Protección de la fauna

Pretenden que el Agujero Azul sea un santuario para proteger la biodiversidad marina

En noviembre pasado se presentó un proyecto de ley específico para la creación de un "Área Marina Protegida Bentónica" en la  "plataforma continental bajo jurisdicción argentina" que corresponden al Agujero Azul con el objetivo de defender la fauna oceánica y evitar la depredación de los pesqueros internacionales.

  • 02/04/2021 • 22:49

En una porción de la zona de aguas internacionales conocida como Agujero Azul, unos 4.300 kilómetros cuadrados sobre la plataforma continental argentina y al límite de su zona económica exclusiva (ZEE), se enciende cada noche una ciudad de luces que desde el espacio se ve como otra Área Metropolitana de Buenos Aires, superándola incluso en tamaño.

La luminosidad la producen barcos pesqueros de diferentes banderas que operan allí con técnicas destructivas del medioambiente y en situación de dudosa legalidad, a cuya acción intenta poner coto un proyecto de ley para crear un "área marítima protegida bentónica" (del lecho marino) y otro "superador" que está en proceso de elaboración en el marco de la iniciativa interministerial Pampa Azul, en consonancia con uno de los lineamientos del futuro Tratado Global de los Océanos que Argentina impulsa junto a otros países en la ONU.

La magnitud de la actividad pesquera que allí se desarrolla -involucra tanto prácticas legales como ilegales- quedó demostrada en imágenes satelitales de la NASA, difundidas por la organización ambientalista Greenpeace, que el pasado 23 de febrero contabilizó 470 buques concentrados en una superficie de 4.300 kilómetros cuadrados, a 500 kilómetros del Golfo de San Jorge, en el Atlántico Sur.

"El Agujero Azul es una zona del mar que tiene una pequeña porción dentro de la ZEE y el resto afuera. Se llama así porque es un corredor biológico del Mar Argentino, muy rico en biodiversidad", dijo a Télam la coordinadora de la campaña de Greenpeace por la protección del Mar Argentino, Luisina Vueso.

El área es poco profunda (con áreas inferiores a 200 metros), dado que "tiene la particularidad" de que allí la plataforma continental argentina se extiende más allá del final de su ZEE, lo que la transforma en "un vivero de poblaciones como el calamar" por la enorme disponibilidad de alimento y condiciones que facilitan la reproducción.

Además es el lugar elegido por "muchos mamíferos en sus migraciones", algunos de ellos en estado vulnerable de conservación, como los rorcuales y cachalotes.

Pero esta misma riqueza hace del Agujero Azul "un foco de atracción" para los buques pesqueros de aguas distantes que encuentran allí uno de los dos únicos lugares del mundo donde pueden aplicar la técnica de "pesca de arrastre de fondo" en aguas internacionales, y por eso se han convertido en "un caladero muy importante" para la obtención de calamar, merluza común y merluza negra.

Otro problema es que "están destruyendo ecosistemas que son muy frágiles y muy importantes", señaló Vueso.

Es que la pesca de arrastre empleada para la merluza "es muy poco selectiva" y "devasta todo el suelo (marino)" arrasando con corales, esponjas y muchos peces que luego son descartados; mientras que la otra técnica, denominada "de palangre", usada para los calamares, si bien es más selectiva, usa anzuelos y carnadas a nivel superficial, lo que "afecta también a las aves".

Ocurre que las aguas internacionales, es decir, aquellas que se extienden más allá de las 200 millas náuticas de la zona económica exclusiva de cada país, están reguladas sólo por organismos o acuerdos regionales para la pesca denominados Organizaciones Regionales de Ordenación Pesqueras (OROP).

No obstante, están avanzadas las conversaciones en la ONU para la elaboración de un Tratado Internacional de Aguas Profundas -o Tratado Global del Mar- que "sería el primer instrumento vinculante bajo la Convención sobre el Derecho del Mar (1982) y abarcaría la conservación y uso sostenible de la diversidad biológica marina en las áreas fuera de jurisdicciones nacionales", según describe Naciones Unidas.


Voceros de Cancillería recordaron que en 2017 la Asamblea General de la ONU convocó una conferencia diplomática para la elaboración de este tratado que "regulará aspectos relacionados con los recursos genéticos marinos, las áreas marinas protegidas y las evaluaciones de impacto ambiental, entre otros"; y cuya cuarta y última reunión fue postergada en marzo pasado por la pandemia.

"La Argentina participa activamente en este proceso, abogando por la elaboración de un tratado universal, balanceado y efectivo que permita cerrar las brechas que existen actualmente en la protección del medio marino", dijeron.

A nivel internacional, el Gobierno argentino "coordina posición con el G77 y China, y el grupo de países latinoamericanos afines", mientras que "en el plano interno, la posición nacional es consensuada entre la Cancillería y los organismos competentes del Estado".

Fuente Télam.