Perspectiva

El castigo de aparecer vivas

Dónde estaba, con quién y por qué, son preguntas más frecuentes que cómo y si necesita ayuda ante la aparición con vida de una mujer o adolescente que era intensamente buscada. TiempoSur dialogó con Romina Behrens sobre los imaginarios que se construyen en torno a este fenómeno social.

  • 31/05/2020 • 09:26
Comentario en una publicación sobre desaparición de una joven
Comentario en una publicación sobre desaparición de una joven

En los últimos dos días, se denunció la desaparición de dos jóvenes en Río Gallegos. Ambas, de 14 y 21 años respectivamente, aparecieron en menos de 24 horas, según pudo saber TiempoSur, en buen estado de salud. Las reacciones de “me divierte” ante la buena noticia de la finalización de la búsqueda de personas, la queja y los prejuicios se hicieron igual presentes en las redes sociales.

Indiferentemente de las circunstancias que lleven a una persona, sin importar su género, a ausentarse de su hogar y a su familia a la alerta policial, la ciudadanía cuenta con el derecho de recibir ayuda y protección.

Éste fue el punto del diálogo con el que la licenciada Romina Behrens identificó un imaginario que sobrevuela la desaparición de mujeres y adolescentes: El del castigo. La Presidenta de CONMUJER entiende que ningún comportamiento de ninguna identidad feminizada merece un final trágico. Explicó cuando desaparece una chica joven “todas estamos en alerta porque hay muchos casos que desencadenaron el primer #NiUnMenos que empezaron así”.

Entre el 2013 y 2015 asesinaron a Ángeles Rawson, Melina Romero, Lola Chomnalez y Chiara Páez, entre cientos de asesinatos, que hoy en cuarentena siguen sucediendo cada 32 horas en Argentina. Hace cinco años, los medios dejaron de hablar de crímenes pasionales, se instituyó la figura de la violencia de género y se gestó la primer marcha masiva que fue una bisagra a nivel social. “Si bien los femicidios no distinguen edades, hay porcentajes en las juventudes que demuestran una violencia que hay que atender”, destacó la docente universitaria.

En un análisis mediático, Romina destacó que se conocen muchos nombres, detalles e historias de mujeres cuyas vidas fueron arrancadas por la violencia machista, pero no de los hombres que las asesinaron. Explicó que son los femicidas quienes deberían sentarse en el banquillo de los acusados. 

Desde su perspectiva, cada caso que resulta un alivio, ante el regreso de una mujer o adolescente a su hogar, debería generar un abrazo de libertad y comunicación familiar o una oportunidad para hacerse más preguntas que implementen políticas públicas que le permitan hacer de su hogar un espacio seguro. Esto último considerando que el año pasado el 66% de los femicidios ocurrió dentro de los hogares de las víctimas. En cualquier caso, contención y perspectiva de género.

¿Qué pasa cuando no las matan?

La comunicadora feminista considera que hay construcciones de las miradas que son convenientes para que los hombres justifiquen su accionar violento y que las mujeres no encuadren en una “definición” de mujer que puede desaparecer y no regresar. La mayoría de los comentarios observados en los portales, asumen que las feminidades buscadas están ejerciendo su sexualidad.

“En los sectores medios y conservadores vemos una tendencia de que cuando una víctima es “buena” hay preocupación, pero cuando una mujer es autónoma, deseante y con derecho al placer, se cuestiona qué podemos hacer. Y así también las mujeres nos distanciamos, porque no queremos estar en ese lugar. Nos diferenciamos entre las decentes y las putas y eso tiene una línea de continuidad con la violencia”, lamentó.

La violencia sigue igual

La violencia mediática, simbólica o de división de tareas suele identificarse como micromachismo. Es violencia igual, que en su expresión más dolorosa concluye en femicidios. En Santa Cruz ninguna persona murió de Coronavirus, pero sí de machismo. El Observatorio de Femicidios en Argentina “Ariadna Marisel Zambrano”, que depende de La Casa del Encuentro contabilizó 57 femicidios entre el 20 de marzo y el 28 de mayo, entre ellos, Jésica Minaglia de Piedra Buena.