Especial

Enfermería y pandemia: Hacia un cuidado humanizado

Por Elizabeth Pintos y Patricia Gómez. 

  • 12/07/2020 • 09:29

Hoy el recurso humano en enfermería es crucial para cumplir las metas nacionales y mundiales en la salud. Su contribución es decisiva para la cobertura sanitaria universal frente a la pandemia, tanto desde su rol asistencial, como ocupando cargos centrales en la toma de decisiones.

Actualmente, la profesión goza del anhelado reconocimiento social, construyendo su espacio propio, alejado ya de su antiguo rol caritativo (Dubet). En este nuevo cambio de paradigma, se cuenta con el reconocimiento de los otros profesionales de la institución hospitalaria, de la sociedad toda y de la clase política que hoy se replantean un reconocimiento económico, frente a la importante función de CUIDAR, en esta pandemia.

Si bien esta profesión posee gran capacidad crítica, y pese a haber signos de progreso, su ejercicio se vive en un continuo desgaste, ya que se trabaja bajo una conducta de riesgo. El personal sigue siendo escaso, las horas de trabajo se prolongan, el estrés y el miedo ante la incertidumbre, en momentos como los que estamos atravesando, agobian… Todo lo cual conlleva a una reflexión (que ameritaría otro desarrollo) sobre el importante rol de la formación universitaria.

Al tiempo que se preparan para recepcionar la mayor demanda de internados por COVID-19, las enfermeras se plantean interrogantes y ponen en duda si su formación científica alcanza. ¿El personal de enfermería se encuentran suficientemente capacitado y protegido con las medidas de seguridad? ¿Se puede asegurar que su accionar no va a poner el riesgo la salud de los pacientes, de su familia y la propia salud? ¿Estamos preparados psicológicamente para seleccionar a quien se salva? ¿Habrá suficientes insumos para trabajar en esta pandemia? Son muchos los interrogantes que emergen con la pandemia y que buscan resolución en la vida cotidiana del personal de salud todo.

Pero además, y en este marco de incertidumbre, el profesional de enfermería no solo tiene a cargo el cuidado de los otros, sino su propio cuidado. Los establecimientos se encuentran en obra, cambiaron los escenarios de trabajo, ya no cuentan con los espacios que les eran familiares, hay un plan de construcción de un hospital adaptado a las necesidades y preparado para el peor de los casos. Las prioridades ya no son las mismas que en los “tiempos normales”, se suspendieron las cirugías programadas, se reprograman todos los escenarios para cada sector, las consultas médicas diarias hoy son banales, se transformaron en consultas telefónicas o virtuales. El contacto físico y humanizado se perdió. Los informes son telefónicos. El personal cumple la función de familiar, acompañando las 24 horas al paciente despojado de su familia y en el lecho de muerte.

Con el trastocamiento de las lógicas habituales de funcionamiento en las instituciones hospitalarias, se percibe el miedo y la angustia del inminente desborde. La idea de no poder cubrir la demanda de salud o de tener que elegir quiénes tienen prioridad en la atención, es angustiante.

Las circunstancias han dado lugar al fortalecimiento de un paradigma que en muchas instituciones venía emergiendo previo a la pandemia, en el cual prima el trabajo en equipo, la capacitación permanente y un sentido de unión hospitalaria. Los médicos y las enfermeras jefas fueron despojados de toda etiqueta y jerarquía. Cada uno de los actores es importante, en su rol. El miedo a morir no es ajeno a ninguna de las profesiones.

Es por ello que es probable y esperable que esta situación generada por la propagación del COVID-19 propicie la consolidación de un modelo de profesión más fortalecido y mejor posicionado. Menos dependiente de la hegemonía médica y con más fortaleza en el cuidado humanizado.

 

Lic. Elizabeth Pintos/ Lic. Patricia Gómez

Docentes Investigadoras UNPA-UASJ

GRUPO SUBJETIVIDAD Y PROCESOS SOCIALES - UASJ