Polémica

Cómo fue el debate en el Congreso de la instalación de la base espacial china

A propósito de la polémica en ciernes en torno al centro logístico que se construirá con Estados Unidos en Tierra del Fuego, recordemos el tránsito legislativo que tuvo el acuerdo con el Gobierno de Xi Jinping.

  • 07/04/2024 • 10:34

Más allá del ruido que le mete a la cuestión bilateral con los Estados Unidos el coqueteo sistemático y mutuo de Javier Milei Donald Trump, la relidad es que el mandatario argentino mantiene una relación tan estrecha con ese país que ya de por sí minimiza las recordadas relaciones carnales que estableció Carlos Menem con Washington. Y tanta importancia le da el presidente de la Nación a la relación con Estados Unidos que esta semana se vio no una sino dos veces con la jefa del Comando Sur estadounidense, la general Laura Richardson.

La primera fue la más llamativa, pues Milei rompió los protocolos acudiendo él a ver a la visitante -y no al revés, como establecen los protocolos-, viajando 3.000 kilómetros para encontrarse con la militar norteamericana, siendo que el presidente argentino es bastante remiso a viajar al interior. Allí en Ushuaia anunció la construcción de una base naval conjunta en territorio fueguino. Lo presentó como “un gran centro logístico que constituirá el puerto de desarrollo más cercano a la Antártida y convertirá a nuestros países en la puerta de entrada al continente blanco”.

Rechazos de la oposición

Previsiblemente el anuncio generó la reacción de la oposición más dura. Entre otros, los senadores de Unión por la Patria cuestionaron lo que consideran una relación de “sumisión” con los Estados Unidos, mientras que otros directamente reclamaban la presencia del ministro de Defensa Luis Petri en el Congreso de la Nación para dar un informe sobre el tema.

Los senadores defendieron de paso la instalación de la estación espacial china construida en la provincia de Neuquén, que calificaron como “una decisión esencialmente soberana, que persigue fines estrictamente pacíficos y no de carácter militar”.

El tema viene a cuento pues las comparaciones entre una base y la otra serán moneda corriente en los próximos meses, y ya lo eran las instalaciones chinas en Neuquén desde que días pasados el embajador norteamericano Marc Stanley señaló al diario La Nación con respecto a los chinos: “Me sorprende que la Argentina permita que las fuerzas armadas chinas operen en Neuquén, en secreto, haciendo quién sabe qué. Tengo entendido que se trata de soldados del ejército chino que operan este telescopio espacial, no sé lo que hacen; creo que los argentinos tampoco lo saben, y deberían entender por qué los chinos están desplegados allí”.

El debate en el Congreso

Vale la pena entonces recordar que la instalación de la estación espacial china en Neuquén fue un tema que pasó por el Congreso de la Nación, aprobada con bastante debate durante la última parte de la gestión presidencial de Cristina Fernández de Kirchner. Veamos cómo.

En el Senado, el mayoritario Frente para la Victoria logró aprobar lo que se presentó como un convenio entre ambos gobiernos para la instalación de una estación de exploración lunar en la localidad neuquina de Bajada del Agrio. Fue el 17 de diciembre de 2015. El acuerdo marco de ocho artículos preveía una exención impositiva total por los 50 años que durará la concesión de tierras. Además se estableció que Argentina “no interrumpirá las actividades normales” que se realicen en la estación espacial y los empleados de China que trabajen en Neuquén se regirán bajo la legislación de Pekín.

En tanto, el Gobierno chino “mantendrá indemne a la Argentina de toda obligación que surgiere de reclamos de cualquier naturaleza”.

“Es una cesión de soberanía”, protestó durante el debate la puntana Liliana Negre (Peronismo Federal), advirtiendo que “se instalan por 50 años y la Argentina no puede entrar, controlar ni ver lo que está ocurriendo” en esa plataforma. Por el contrario, el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, Ruperto Godoy (FpV) indicó que “ha habido información muy clara” y que “no hay nada para ocultar”. Godoy explicó que la nueva estación espacial china servirá para “monitorear y hacer un seguimiento de los satélites que van a acceder a la luna”.

Además, argumentó que los chinos “pensaron en Argentina” porque era necesario “un lugar que les permita una mayor visibilidad para los satélites”. La polémica no concluyó ahí, y uno de los más enfáticos críticos fue durante esos días el senador nacional Fernando “Pino” Solanas (Proyecto Sur), que llegó a organizar una audiencia pública titulada “Acuerdos con China: impactos sobre el empleo, la industria y la soberanía del país”, un día antes de que concluyera el tratamiento exprés que le dio el kirchnerismo en Diputados.

“Los acuerdos con China son el resultado de un vergonzoso plan colonial que ata a la Argentina a un negociado tan antinacional que se transforma en la más grande entrega de soberanía que un gobierno jamás haya realizado. El kirchnerismo cierra su ciclo con una entrega que es una burla a todos los argentinos”, manifestó Solanas ese encuentro realizado en la Cámara alta.

Pese a las críticas, el proyecto se aprobó el 25 de febrero de 2015 en Diputados. Es decir, en sesiones extraordinarias. Consiguió 133 votos a favor, del Frente para la Victoria y sus aliados, mientras que la oposición sumó 108 votos. Entre ellos el de la entonces diputada Patricia Bullrich, quien hizo hincapié en que “China es una país en transición de un régimen autoritario” y que eso genera incertidumbre sobre la misión de la base espacial en Neuquén. “Los organismos espaciales de China son dirigidos por los militares”, aseguró.

Federico Pinedo, jefe del bloque Pro, fue también por ese lado al reclamar “que se reabra la negociación internacional para que no haya utilización militar”, sostuvo el jefe del bloque Unión Pro, Federico Pinedo, quien ante tales sospechas pidió reabrir la negociación con China. El jefe del bloque radical, Mario Negri, opinó que los convenios con China serían desventajosos para el país, al sostener que “el Gobierno está en un contexto de debilidad” por cuanto “los chinos vienen con capital, empresas y mano de obra china, y eso produce un obvio desequilibrio”.

Diputado de Unión Pro por entonces, Federico Sturzenegger atribuyó el acuerdo con China a las necesidades económicas del Gobierno de Cristina Kirchner. “No todos los días uno tiene la oportunidad de sentarse con el presidente de la segunda economía del mundo. Y en esa ocasión, en vez de buscar ampliar mercados, se buscó salvar el cepo, trocando swaps por adjudicación de obra pública”, razonó el economista. Y agregó: “Los chinos dicen que atrás de toda crisis hay una oportunidad; el problema es que acá la crisis la tenemos nosotros y la oportunidad se la damos a los chinos”. Mientras el diputado Claudio Lozano hablaba de “un cuento chino de mal gusto”, Martín Lousteau expresaba sus objeciones a un montón de cláusulas de los convenios, advirtiendo que la urgencia oficial “es porque el Gobierno necesita divisas”.

En defensa del acuerdo, el entonces presidente de la Comisión de Presupuesto, Roberto Feletti habló de “demasiado el colonialismo mental” de la oposición y disparó: “Los que reclamaban ausencia de relaciones internacionales y cuestionaban el proteccionismo, ahora viene la segunda economía del mundo y dicen: ‘ahora no nos gusta’”. Alertó también sobre “diputados que van muy seguido a la embajada estadounidense”, a quienes advirtió que “es un amor no correspondido, porque no somos complementarios, somos competidores y lo que Estados Unidos va a buscar siempre es que nos vaya lo peor posible”.

El miembro informante del oficialismo fue el diputado mendocino Guillermo Carmona, que defendió enérgicamente los acuerdos económicos con China, acusando a la oposición de utilizar el tema para “meter miedo por razones electorales”. En su discurso, el entonces presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores aseguró que los convenios “mejoran el acceso de divisas para mejorar en el corto plazo el desbalance comercial con China”, permiten “modernizar la industria argentina, incrementar su competencia y competitividad” así como el “volumen del valor agregado de las exportaciones argentinas” al país asiático.

Por otra parte, Carmona destacó las “cercanías” con China por su orientación “geopolítica”: nombró el su “histórico acompañamiento” en lo relativo a la causa Malvinas; las coincidencias por la conformación del Consejo de Seguridad de la ONU; y su “destacado protagonismo en la promoción de un régimen internacional en torno a la cuestión de la renegociación de deudas sobernas por parte de los Estados”. Nueve años más tarde, la de Guillermo Carmona es una de las voces más enfáticas contra el acuerdo con Estados Unidos que acaba de anunciar Milei. En la red social X, planteó que “el alineamiento automático de la política exterior implica asumir como propios a los intereses y prioridades estratégicas de potencias extranjeras. Significa en gran medida renunciar a una política exterior propia, con prioridades y objetivos alineados a los intereses nacionales”.

 

Fuente: Parlamentario.com