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El carbón ardió, pero no consumió la lucha por la memoria y la justicia

El socavón de Mina 5 de YCRT, que un 14 de junio de 2004 fue el escenario de la fatalidad y desgracia, hoy en día es la morada permanente de catorce almas trabajadoras que injustamente perdieron su vida en una jornada que no hacían nada más ni nada menos que cumplir con su deber.

  • 14/06/2012 • 00:00
Hoy se cumplen los ocho años y aún el pueblo minero lamenta que la Justicia no enjuicie a los culpables. Mientras tanto, ellos continúan perpetuando el nombre de estas 14 almas perdidas en la oscuridad de la mina.
Hoy se cumplen los ocho años y aún el pueblo minero lamenta que la Justicia no enjuicie a los culpables. Mientras tanto, ellos continúan perpetuando el nombre de estas 14 almas perdidas en la oscuridad de la mina.

El infortunio de un grupo de apostadores del uso de los recursos naturales santacruceños dejó en evidencia las falencias de una firma, que tenía a principios del 2000 la seguridad de sus empleados pendiendo de un hilo, y para que esto salga a la luz sólo debió prenderse una mecha desafortunada, un hecho conocido más tarde como “La tragedia de Mina 5”.  
Como era habitual, el lunes 14 de junio de 2004 los trabajadores mineros de Río Turbio se trasladaron hasta el complejo minero de la Cuenca para realizar sus labores cotidianas. Es así que un grupo se dirigió a la Mina 5, la cual está ubicada a 5 kilómetros del Turbio para adentrarse a la oscuridad de su labor.
La mina 5 tiene un perímetro de 80 kilómetros de puros túneles, con una profundidad de 700 metros. Pero en este escenario común y corriente ardería la tragedia. Avanzado el día, a las 22:08 se produjo una fricción en la cinta transportadora de carbón, por lo que se desató un incendio a 4 mil metros de la salida.
Rápidamente acuden los rescatistas y bomberos, pero cerca de la medianoche mientras trabajaban arduamente para sofocar el fuego, dos colectivos enviados a la zona para evacuar a los mineros protagonizaron un accidente, y uno de ellos se estrelló contra una de las vigas colocadas para sostener la mina, lo que provocó un derrumbe y dejó a los trabajadores sepultados.
Pero no sólo fue rápido el accionar de los rescatistas locales, nacionales e inclusive internacionales, sino que no se dejaron esperar en esta triste noche los reclamos y protestas de los gremios y familiares, los que desesperados observaban el trabajo anegado del cuerpo de bomberos y gendarmería, y la desorientación del poder de turno, hasta que finalmente las altas temperaturas y el monóxido de carbono imperante ganaron la batalla y con ella se llevaron la vida de catorce hombres.
En medio de una congoja generalizada a lo largo y ancho del país, casi una semana pasó para que los que se encontraban en la superficie, vean ascender a su esposo, padre, hermano, amigo o compañero de trabajo. Es así que recién el domingo 20 de junio a las 13:30, los rescatistas pudieron recuperar los últimos cuerpos de los mineros fallecidos.
Para estos días Sergio Acevedo era el primer mandatario provincial, quien al tomar conocimiento del accidente viajó inmediatamente a la Cuenca Carbonífera, mientras que a través del Decreto provincial Nº 1799 declaró el duelo en todo el ámbito santacruceño, puntualizando en el escrito que “Visto que los dramáticos episodios comenzaron en la noche del 14 de junio en las galerías de la Mina Cinco de la Cuenca Carbonífera de Río Turbio, provocando la desaparición y deceso de operarios, cubriendo con un manto de pesar a los operarios. Que el Ejecutivo Provincial, como fiel intérprete del sentir del pueblo no puede permanecer ajeno al dolor que tan desgraciado acontecimiento provoca y entristece al pueblo santacruceño… declarar el duelo provincial… por el término de cuarenta y ocho horas”.
Paralelamente, el entonces –y nuevamente en gestión- intendente de Río Turbio, Matías Mazú, decretó la emergencia municipal, así como también se declara en su vecina localidad de 28 de Noviembre.
Con un “Comité de crisis” en marcha, tiempo después se pudo conocer tras ser precisado que el siniestro tuvo un frente de cuarenta metros en dos galería de la mina, en dónde no sólo preocupó la autocombustión, sino la quema de la cinta, la carbonilla que se encontraba debajo de la cinta y la madera de las vigas que apuntalaban la misma.
Si bien en algún momento se aventuró la idea de que algunos trabajadores hubiesen logrado refugiarse en una unión de galerías o chiflón, con el transcurso de las horas las esperanzas se fueron apagando y el dolor invadió los rostros de los habitantes de la Cuenca Carbonífera, pero los atrapados no salieron jamás con vida.

El que logró salir, pero a qué costo
Mario Armella actualmente es un trabajador minero de YCRT, quien ese 14 de junio de 2004 estaba dentro de Mina 5 y logró salir. Hoy, ocho años después, sostuvo que la manifestación y el reclamo no cesa, aclarando que no se agudiza con la llegada del “14”. Enfatizó que no bajará los brazos por la pronta resolución a través de un juicio oral y público que ya se ha dilatado por ocho años: “Uno hoy en día no puede discernir quién nos acompaña y quién no, porque lo más importante es seguir unidos”, destacando que “todavía no tenemos nada y eso es una preocupación inmensa para todos nosotros, donde tenemos noticias no gratas, pero todavía creemos en la Justicia de Santa Cruz”. En este marco, Armella dejó en claro que más allá de las relaciones familiares –su hermano José Luis Armella falleció en el siniestro- buscan que se esclarezca para que quede un precedente en el tiempo “y que esta tragedia no haya sido en vano y que nunca más vuelva a pasar porque hay muchos jóvenes que agarrarán la posta de YCRT y el pueblo, y le debemos garantizar su futuro a través de nuestra lucha y nuestras lágrimas”.
En cuanto al camino sinuoso para llegar al juicio oral y público, señaló que se van pasando la pelota y sólo quieren responsabilizar a los familiares de las víctimas: “Hubo una muy mala intención que buscan separar a los familiares, pero es una estrategia de ellos para dividirnos y que no avance la causa, eso evidenció mala intención”, criticó.
Siempre presente en su memoria los trágicos momentos vividos expresó: “Esta historia me causa mucha impotencia, bronca y dolor por la forma en que ellos quedaron”, pero alegó: “Quizás Dios nos apartó de ese rebaño, nos dio la oportunidad de salir por otro lugar para poder contar esto, para poder hacer algo. Sólo Dios sabe. Creo que a mí me dio la oportunidad para poder hacer algo por ellos, para poder hacer algo que quede en la memoria de todos para que nunca más vuelva a pasar esta tragedia”. Por esto, es optimista en la llegada del juicio, donde finalmente se conocerán los culpables. Concluyó diciendo que hasta el último día de su vida seguirá perpetuando este 14 de junio para que nunca más vuelva a pasar y la tragedia quede plasmada en la historia de la Cuenca porque tiene responsables: “No estoy pidiendo la pena de muerte de nadie, sino responsables del caso”, finalizó.

Ocho años de impunidad
Por su parte, Héctor González, paritario de ATE, puntualizó que en este nuevo aniversario queda en evidencia la lentitud de la Justicia frente a casos que quedan en la nada, por esto, consideró que no sólo deber ser un día feriado para los trabajadores, sino un día para pelear más fuerte en memoria de los 14 mineros. Insistiendo que pudo haber sido una tragedia evitable, reclamó por el encarcelamiento. En cuanto a los cuatro procesados que aún no han sido enjuiciados “es injustificado”, detallando que “existió demasiado tiempo para que se pronuncien de forma inmediata”. No obstante, estimó que esta dilatación estaría justificada si la causa por la muerte de los 14 mineros se uniera con la del vaciamiento de YCRT.
Entendiendo que la única forma de reparar la pérdida de estas 14 almas es con justicia, estimó que la manera de proteger a los que están es nada más ni nada menos que cuidando a los trabajadores.

14 Luces prendidas que alumbran desde el socavón

José Sixto Alvarado Díaz; José Víctor Hernández Zambrano; Nicolás Esteban Arancibia; Miguel Antonio Cardozo; Julio Néstor Alvarez; Ricardo Cabrera; Oscar Marchand; Jorge Eduardo Vallejo; Héctor César Rebollo; José Luis Armella; Silverio Méndez; Odilon Vedia; Víctor Hernández y José Edecio Chávez Paillán.

“A ocho años del asesinato de 14 mineros en Río Turbio, la Justicia aún no se ha pronunciado, mucho menos condenado a los responsables materiales y políticos de estas muertes anunciadas. Por el contrario, los mismos gozan de poder e impunidad. Mientras tanto continúan siendo los trabajadores quienes pagan con sus vidas la fiesta de empresarios como Sergio Tasselli, que se enriquecen saqueando al Estado con la complicidad de funcionarios que debieron controlar y que nadie recuerda. Por estos días, la muerte de 52 personas en el tren de TBA en la Estación Once demuestra que las cosas no han cambiado.
La mina de Río Turbio a lo largo de la historia fue escenario de tragedia y muerte de muchos trabajadores por la precariedad de condiciones laborales y los incumplimientos a la seguridad, a todos ellos también queremos recordarlos. Pretendemos en esta fecha vinculada a la memoria, generar conciencia a través de la verdad y reclamar justicia”. (Jubilados, pensionados y retirados YCF Autoconvocados – ATE Lista Negra).

Su patrona los guía

La Patrona de los mineros nació en Bitinia, región situada al noroeste del Asia Menor, alrededor del año 215 de la era cristiana. Su padre era un rico hacendado pagano y fue quien la educó, pues su madre falleció cuando ella era muy niña. La aspiración de su padre era inculcarle a Bárbara su religión basada en la adoración de falsos dioses. Impulsado por ello, encerró a su hija en una torre de un castillo para alejarla del mundo y evitar que se influenciara por otros credos. Valentiniano -hombre que aparece como el que ejerció una influencia decisiva en la Santa- haciéndose pasar por médico la visita y la bautiza en la torre en momentos en que ella rezaba. En ese momento la leyenda afirma que a su lado brotó una fuente que se dividió en cuatro partes formando una cruz.
Su padre trató de disuadirla colmándola de regalos y fiestas, no obstante la firme resolución de la joven.  Ante esta actitud su progenitor decide usar la violencia. Esta, en todas sus formas, no logró que Bárbara apostatara de su fe.
De esta manera fue sentenciada a muerte, tarea que ejecutó su propio padre. Inmediatamente después de la decapitación dos rayos descendieron del cielo calcinando los cuerpos de los responsables de tan bárbaro hecho.
Nace entonces la virgen-mártir como patrona de cuantos ejercen actividades con el fuego. Este patronazgo fue aceptado por los mineros, astilleros, canteros, fabricantes de pólvora y armas de explosión, por la relación que guardan estas actividades con el fuego. Tal culto se conserva a partir del año 1448, aproximadamente, por un hecho producido en Holanda.
En agosto de 1948, las autoridades eclesiásticas de Río Gallegos designaron al reverendo padre Manuel Molina como capellán del campamento asentado en el Yacimiento Río Turbio. En 1950, una de las típicas viviendas de la zona, el “quonset” sirvió para dar origen a la primera capilla de Río Turbio erigida bajo la advocación de Santa Bárbara, la actual iglesia homónima fue construida en el año 1958 en reemplazo del quonset.

Metaza también pidió justicia

El diputado nacional por Santa Cruz, Mario Metaza, no quedó afuera de esta conmemoración y expuso que el 14 de junio de 2004 los argentinos y los santacruceños en particular se despertaron con que había ocurrido una de las tragedias más grandes en la historia de la minería del país. Ante esto, ocho años después puntualizó que aunque la Justicia aún no concluyó la tarea de determinar plenamente la cadena de responsabilidades y la causa sigue abierta, más allá que se pudo determinar negligencia y se procesó a dos jefes de seguridad que no habían actuado como correspondía, “espero que la Justicia pueda determinar pronto estas responsabilidades, para que el verdadero culpable de esta tragedia no quede libre de culpa y los familiares de los trabajadores y el pueblo santacruceño en general, puedan concluir el duelo en paz”.