA, no siempre se logran instalar los temas pertinentes a esas sociedades por la debilidad de los medios locales. Esto genera que los dirigentes provinciales no solo compitan con sus pares, sino también con las agendas generadas en estos medios concentrados.

Todo indica que el territorio para Juntos por el Cambio lo define el poder concentrado de los medios, esta convicción los llevó a unificar su campaña en el AMBA de forma consistente con su perspectiva más centralista sobre el gobierno del país. Al contrario, el mismo fenómeno parece crear una debilidad en las expresiones políticas que promueven un federalismo más activo, como es el caso del Frente de Todos.

Giovani Sartori en 1997 en su texto ¨homo videns: la sociedad teledirigida¨ da algunas claves que siguen siendo vigentes; al respecto decía que "la televisión estimula, pero también, frente a estos progresos, hay una regresión fundamental: el empobrecimiento de la capacidad de entender.  La televisión produce imágenes y anula conceptos, y de este modo atrofia nuestra capacidad de abstracción y con ella toda nuestra capacidad de entender".

El sentido humanista de Sartori al realizar este llamado de atención sobre los nuevos peligros de ciertos usos de dispositivos específicos de la comunicación, parece haber sido tomado en un sentido inverso por la oposición es sus diseños de campaña. En tal sentido no se les puede negar eficacia dado lo funcional que les resulta la alta concentración de los medios de comunicación que se evidencia en la sincronización de frases, títulos, imágenes y zócalos replicados hasta el hartazgo.

La insistencia de los principales dirigentes del oficialismo nacional en sostener una línea de argumentos en la campaña, basados en textos y gráficos, presentados en medio de actos y exposiciones muy diversas, habla de una mayor vocación por construir conciencia sobre la crisis y favorecer vocaciones más transformadoras de estos escenarios de emergencia, pero es posible que sea necesario agregar otros aspectos de campaña que igualen la eficacia para competir en el espacio público, en las condiciones en las que efectivamente se da esta batalla electoral.

Democracia y bienes públicos

Por suerte, la existencia de internet, a diferencia de la televisión, crea un espacio en el que es posible promover construcciones más activas, privilegiando la interacción, la búsqueda de información e, incluso, la creación de contenido, de forma tal que atempera parcialmente esta situación, en particular porque es posible participar de un espacio en el que no solo se transmiten imágenes sino también texto escrito y datos concretos.

Hace unos días el presidente reiteró el compromiso de avanzar en la aplicación del DNU que declara servicio público a los servicios de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC). La decisión que se efectivizó a través de la publicación en el Boletín Oficial del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 690/2020, que aplica modificaciones a la Ley N°27.078 (conocida como “Ley Argentina Digital”) fue cuestionada por las empresas proveedoras del servicio, en especial las que participan de los grupos más concentrados de la comunicación.

El planteo que reafirma la idea de considerar a las empresas de telecomunicaciones como servicio esencial y llamar la atención sobre los aumentos de tarifas que generaron desconociendo los límites aprobados por ENACOM, es un avance correcto en plena campaña hacia la definición de un bien público en toda su dimensión.

Si bien las motivaciones de coyuntura están centradas en facilitar el acceso a internet de banda ancha a toda la sociedad para garantizar el derecho a la educación dando continuidad a las clases de manera virtual y promover la generación de nuevos empleos que aprovechen la digitalización de la economía, esta decisión va a tener también una gran importancia al mejorar la calidad democrática incrementado y consolidando los bienes públicos asociados a la libertad de expresión.