Sistema de Reservas Naturales Urbanas de Río Gallegos

Los humedales urbanos protegen a la ciudad de las inundaciones

Los Aonekkenk, tehuelches del sur, cuentan como “Kooj, en un tiempo muy lejano, cuando no existía el sol, ni el agua, ni la tierra, ni la vida, solamente había una neblina de oscuridad, densa y húmeda...” (1), comenzó a llorar dando así origen con sus lágrimas al mar (agua). A partir de allí fue creando todos los elementos que conforman la vida en esta Madre Tierra. El Sol (fuego), el viento (aire) que arrastra las nubes y éstas que se derraman en lluvia sobre la Tierra recién nacida. “Así fueron naciendo los pastos, los peces, los insectos, los otros animales de la tierra y los animales del aire, los pájaros...Y todos, todos vivían en perfecta armonía..."(1). Será por eso que cuando pensamos en agua, pensamos en Vida.

  • 26/01/2021 • 07:45
Las Reservas Naturales Urbanas aportan al ambiente local invaluables servicios ecosistémicos, además de ser espacios de contacto con la naturaleza.
Las Reservas Naturales Urbanas aportan al ambiente local invaluables servicios ecosistémicos, además de ser espacios de contacto con la naturaleza.

Por Asociación Ambiente Sur

La ciudad de Río Gallegos está asentada sobre las márgenes de un gran humedal natural, el Estuario del río Gallegos, lo cual le dio su fisonomía original de puerto, al que luego le dio la espalda para volver, a principios de este siglo, a revalorizar desde todo punto de vista este maravilloso ecosistema, de la mano de profesionales que lo investigaron en sus valores biológicos, de ONGs y ciudadanos que trabajaron por esta revalorización apoyando a los organismos estatales para su conservación.

Así, la Reserva Costera Urbana (R.C.U.) fue en 2004 la primer área protegida de la ciudad y, en 2009, se creó por la Ordenanza N°6762 el Sistema de Reservas Naturales Urbanas (S.R.N.U.) de la ciudad. Este S.R.N.U. se integra entonces, por una reserva natural que conserva una muestra del ecosistema terrestre, con predominancia de arbustos (Predio Ex Startel), seis ecosistemas acuáticos (humedales) y uno costero, que protege marismas, intermareales y el ecotono (zona de transición) con el ambiente terrestre (R.C.U.). En total, cubren aproximadamente 1420 hectáreas.

Santiago Imberti, presidente de la Asociación Ambiente Sur, destaca que el Sistema de R.N.U. de Río Gallegos “posee un gran valor de conservación, el que varía en sus características de una reserva a otra, ya que algunas protegen espacios básicos para especies en peligro de extinción y otras cumplen una función educativa y recreativa muy importante. El Sistema es amplio en ese sentido, tenemos desde ambientes cuasi naturales como la Reserva Costera hasta otros altamente modificados, pero que aún así reciben la visita de ejemplares de avifauna que realizan migraciones increíbles”.

El sistema está conformado en su mayoría por el estuario y las lagunas, humedales naturales, y uno artificial (R.N.U. Laguna de los Patos), sobre los cuales avanzó la urbanización sin respetar los cauces naturales de los mismos y el ciclo del agua, afectando a estos ambientes que poseen una riquísima biodiversidad y que prestan invaluables servicios ecosistémicos. De estos aspectos queremos ocuparnos hoy.

Humedales y cambio climático

En primer lugar, debemos poner en contexto global lo que ocurre con los reservorios de agua, no solo superficiales sino subterráneos y atmosféricos. Una importante amenaza para los humedales en este siglo es el cambio climático, ya que el cambio de las condiciones climáticas puede degradar gravemente la calidad de los beneficios que prestan.

Por otra parte, la protección y conservación de los humedales puede ser una herramienta importante en el arsenal de la humanidad para combatir el cambio climático. Investigaciones recientes han establecido el alto potencial de secuestro (capacidad de absorber los gases de efecto invernadero) de los humedales. Si no se protegen, estos ecosistemas podrían liberar una enorme cantidad de gases de efecto invernadero en la atmósfera. No sólo actúan como almacenes de carbono y otros gases de efecto invernadero, sino también como importantes “sumideros” de estos gases al absorberlos a través de sus funciones biológicas.

En un año que dejó al desnudo la directa relación entre la devastación del ambiente planetario y la aparición de enfermedades zoonóticas; en que el agua se transformó en una mercancía que cotiza en Wall Street por tratarse de un bien escaso, es urgente y necesario poner la mirada como comunidad en la conservación de nuestros humedales.

 

¿De qué nos protegen los humedales?

La importancia de estos humedales para el ciclo hidrológico reside en que no solo conservan una muestra del paisaje natural propio de la estepa patagónica, sino que constituyen un centro de almacenamiento de aguas pluviales que impiden la inundación de sectores de la ciudad aledaños; ofrecen hábitat a especies de la fauna silvestre y constituyen naturales centros de filtrado urbano por su capacidad de almacenar aguas provenientes de las precipitaciones, hecho que por ejemplo se evidencia en días de fuertes lluvias en los que varios sectores de la ciudad se anegan.

Se estima que, por efectos del cambio climático, el aumento del nivel del mar provocará un incremento de las inundaciones en regiones particularmente bajas que afectará a las ciudades costeras y a las personas que viven en ellas.

La zona ripariana (de ribera) es el sector de transición entre un ecosistema acuático y uno terrestre y juega un rol relevante como estabilizador de riberas; en el control de inundaciones; en el almacenamiento, transporte y liberación de sedimentos y nutrientes; en la recarga de acuíferos; como filtro de contaminantes y en la generación de hábitats terrestres y acuáticos.

Asimismo, la desaparición de la vegetación ripariana incide fuertemente en la temperatura de las aguas de los ríos y arroyos, disminuyéndola en invierno y aumentándola en la época estival provocando la falta de oxígeno y modificando el comportamiento de las especies que allí viven.

Río Gallegos no escapa a esta realidad, la cual se hace presente en el otoño y parte del invierno, cuando una precipitación extrema nos hace recordar lo vulnerables que somos ya que hemos modificado todas aquellas herramientas y soluciones que la naturaleza nos ha brindado o puesto a nuestra disposición, como son las áreas naturales de amortiguación representadas bajo el nombre de canales y lagunas interiores, llámense laguna Ortiz, María La Gorda, Los Patos, entre otras.

Claro está entonces que, además de las negativas consecuencias que la degradación de los humedales conlleva en sus aspectos ambientales, recreativos, educativos y culturales, deportivos y de contacto con la naturaleza (especialmente revalorizado por la actual pandemia), debemos agregarle el impacto que tienen las inundaciones sobre las economías a nivel municipal y regional.

Todas ellas razones de más para que desde todos los sectores se tome un genuino compromiso para la conservación de los humedales urbanos de Río Gallegos.

(1) Tomado de la transcripción realizada por Magrassi, G., que la toma de la recopilación efectuada por Manuel Llaras Samitier, publicada en la Revista RUNA, Vol. III, Bs.As., 1950, pág. 170 – 199.

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Mapa donde se ubican las distintas áreas protegidas del Sistema de Reservas Naturales Urbanas de Río Gallegos.