Memoria, Verdad y Justicia

“La memoria que resuena en el silencio”: una muestra para no olvidar

Paula Blaser Manzo es una fotógrafa de Río Gallegos e hija de una mujer que, durante la dictadura militar del año 1976, fue presa política, encerrada en la cárcel de Villa Devoto y víctima de incontables violaciones a los derechos humanos. En diálogo con TiempoSur , Paula lo recuerda como si hubiera sido ayer.

  • 24/03/2022 • 11:00
Paula Blaser Manzo, fotógrafa y autora de la muestra “La memoria que resuena en el silencio”.
Paula Blaser Manzo, fotógrafa y autora de la muestra “La memoria que resuena en el silencio”.

El año 1976 fue un antes y un después en la vida de Paula Blaser Manzo, ya que vivió la dictadura de muy cerca: su madre, quien militaba para el partido peronista, fue arrestada y llevada a la cárcel de Villa Devoto, en la provincia de Buenos Aires.

La madre de Paula permaneció entre esas paredes la mitad de su infancia y, en diálogo con TiempoSur, Paula lo recuerda como si hubiera sido ayer: “Fue difícil, como para todos los hijos. Fue muy duro, porque en definitiva fue una infancia sin ella, una infancia entrecortada en relación a su presencia. Sí, ella siempre me mandaba cartas y demás, pero nunca es lo mismo estar ahí presente para tus cumpleaños, para las fiestas, para llevarte a pasear, para acompañarte, no es lo mismo”, recordó sobre esa época.

“A ella la detuvieron en diciembre de 1975 y salió en el mes de agosto de 1981 con libertad vigilada. Estuvimos un tiempo así y después nos exiliamos, nos fuimos a Bélgica”, rememoró Paula.

El último día de libertad

“(Al momento en que su mamá fue arrestada) estábamos viviendo en Bahía Blanca. Previamente, habíamos estado viviendo en Comodoro Rivadavia y, originalmente, en Río Gallegos. Yo nací en Río Gallegos. No fui testigo de cuando se la llevaron. Cuando a mi mamá la detienen en Bahía Blanca, mis abuelos estaban viviendo en Río Gallegos. Me recuperaron ellos, por suerte pudieron recuperarme y ahí estuvimos ese primer año viviendo en Río Gallegos, pero luego tuvimos que mudarnos a Buenos Aires porque sino no había manera de verla, salvo en las vacaciones. Yo tenía seis años, acababa de terminar mi primer grado y cuando salió yo estaba terminando la primaria”, explicó.

Al ser consultada por este medio sobre si ella, a tan corta edad, era consciente de la situación que vivía el país, Paula explicó que “sí y no. Algo entendía desde mis ojos de niña. En Comodoro Rivadavia su militancia fue fuertemente social. En mi cabeza era que la pelea de mi mamá era por los pobres, porque no hubiese más pobres, y esa era mi explicación. Al mismo tiempo, yo era consciente de que había una situación de persecución. Fue una niñez distinta, muy distinta. Yo sabía que había cosas que no podía decir ni en el colegio ni en ningún lado. Y luego, el tiempo que ella estuvo presa, en el colegio no siempre pude decir mi situación, que ella estaba presa. Cuando comencé el colegio en Buenos Aires, recuerdo que me tocó una docente muy jodida y que obviamente se imaginaba la situación o era el chusmerío, en donde circulan las cosas. Yo obviamente no había dicho nada, en realidad yo había dicho que mi mamá estaba viviendo en el campo, en la Patagonia, que mi mamá estaba trabajando ahí, como para no tener que dar explicaciones. Y esta docente, de tercer grado, me hizo preparar una clase especial sobre el campo en la Patagonia ya que mi mamá estaba ahí, imagínate. Obviamente, cuando terminé ese año me cambié de turno y ahí si tuve la suerte de encontrarme con compañeros muy solidarios y maestras que realmente me apoyaron y, en ese marco, yo si dije que mi mamá estaba presa. Los días que yo faltaba porque tenía que ir a la visita me acompañaron ayudándome después con la tarea o los docentes no poniéndome falta. Por suerte tuve esa chance, de que encontré al menos un pequeño refugio en ese colegio. La realidad era esto, que imperaba ese discurso de “por algo será”, “no te metas” y esas cosas de fragmentación social que fue a lo que apuntó la dictadura” rememoró Paula.

Recordar con imágenes

Paula expuso, en el día de ayer, una muestra fotográfica en la Casa de Santa Cruz, en Buenos Aires, la cual está compuesta por una serie de fotografías de la cárcel de Villa Devoto y de momentos relacionados a la excarcelación de su madre durante la dictadura: La muestra es un relato visual en torno a la cárcel de Villa Devoto, durante la dictadura. Las fotografías no son exclusivamente de la cárcel, sino que también giran en torno a lo que estuvo alrededor de la cárcel: las cartas censuradas, las situaciones del después en relación a los juicios y todo lo que después estuvo presente”, explicó Paula.

“En 2018 una compañera de cárcel de mi mamá me dice de acompañarlas, que iba a ir un grupo de presas de la Colectiva de Presas Políticas de la Cárcel de Devoto. Porque el Colectivo de Presas está solicitando que eso se transforme en un sitio de memoria, y en ese marco es que ingresé a la cárcel nuevamente. Y fue muy fuerte, porque obviamente nunca más había pisado ni la vereda de la cárcel. Es más, creo que nunca pisé más Villa Devoto. Ni pasar por ahí. Lo hice con compañeras de mi vieja, pero sin mi vieja, mi vieja falleció en 2006. El reencontrarme con ese lugar, tan oscuro, fue muy impactante, el cómo tenía tan presentes todos los recuerdos. En la segunda visita, fuimos a lo que fueron los pabellones y ahí me encontré con lo que eran las celdas, la celda donde había estado mi mamá. Esto fue muy doloroso, porque una cosa es que te cuenten o imaginar, pero verlo es muy terrible. Imaginármela ahí tantos años fue terrible”, contó Paula a TiempoSur.

Hijos de la clandestinidad

“De niña, mi mamá procuró que yo esté feliz, aún en la distancia. Procuró no preocuparme por lo que le pasaba o no le pasaba ahí adentro. Me mandaba cuentitos, trataba de contarme cosas lindas, de cosas que hacían con otras compañeras. Intentaba preservarme en relación a la cárcel. De grande, sobresalía el tema de la fuerte solidaridad que hubo entre todas las compañeras que estuvieron ahí detenidas, cómo se organizaban. Por ejemplo, había compañeras que no tenían visita o porque la familia se había desentendido o porque vivían en el interior y no podían viajar o no recibían encomiendas. Y, en eso, se organizaron y hacían pozo común de todo lo que recibían y se repartían. Y, hasta nosotros los niños, más de una vez nos tocó escribirles a nuestras tías (como llamábamos al resto de las presas) que no recibían cartas para acompañarlas”, remarcó Paula.  

(Foto: Gabriela Manzo)

“Mi mamá, antes de llegar a Devoto, fue detenida en el Centro Clandestino de Detención, la “Escuelita” de Bahía Blanca, donde fue torturada. Cuando la detienen a ella, junto con dos compañeros entre los que se encontraba Daniel Bombara. A Daniel fue tanto la tortura que terminó muriendo. Lo mataron de tanto que lo torturaron. Y algo que es también para resaltar. En las cárceles de la dictadura, si bien tenían la legalidad de que las habían “blanqueado” de decir que estaban ahí, no dejaron de ser un eslabón más del aparato represivo”, concluyó Paula.