Argentina

El discurso del odio como amenaza a la democracia

Crece en el mundo un irracionalismo que no tiene pudor de su ignorancia, envenena los medios de comunicación y niega la existencia de otros intereses, dice el jefe de Gabinete de Ministros, Santiago Cafiero. En Argentina, además, el discurso del odio ataca a las mayorías: mujeres, trabajadores, científicos. Si queremos cuidar la democracia, agrega, no nos lo podemos permitir.

  • 01/08/2020 • 22:29
El discurso del odio como amenaza a la democracia
El discurso del odio como amenaza a la democracia

“Hay fricciones en nuestra sociedad que nos tienen que inquietar”, dijo Ángela Merkel, la Canciller Federal de Alemania. Se refería a un tipo de discurso público que propaga el odio, el desprecio, que hiere la dignidad de otras personas. La Canciller sabe de lo que habla: los alemanes han experimentado en carne propia las consecuencias de esa irracionalidad. Y agregó: “Si no está claro que en este país no toleramos el odio, el racismo y el desprecio a otras personas, entonces nuestra vida en común no va a funcionar”.

Crece en el mundo y muy particularmente entre nosotros un irracionalismo que no siente pudor por la propia ignorancia, que mediante el golpe de efecto busca la demolición del oponente, de la misma manera que pretende, de hecho o de derecho, eliminar al diferente. Oponentes y diferentes se vuelven la encarnación del mal, seres inferiores, tumores sociales, un auténtico aluvión zoológico predestinado al crimen o al desfalco.

Lo curioso es que quienes hoy envenenan de odio las pantallas de televisión, los titulares de los periódicos, las redes sociales y los discursos políticos eran ayer nomás los abanderados de la no confrontación, de la neutralización del conflicto político, del balsámico lenguaje de la buena onda. Al parecer, ya no se trata de la angelical política sin adversario con que se negaba la puja entre diferentes intereses, mediante el simple recurso de directamente negar la existencia de cualquier otro interés que no fuera el propio...

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Fuente: Revista Anfibia.