Conociendo nuestra historia

El escritor de “El Principito” y su conexión aeronáutica con Río Gallegos

Antoine de Saint Exupéry estuvo quince meses en Argentina. En ese lapso llegó a la Patagonia y estuvo trabajando en Río Gallegos. Qué tareas realizó y cómo fueron esos días en la capital santacruceña.

  • 28/08/2021 • 09:00
Los aviones, su pasión.
Los aviones, su pasión.

Cuando era chico cualquier niño que empezara a cursar séptimo grado en la hoy desaparecida EGB tenía que leer obligatoriamente “El Principito”, del francés Antoine de Saint Exupéry. La historia relataba el encuentro de un aviador con un joven príncipe en un planeta lejano, lleno de enseñanzas sobre la vida y metáforas de las cuales se sigue aprendiendo al día de hoy. La obra que desarrolla temas como el amor, la amistad y la empatía va mostrando una relación dispar entre dos personajes a los que les cuesta entenderse pero conforme avanza la trama, pueden nutrirse el uno del otro. Y ahora volvemos un ratito al presente. En este suplemento hemos tocado temas como los barrios, la leyenda del castillo Rivera o cuestiones de la nostalgia como los videoclubs o las salas de arcade de Río Gallegos. Pero un colega, al leer este espacio los fines de semana, me preguntó: “¿Por qué no averiguás sobre el escritor de El Principito, que estuvo en Río Gallegos?” Y me llamó la atención que no conociera esa historia llena de aventura, trabajo y aeronáutica. Y la historia del escritor y aviador por su paso en Río Gallegos y en toda la Patagonia es vasta.  De hecho, todavía los aficionados a la aviación estudian la historia del escritor y recuerdan la importancia que tuvo la capital santacruceña no solamente para su pluma, sino también para el trazado de rutas aéreas a nivel nacional.

Trazó las rutas aéreas.

Volando alto

La vida de Antoine de Saint Exupéry estuvo marcada por la escritura y los aviones. Se puede notar al leer su obra –e incluso los nombres de ellas- que sentía una enorme pasión por la aeronáutica. Querría, quizás muy de chico, surcar los cielos no solo con la imaginación, sino hacerlo realmente arriba de un aeroplano. “El Aviador” (1926), “Vuelo Nocturno” (1931) o Piloto de Guerra (1942) ya demostraban cierto encanto de él hacia estas naves. En 1926 El Aviador, una nouvelle escrita por Exupéry, fue publicada en la prestigiosa revista literaria Le Navire d'Argent y fue contratado como piloto en una agencia privada, donde trabajó como jefe de estación aérea en el Sahara español, período durante el cual escribió su segunda novela, Correo del Sur, en 1929. Allí se desempeñó como Jefe de la Aeroplaza de Cap-Juby, escala en la línea Toulouse-Dakar, donde los aviones de la Compagnie Générale Aéropostale se detenían para reabastecerse de combustible. Sería uno de sus logros, el hecho de poder trabajar tan de cerca con los aviones y continuar con la escritura.

 

Uniendo Latinoamérica

El escritor llegó con este objetivo en mente en octubre del ´29 a Argentina: Empezar a organizar la filial latinoamericana de la Aeropostale para toda América Latina. Y acá es donde empieza la Patagonia a jugar un rol fundamental: Tenía que poner en marcha un ramal hasta Comodoro Rivadavia y luego ver la posibilidad de extenderlo hasta Río Gallegos. El relato detalla las historias de un piloto por Latinoamérica, desde Buenos Aires hasta la Patagonia. Muestra la rivalidad en ese entonces de los ferrocarriles con los vuelos de avión para el transporte. Parte de su viaje por Argentina le sirvió de inspiración para sus obras, siempre con los ojos puestos en el cielo.

Los primeros meses que estuvo en el país fueron compartidos con sus colegas y pilotos Henri Guillaumet y Jean Meñoz, siendo el primer piloto en sobrevolar el Océano Atlántico.

"Es encantador viajar, pero usted no sabe lo que se siente al ir a vivir a otro continente. Uno conserva la idea de volver y de reencontrar todo en su lugar, pero sabe que es imposible. Uno no quiere que la vida se apure tanto y que borre las huellas del pasado tan rápido", comentaba en una carta a un amigo.

 

Línea Sur

El 1º de noviembre de 1929 se llevó a cabo el vuelo inaugural de la primera extensión de la línea sur: Parte hacia Comodoro Rivadavia el primer correo oficial llegado esa mañana a Bahía Blanca desde Buenos Aires procedente de Europa, con Saint-Exupéry como piloto. El 31 de marzo de 1930, se inaugura el segundo tramo a la Patagonia con destino final la ciudad de Río Gallegos.

 

 

Saint Exupéry descubrió áreas inhóspitas del territorio que lo cautivaron: La Cordillera de los Andes, los bosques, la estepa, los valles y las costas patagónicas. Llegó hasta el Fin del Mundo en la provincia de Tierra de Fuego y unió las localidades de Bahía Blanca, Viedma, Trelew, Puerto San Julián, Comodoro Rivadavia, Puerto Deseado y Río Gallegos.

Su compañero Henri Guillaumet se perdió durante una tormenta en medio de la cordillera. Durante varios días, Exupéry sobrevoló la zona para encontrarlo. En estos viajes, el escritor le dedica una carta. Guillaumet apareció una semana después. Tierra de Hombres, su siguiente novela, incluiría aquella carta.

El 1 de Noviembre de 1929 partió en vuelo inaugural desde el aeródromo de Harding Green con rumbo final a Comodoro Rivadavia, previas escalas en Trelew y San Antonio Oeste, el avión piloteado por Antoine de Saint Exupéry. Este servicio fue prolongado en abril de 1930 hasta Río Gallegos, con escalas en Puerto Deseado, San Julián y Santa Cruz.

Las primeras aeronaves utilizadas en esta ruta fueron los monoplanos Laté 25 y 26, con motores Renault de 450 HP, con capacidad para 4 pasajeros y correo. En 1931 entraron en servicio los Laté 28, con motores Hispano Suiza de 500 HP, que podían transportar hasta 8 pasajeros.

Durante los primeros años de servicio la Aeroposta transportó en su ruta patagónica 904 pasajeros, 4.672 kilos de correspondencia y 6.586 aeropaquetes.

Las dificultades económicas por las que atravesaba la Compagnie Generale Aeropostale afectaron el desenvolvimiento de la Aeroposta, la que tuvo que suspender sus servicios en junio de 1931, aunque sólo hasta octubre de ese mismo año.

Poco a poco, Saint-Exupéry se va abriendo paso también en el mundo del periodismo. Su libro Vuelo Nocturno (1931) se vende bien. El diario Paris-Soir quiso contar con él para que el escritor viajase a Moscú como enviado especial para explicar cómo era la vida en la Unión Soviética. A Saint-Exupéry aquello no le interesaba especialmente, pero necesitaba el dinero y el periódico pagaba muy bien. También necesitaba un poco de acción: “Necesito ver a los hombres, los pueblos -le escribe a su esposa Consuelo- en su evolución. Me siento castrado cuando estoy en casa”.  Partió en abril de 1935 y publicó seis reportajes en los que su estilo periodístico quedó ya muy definido. No buscaba la máxima actualidad, sino, más bien, las historias, los personajes, los detalles. Más allá de lo esperable y convencional, narraba lo visto con un enfoque humanista. Y sus artículos fueron un éxito. Llegó a un gran número de lectores y, lo más importante, llegaron nuevos encargos. Mientras, el escritor comenzaba a sentir nostalgia de sus años de piloto y su tormentoso matrimonio con la salvadoreña Consuelo Suncín de Sandoval -la rosa del Principito- no pasaba por muy buenos momentos.

El Principito

El Principito fue escrito durante la estancia de veintisiete meses del escritor en Nueva York. El piloto, representaba al propio escritor; la Rosa, su esposa Consuelo; el zorro está inspirado en un zorro del desierto; el Principito, podría representar un Saint-Exupéry más joven o quizá el hijo del aviador Charles Lindbergh, vecino del escritor; los Baobabs, aquellos árboles que destrozan planetas únicamente con sus raíces, representaban el nazismo.

La obra fue publicada el 6 de abril de 1943 tanto en inglés como en francés, por una editorial estadounidense llamada Reynal & Hitchcock, lo curioso es que la editorial francesa Éditions Gallimard no pudo imprimir la obra hasta 1946 tras la ocupación nazi en París.

No fue hasta 1994 que se recuperaron partes de su avión. En el año 2008, un piloto alemán reconoció haber derribado el vehículo de Saint-Exupéry.

El 6 de abril de 1943 apareció su obra cumbre, El Principito, catalogada como una de las mejores creaciones literarias del siglo XX. No sólo fue traducida a 257 lenguas, sino que se realizaron adaptaciones teatrales y cinematográficas.

En 1975, un asteroide sería bautizado como 2578 Saint-Exupéry, en honor al escritor. En 1993, el descubrimiento de un nuevo asteroide acabó con el nombre de 46610 Bésixdouze, para honrar el asteroide B-612, lugar donde residía el Principito.

En enero de 2019, la librería portuguesa Lello puso en exposición una copia de la primera edición de "El Principito" firmada por el mismo Antoine de Saint-Exupéry y valuada en unos US$28.000.

 El Principito.