Iniciativa

Una escritora pionera de Río Gallegos cumpliría 100 años y su hija pide homenajearla con una calle

El próximo 24 de marzo es la fecha del natalicio de Fita Marazzi, por lo cual su hija Gisela pretende que una arteria, biblioteca o espacio público lleve su nombre. La trayectoria de una de las primeras literatas reconocidas de la ciudad capital.

  • 03/03/2022 • 06:00

Josefa Ángela Marazzi, más conocida como Fita Marazzi, nació en Río Gallegos el 24 de marzo de 1922 y en 20 días cumpliría 100 años, por lo cual Gisela del Valle Rouillon Marazzi considera que podría ser una fecha apropiada para colocar su nombre en alguna calle de su Río Gallegos natal, o en alguna Escuela, Biblioteca, o Espacio Público.

Fita fue la primera hija del matrimonio de Gisela María Vettorazzi (cuyos padres, Benjamino Vettorazzi y Angela Visintainer Ilegaran en 1892 como una de las 35 familias que anclaron para habitar Rio Gallegos), y José Roberto Marazzi, quien allá por 1918 arriba como mecánico de grandes motores, a reparar un motor de barco por un mes, y luego de eso, se afinco por 20 años, como Concesionario de Ia primera agencia Ford de Río Gallegos.

Su casa estaba ubicada en Ia calle 9 de Julio 212, y Avellaneda (hoy modificada y donde se afinca un conocido comercio naturista). Nacida en esa tierra entrañable desde su experiencia de infancia patagónica, en una época de calles de hielo y barro, casas de chapa y de pueblo chico. Fue escritora, poeta y profesora y dedicó su vida a difundir, en charlas y conferencias, memorias de la Patagonia.

Vivió en Rio Gallegos desde 1922 hasta 1938, fecha en que su padre se trasladó a la Concesionaria Ford de la Ciudad de Villa María en Córdoba, y Fita, junto con su madre y sus dos hermanos de entonces, emigraron. Esa herida del alejamiento del terruño querido, nunca Ia pudo cerrar, añorando hasta su muerte (en mayo del 2005) a su querida Santa Cruz. Volvió numerosas veces a dar charlas, a visitar amigos y familiares, pero a partir de sus estudios universitarios, se afincó en Ia Ciudad de Buenos Aires, donde residió hasta el final de su vida.

Fue la primera mujer egresada de Ia Universidad de Buenos Aires nacida en Rio Gallegos. Estudió Filosofía y Letras y fue escritora magnifica, y notable profesora en varias escuelas. A los 26 años, en Noviembre de 1948, se presentó a un Concurso del Ministerio de Marina de la Nación sobre "Soberanía Argentina en la Antártida” y con   su   ensayo, casi   una investigación periodística sobre los   derechos   argentinos sobre la Antártida, obtuvo el   1° Premio y fue galardonada con dinero y una roca de la Antártida rememorando ese hecho.

Escribió el libro "Confín de viento y sal" (1965), que narra sus experiencias de infancia en su ciudad natal, sus aventuras con los vecinos del lugar, con su familia (los Vetorazzi: Pepe, Augusto y Adolfo, hermanos de mi abuela), su paso por la Escuela María Auxiliadora y su vínculo con monjas y compañeras (como Billiken y Cuca Sureda, Josefa y Mercedes Álvarez, Félix Ríquez, Alberto Segovia, José Borrero, Emely Fadul, Titi, Gordo y Nene Muñoz, las hermanas Pantín, Anita Morel, entre otros). Amigas y amigos que estuvieron conectados a su vida de ciudad en reuniones en mi casa, siempre unidos como cristales de un mismo hielo patagónico.

 

En el prólogo de su libro, Raúl Entraigas dijo: "La Profesora Josefina Marazzi de Rouillon es patagónica. Ha nacido en una de las zonas más inhóspitas de nuestro sur. Pero, enamorada como la que más, de su patria chica, ha vivido de su recuerdo y alejada de ella por los azares de la vida, no ha cortado nunca el hilo de oro que la une a Rio Gallegos". Y así fue siempre...

Escribió el Poema-Romance "Canto a Santa Cruz", un bello recorrido por la geografía, pueblos originarios, historia de primeros pobladores, navegantes, y anhelos para el futuro de su provincia natal.

Además, escribió el libro de poemas Reflejos de Fuego, en cuya tapa se colocó una imagen del fuego del pozo gasífero Cóndor 10, controlado en 1972 por YPF, que semejaba a la Argentina.

Por otro lado, escribió numerosos artículos en las Revistas Patagonia y Argentina Austral sobre Piedrabuena, Carlos María Moyano, el piloto Norberto Fernández, soberanía argentina de las Islas Malvinas, entre otros escritos y en repetidas oportunidades asesoró al cantante patagónico Hugo Giménez Agüero en las letras de sus canciones referidas al sur.

Fita dio conferencias en la Ciudad de Buenos Aires, siempre sobre temáticas de Santa Cruz, sus pobladores, su historia, Rio Gallegos y sus pioneros, pioneros de la Patagonia, tanto en la Casa de la Provincia de Santa Cruz, en el Centro de Residentes Santacruceños, Feria del Libro de Buenos Aires, como en otros lugares de la Ciudad.

Fue una mujer innovadora, original y una intelectual adelantada a su época. Su independencia y autonomía fueron sus rasgos destacados, tanto en su vida personal, familiar y profesional. Realizó muchos viajes en barco al sur durante su juventud, en uno de los cuales conoció a quien fuera su pareja, Ernesto Enrique Rouillon, que era Marino Mercante, Capitán de Ultra mar.

Por citar un ejemplo de su pensamiento emancipador, sus hijos llevan el apellido de ella junto con el de su pareja, pues para Fita, Ia madre-mujer debía dar a sus hijos su apellido y no solo el padre-varón.

Siempre estuvo vinculada con escritores santacruceños como José María Borrero, el padre Raúl A. Entraigas, Alberto Segovia, José Antonio Álvarez, Héctor Peña, Flora Rodríguez Lofredo, con los cuales compartió su amor por la literatura, por los vientos, por la Ría y por el penetrante Sur.

Parte de sus cenizas fueron esparcidas en Ia Ría de Gallegos, gracias al acompañamiento de la familia Vettorazzi.

Por este motivo, la familia insiste en este homenaje sobre una personalidad destacada y quien dejó un legado en la cultura literaria de la ciudad capital santacruceña.

POEMA

“Del terruño nunca lejos

Estaré. Mi ser anhela

Confundirse con su polvo

O surgir en una huella.

Seré simple flor de campo,

O gaviota en la ribera,

Fuerte huracán en el llano,

Diluido copo en la gleba.

Apareceré en la espuma

Sobre la playa deshecha

O en la quietud de los lagos

De aguas puras y tersas