Especial

Pensar, decir y hacer en función del bienestar colectivo

Por la diputada nacional, Paola Vessvessian. 

  • 20/09/2020 • 08:42
Foto archivo.
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En estas últimas semanas hemos vivido una sucesión de hechos que nos obligan a pensar sobre el valor de la coherencia entre el pensamiento, la palabra y la acción, especialmente cuando involucra a quienes tenemos responsabilidades institucionales.

A nadie le escapa que vivimos tiempos peculiares en los que las dificultades y los desafíos se multiplican, mientras enfrentamos una pandemia inesperada que no sólo amenaza nuestra salud y nuestra vida, sino que agudiza los problemas prexistentes.

Y estos problemas no son abstractos ya que sus repercusiones afectan cada persona y a cada familia, pero nos tocan a todos y todas, porque vivir en sociedad implica que debamos asumirlos como de la comunidad.

Me preocupa de sobremanera escuchar y ver cómo, desde ciertos intereses mediáticos y sectores políticos, se promueven y agitan valores que contrarían el bienestar colectivo.

Es lo que sucede, por ejemplo, con la prédica “anticuarentena”, basada en la exaltación de una supuesta supremacía del derecho a la decisión individual por sobre cualquier otro condicionamiento, que nos ha llevado a una multiplicación de los contagios, las internaciones y fallecimientos.

Lo paradójico es que, de esta manera, la indolencia de unos pocos ha terminado afectando las vidas del conjunto.

La experiencia nos enseña que sólo tenemos éxito como sociedad cuando nos alineamos en una dirección común, siendo capaces de encontrar puntos de equilibrio entre los diversos intereses particulares, para poder disfrutar de logros colectivos.

Tener presente este concepto, es especialmente importante ante las dificultades que atravesamos hoy, cuando hasta las economías más poderosas del mundo enfrentan derrumbes de la actividad económica y multimillonarias pérdidas de puestos de trabajo.

Nos toca lidiar con este durísimo panorama mundial, con el agravante de tener que resolver también la crisis económica provocada por el modelo de especulación financiera que impuso el gobierno de Cambiemos.

Y debemos tener claro que sólo seremos exitosos si somos capaces de trabajar mancomunadamente, articulando “las pequeñas verdades relativas” de cada uno, como solía decirnos Néstor Kirchner, expresando con honestidad nuestras diferencias.

Nunca me gustó cuando algunas personas dicen una cosa y hacen otra. Pero me resulta absolutamente inaceptable cuando esa incoherencia proviene de quienes tienen responsabilidades frente a la ciudadanía.

Semanas atrás, me tocó asistir en la primera fila al lamentable espectáculo de un bloque de diputados nacionales que, agitando la bandera de la “defensa de las instituciones” pretendió paralizar al Congreso Nacional.

En ese extremo del “doble discurso”, el bloque de Juntos por el Cambio se negaba a sesionar por medio de los mismos mecanismos por los que sus miembros participan cotidianamente de todas las actividades legislativas en ambas cámaras, en las sesiones del Senado y en todas las legislaturas de las jurisdicciones en las que son gobierno.

Así también el “capricho” de unos pocos termina afectándonos a todos.

No es difícil de ver que, detrás de muchos discursos “republicanos”, se esconde la intención de poner en crisis el conjunto del ordenamiento legal e institucional.

Por eso creo que frente al egoísmo y a la hipocresía que promueven algunos, es más necesario que nunca ratificar y fortalecer valores como la solidaridad, la sinceridad y la coherencia.

Respeto profundamente a quienes dicen lo que piensan y, fundamentalmente, a quienes hacen lo que dicen.

Pero mucho más a quienes sin estridencias, y muchas veces en forma silenciosa, piensan, dicen y hacen en función del bienestar colectivo.