Riogalleguense en Misiones

Arte con fierros

Nelson cambió de provincia. Dejó Santa Cruz para radicarse en Misiones, provincia del norte argentino, en donde descubrió su nueva vocación: Ser escultor. Los peculiares materiales que utiliza para crear sus obras.

  • 15/09/2021 • 12:30
Nelson Carlos Muñoz. (Foto: Marcelo Rodríguez)
Nelson Carlos Muñoz. (Foto: Marcelo Rodríguez)

Nelson Carlos Muñoz tiene 53 años y reside en Garupá, Misiones. Llegó al norte argentino desde Río Gallegos hace 15 años para tener una nueva vida junto a sus hijos. Su jubilación lo llevó a repensar qué hacer con su tiempo libre, por lo que se preguntó muchas veces por qué no incursionar en la escultura.

En un primer momento, crear piezas de arte no fue por lo que se inclinó pese a que esa idea rondaba su cabeza. Como es una zona en la que el clima es muy noble, es habitual el uso de motos. Él notó esta gran demanda y empezó a crearlas. En diálogo con medio El Territorio, Nelson expuso que a su hijo le gustaron mucho y lo empezó a incentivar para que las venda. Confesó que esta idea lo avergonzaba, pero se lanzó.   

Buscó lugares para mostrarlas, pero no lo consiguió y el negocio no se encaminó. Lejos de desmotivarse, utilizó la calle para mostrase. Allí, en plena vía pública, comenzó a tener un contacto más estrecho con el vecino y las felicitaciones que recibía a diario le devolvieron su motivación primaria.

Afirmando que siempre le gustó el arte, mencionó que cada vez que pudo incursionó en eso. Es más, rememoró cuando en Pico Truncado trabajó como asistente del escultor Carlos Regazzoni, con quien entabló una amistad luego: “Yo trabajé con él hace años ayudando a armar los dinosaurios y ahí me quedó la espinita”, dijo.

De oficio mecánico, trabajaba arreglando motores en una empresa petrolera, fue entonces cuando conoció al famoso escultor de la Patagonia, que llegó a tener un castillo en Francia, que vendía sus obras en Europa y tenía su atelier y un restaurante atípico en galpones del ferrocarril en Retiro. “Él venía al taller de la empresa petrolera a retirar el material que se desecha para usarlo en sus obras. Ahí lo conocí, nos hicimos amigos y yo me ofrecí para ayudarlo”, rememora. “Era una persona muy humilde. Algún día te voy a copiar le decía y él me respondía ‘tenés que aprender porque yo no voy a estar para siempre’”.

Él recorre buscando chatarra para crear cuando sus hijos van a la escuela: “Voy mirando y le ofrezco a la gente limpiar el patio. A cambio me quedo con los “fierros” y les tiro la basura”, “o voy y me ofrezco: Le limpio el taller y me quedo con lo que a mí me sirve”. A lo largo del tiempo se hizo conocido al punto que ahora ya le acercan el material. “Algunos chicos me traen y yo les regalo motos, muñequitos”.

 

En un principio fueron las motos, luego vinieron camiones a escala. Con el hacer fue midiendo sus propias posibilidades, acrecentando su confianza para lograr esculturas más grandes y con mejor línea. Así, del cúmulo de chatarra, desechos y virutas alumbraron yaguaretés, caimanes, perros, tucanes, escenas de gente tocando guitarra, de un partido de fútbol, veladores, relojes.

Su fuente de inspiración está en el cine o la televisión, pero por la forma como lo cuenta, la más importante viene del deseo infantil: “Los chicos del barrio me dicen ‘por qué no hace un robot’, por ejemplo, y entonces yo busco información, observo y en un momento dado tengo la imagen en la mente y veo los elementos con los que puedo armar la escultura. Recurro a los chatarreros como les dicen acá. Algunos que ya me conocen me dicen ´llevá nomás lo que necesites´ y me llevo lo justo y necesario porque como yo alquilo no puedo estar llenando de chatarra. Me tomo unos mates, fumo, cierro los ojos y voy pensando: Necesito un tanque, para el pecho unas cubiertas, los brazos, unos amortiguadores, un carter. Todo es reciclado. No me gusta comprar material. Lo único que compro es pintura para darle vida, color”, explicó.

“Mis precios no son elevados, la cosa es que compartan el arte y vean que con cosas simples pueden hacerse cosas bellas, darle vida”, resumió.