Columna

Bolsonaro lo hizo en 10 razones

Ignoró y minimizó el COVID-19; hoy su país sufre 2000 muertes promedio por día por la pandemia.

  • 07/03/2021 • 11:00
Jair Bolsonaro
Jair Bolsonaro

Brasil agoniza y su presidente no quiere lágrimas; a pesar de que cada 50 segundos muere una persona, el primer mandatario espetó en un mitín político que ‘’tenemos que enfrentar nuestros problemas, basta de mimimi (suavidad), necesitamos frescura o vamos a estar llorando, ¿hasta cuándo?’’, provocando la ira y la indignación en la nación continental asolada por la cepa de Coronavirus más letal conocida hasta la fecha (la de Manaos). Además, el abandono, la falta de recursos y planificación, pero sobre todo, la subestimación del virus, al cual calificó de ‘’leve gripecinha’’, tiene contra las cuerdas a un Brasil desconsolado, a pesar de las diatribas de Jair Bolsonaro. A continuación, 20 razones del abandono gubernamental y de la ‘’saudade’’ que domina al vecino más ilustre de Argentina. Crónica de un desastre anunciado.

 

1-El líder de la ultraderecha se colocó del lado del negacionismo desde el primer momento. La realidad es que nunca se tomó en serio la pandemia.

2-‘’Hay que dejar de ser un país de maricas’’, fue la brutal declaración de principios del presidente brasilero días atrás. Pero su país agoniza, el ritmo de vacunación es lento y las dosis escasas.

3-Brasil empezó a vacunar el 18 de enero, cuando más de 50 países ya lo estaban haciendo.

4-A la velocidad actual se calcula que en cuatro años lograrán inmunizar al total de su población.

5-Lo que sí hizo Bolsonaro en este tiempo (en especial este último año) fue diseñar un gobierno a su gusto, imagen y semejanza: El ex capitán del ejército ha colocado a miembros de las Fuerzas Armadas en puestos de responsabilidad del ejecutivo brasileño.

6-Ha logrado más control militar pero menos vacunas, mascarillas, distancia de seguridad y restricciones contra el COVID-19 EN UN PAÍS DONDE LA PANDEMIA SIGUE FUERA DE CONTROL.

7-En 2020, Estados Unidos y el Reino Unido estaban, junto a Brasil, entre los países con peores resultados con relación al COVID-19. Hoy, con el demócrata Joe Biden en la presidencia, Estados Unidos da señales de que pronto dejará esta posición y el Reino Unido del derechista Boris Johnson da ejemplo en la campaña de vacunación, con un número de muertes que desciende día a día.

8- Brasil se aísla en el horror del COVID-19, como contraejemplo y paria global. Los datos de la Organización Mundial de la Salud muestran que, mientras la media de muertes en el mundo retrocede un 6%, en Brasil crece un 11%. Esta consecuencia es más visible. Al fin y al cabo, en este crimen hay cuerpos, en este momento una cantidad suficiente para poblar de cadáveres una ciudad de tamaño medio. Y la media actual ya ha llegado a 1300 muertes al día.

9-En una carta pública, el Consejo Nacional de Secretarios de Sanidad ha exigido esta semana que se determine un toque de queda para todo el territorio brasileño y el cierre de bares y playas, entre otras medidas. Los secretarios han afirmado que el país está viviendo el peor momento de la pandemia y han exigido una “gestión nacional unificada y coherente”.

10-Bolsonaro se niega. Porque sí que hay una gestión y sus actos se centran en propagar el virus. Este es el error de quienes creen que hay que convencer a Bolsonaro para que lidere un pacto nacional por la vida. Ya ejecuta un pacto nacional, pero por la muerte, y no estoy usando una metáfora. Ya ha hecho varias declaraciones públicas y explícitas en las que ha dicho que la gente deje de ser “marica”, que, al fin y al cabo, “es normal que haya muertes”, “todos moriremos algún día” y “sigamos adelante”. Por eso, incluso en el peor momento de la pandemia, el presidente se mantiene fiel y dedicado a su política, fomentando que haya aglomeraciones y se abra el comercio, y atacando el uso de mascarillas.

 

Conclusión

Ante la abundancia de pruebas sobre la política de propagación del virus, hay que mirar con atención a los que siguen apoyando a Bolsonaro, en público o entre bastidores. Las razones para la mala fe son varias, dependiendo del individuo y del grupo. Una parte de esa entidad que llaman “mercado” sigue creyendo que Bolsonaro podrá seguir haciendo las “reformas” neoliberales que desea que se hagan. Una parte de lo que llaman “agroindustria” apuesta por la destrucción de la Amazonia para aumentar el stock de tierras para especular y ampliar la frontera agropecuaria. Lo mismo vale para la extracción minera.

Aunque algunos ya se han echado atrás por el creciente impacto de la deforestación en el rechazo de los productos brasileños en Europa, otros están esperando a que Bolsonaro avance con más fechorías antes de retirarle su apoyo, se dé esto a luz del día o en las sombras. Solo entonces se indignarán al descubrir de repente la intención de Bolsonaro de debilitar la legislación medioambiental y permitir la explotación predatoria de las tierras indígenas. En algún momento, estas cándidas criaturas del mercado le retirarán su apoyo disgustadas, en entrevistas ponderadas y salpicadas de jerga económica en la prensa liberal. Después de todo, ¿cómo podrían estos inocentes imaginar que Bolsonaro no era un estadista, precisamente Bolsonaro, un hombre tan elegante y comedido? Algunos todavía tienen algo que ganar con Bolsonaro y el ministro de Economía Paulo Guedes y no importa cuántos mueran, mientras los entierros no sean de su familia o de su selecto club de amigos.