Producción

Delicia artesanal para un paladar frío

Trajeron la idea de Brasil y muy pronto la pusieron en práctica en El Calafate. Una paleta de diferentes gustos, una mezcla de sabores y dulzura fresca para grandes y chicos. Las Picoletas y ese “volver al primer amor”, un producto que al cliente lo enamora a primera vista.

  • 12/02/2019 • 09:44

Cuando Fernando y Cintia viajaron con sus hijas a Brasil hace dos años, no imaginaron que volvería encantados por un alimento que les cambiaría su vida. Es que Fernando es bombero aeroportuario de la Policía Federal en El Calafate. Mientras que Cintia, dedica sus labores a su trabajo como profesora de Inglés. Él recuerda que en las playas brasileñas se reencontró con un “primer amor”: la heladería. Es que en sus primeros trabajos, siendo un adolescente, Fernando trabajó en dos heladerías muy reconocidas en Lanús Este (Buenos Aires). Sin embargo, esto se trataba de otra cosa, ya que no era solo buscar proveedores y vender helados de distintas marcas. En este caso, pensaron en poner manos a la obra y elaborar su propio producto.

Picolé, como se las conoce en Brasil, son paletas de helados de crema y frutales, bien naturales y con diferentes sabores entremezclados. Palta, frambuesa, mouse de maracuyá, mouse de limón, piña, albahaca, son algunos productos que utilizan en la elaboración de este postre.

Maravillados, Fernando y Cintia decidieron indagar en el rubro. De esta forma, dieron su primer contacto con Diego, de Buenos Aires, un muchacho que vendía una máquina para hacer las paletas, aquella donde van los moldes que luego se enfrían. “Sacamos un crédito y nos la jugamos", recuerda a NOS Fernando Sienfield, siendo que le pagaron el avión y hospedaje a Diego para les diera un curso y, además, les compraron las recetas. Así fue como comenzaron a imaginarse las “Picoletas”, un nombre que surgió de mezclar Picolé (Brasil) con paletas. 

Sabor sabrosón

Hace un año y medio que comenzaron con la producción propia en El Calafate. Cintia, su esposa, es la maestra heladera junto a otra chica que ayuda en la fabricación. En total son 6, sumando a las tres personas en el local comercial y él, que se encarga de la compra de los insumos, distribución y negociar los acuerdos con distribuidoras.

Al día de hoy, cuentan con dos bocas de expendio y tienen freezer con el producto en varios comercios y restaurantes de El Calafate: en cinco para ser más exactos. Al que hay que sumarle un comercio de pastas que hace poco se sumó a vender las paletas en Río Gallegos y notó el éxito de su demanda por parte de la clientela.

“La gente está muy entusiasmada con el producto”, sostiene Fernando, y agrega que “están contentos, lo disfrutan mucho y muchos vuelven”. Incluso, a muchos clientes “les cuesta” dejar la paleta preferida y animarse a probar alguna otra.  Y allí es donde recae que muchos buscan gustos predilectos, donde algunas paletas ganan terreno: americana con nutella, banana con nutella, crema óreo, frutilla con kiwi y crema del cielo, chocolate con baileys y dulces de leche con chocolate adentro.

También están las paletas KIDS, que buscan captar la atención de los más chicos con figuras que adornan su exterior. Hay dinosaurios, corazones, estrellas, mariposas. Todas hechas a mano y de manera puntillosa, con una gama atractiva de colores.  

Elaboración propia

Fernando explica el proceso de elaboración: se corta a mano el chocolate y las frutas como ananá, kiwi, mango. Se mixea en la máquina y después lleva a los moldes. Todas las mezclas pasan por una pasteurizadora, para que los helados estén pasteurizados en el producto final.

Para la preparación utilizan diferentes productos, siendo los principales agua, leche y frutas. El dulce de leche, nutella, leche condensada, chocolates, galletitas y cremas, son algunos de los agregados para lograr más de 30 sabores únicos, en su deleite y estética.

“Todo es natural”, resalta Fernando, para dejar en claro que no se utilizan ni conservantes ni aromatizantes, ni tampoco productos químicos. “Siempre estamos haciendo un sabor nuevo”, advierte, siendo que al momento de la entrevista estaban probando la receta de una paleta tropical de coco, mango y sandía.

“Se hacen muchas pruebas hasta que queda muy sabrosa al comerla y, recién ahí, sale a la venta”, subraya para remarcar que “le ponemos mucho amor en la confección”. Muestra orgullo de lo alcanzado el creador de las Picoletas, un éxito en verano y un postre antojadizo de cualquier momento del año.

El boca a boca

El disfrute de la naturaleza y la tranquilidad que les brinda El Calafate desde hace 17 años, cuando llegaron a vivir y formar una familia, los hace estar agradecidos con la tierra que los cobija y a la que quieren devolverle con trabajo.  

Fernando explica que, siendo que la pareja tiene trabajos estables en otros rubros, este emprendimiento es un complemento del sostén económico familiar. “Nos gusta y estamos felices de devolverle algo a El Calafate de lo que nos dio tanto”, expresa, para señalar que su sueño es “llegar a la mayor cantidad de gente posible en Santa Cruz” y, siendo más ambicioso, “extendernos a la Patagonia”.

En el mismo sentido, Fernando se anima a demostrar que las Picoletas se piensan en grande, pero buscan tender una mano. “Nuestro deseo es poder crecer como fábrica y dar más puestos de trabajo a gente sin trabajo que lo necesita”, afirma.

Por lo pronto, se contenta con que sean muchos los que puedan disfrutar de este alimento “que no es una golosina” porque nutre, además de ser sabroso en su esencia. Seguramente la Picoleta llegará a muchos llamando su atención, seguirá dando que hablar y, en simples palabras, estará en boca de todos.      

 

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