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¿Escuchaste que…?

Se calcula que el 70% del tiempo que hablamos en cualquier conversación es de otras personas, y a la 5ª persona que le estamos contando algo de alguien ya se distorsionó el mensaje un 70%. Varones y mujeres chismeamos por igual. Los chismes abundan y destruyen.

  • 25/07/2016 • 18:57

Hay empresas que se dedican no a promocionar o hacer marketing de determinado producto, sino a hacer correr rumores para destruir a la competencia. En Estados Unidos hay compañías que se especializan en esto, ya que el poder del chisme es muy grande.

En la selva tenían que elegir al rey de los animales, entonces se presentó el lobo y dijo: “Yo soy el rey, porque con mi boca puedo destruir a un animal, partirlo por la mitad instantáneamente”. Entonces todos los animalitos dijeron: “El lobo es el rey de la selva”. Pero luego apareció el león y dijo: “Esperen, yo con mis garras puedo destruir a cinco animales simultáneamente”. Entonces los animalitos aplaudieron y dijeron: “El león es el rey de la selva”. En ese momento apareció la víbora y dijo: “Me tienen que elegir a mí, porque con mi lengua puedo destruir a miles”.

El Talmud dice que las palabras no son como la espada, sino como la flecha, ya que a la espada la sacamos y la podemos volver a guardar, pero la flecha, una vez lanzada, no puede volver.

Hay dos fuentes con las que hablamos del chisme:

De “buena fuente”. “Yo lo sé de buena fuente”… Hay alguien que hizo circular el chisme, es decir, hay alguien concreto.

“Se comenta”. En este caso, todos colaboramos en la construcción del chisme, es decir que para que haya chisme hay una construcción grupal.

Siempre el chisme tiene que ver con un ausente, estamos hablando de alguien que no está. En el camino del chisme es tan importante el portador del chisme como el oyente que lo escucha.

Por lo general, el chisme tiene un determinado interés, y a la vez, es ambiguo, es decir, un mensaje que no termina de ser del todo claro. ¿Por qué? Porque todo rumor, todo chisme que dijimos puede destruir personas, familias, proyectos, trabajos, etc. Y esto obedece a tres leyes:

Cuando le cuento algo a alguien lo que la mente hace es acortar el mensaje, esto es lo primero, achicamos el mensaje.

Acentuamos algo de acuerdo al morbo que tenemos de lo que escuchamos.

Le agregamos algo para darle sentido.

Estas tres leyes hacen que el rumor circule y termine destruyendo. Hay rumores que aparecen despacito, van creciendo, se van instalando de a poco; otros rumores aparecen de golpe, como una “mecha encendida”; y hay otros que se llaman sumergibles, aparecen un tiempo, vuelven a desaparecer y así sucesivamente.

¿Qué hacer entonces frente al chisme? Cerrar los oídos. El chisme cobra vida cuando lo escuchamos o cuando lo transmitimos, entonces, la mejor manera de matar a ese rumor es cerrar los oídos y decir: “La verdad es que no me interesa que me cuentes esto…”. Y si es necesario averiguar, debemos dirigirnos a la fuente.

Las palabras construyen o destruyen, usemos las palabras para construir.

Tengamos más vida interior, más sueños, más metas, más propósito, porque cuando lo hagamos, ya no tendremos tiempo para hablar de los demás, sino que estaremos dedicando el tiempo que disponemos a nosotros mismos, a cumplir los sueños de nuestro corazón.

 

Si tenés alguna inquietud, podés escribirme a [email protected]

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