Historia

Los aros viajeros de Marisol

En este espacio de TiempoSur , hoy contaremos la historia de Marisol Gutiérrez, una joven del arte callejero, que vino “de los semáforos de La Matanza a las escuelas de Río Gallegos”.

  • 07/12/2019 • 10:20
Marisol.
Marisol.

La joven recorrió Latinoamérica, aprendió con la educación popular típica de cada pueblo que recorrió y el arte callejero de las esquinas, se perfeccionó y trabajó en circos. Los vientos de cambio la trajeron a la Patagonia y este año comenzó a dar clases de hoola hoop a pequeñas en la capital de Santa Cruz. Marisol Gutiérrez le contó su historia a TiempoSur

Su llegada a Río Gallegos

En febrero se cumplirán dos años desde su llegada a Río Gallegos donde a pesar de mantener un corazón nómade, planea quedarse unos meses más. Su amor por la capital santacruceña nació al igual que su formación por el arte del hoola hoop, viajando. Marisol nació hace 28 años en La Matanza, Buenos Aires y hace 5 emprendió un recorrido latinoamericano que pretendía terminar en la Patagonia.

En este camino, fue haciendo amigos y decidió echar raíces en la ciudad. Actualmente, brinda clases para niñas en el Instituto de Acrobacias Aéreas Prana y la Escuela Provincial de Danzas, donde busca plantar la semilla con la disciplina de los aros, que además de deporte, es danza y diversión. “De chiquita hacía hoola como todas las nenas que jugamos alguna vez” explicó la profesora.

Pero fue cuando emprendió su viaje por el sur del continente que se encontró con otras artistas populares que le enseñaron que no se trataba solamente de menear la cintura para mantener un aro en movimiento. Compartió talleres, combinó las técnicas de movimiento con entrenamiento físico con mujeres de Rusia, Uruguay y Chile por años en distintos lugares, muchas veces su escuela fue un semáforo en rojo en una esquina, donde además hacía unos pesos.

El ser aventurera la llevó a hacer hoola en escuelitas rurales de Colombia, donde los estudiantes “nunca en su vida habían visto un payaso o un malabarista, por lo que se volvían locos”. En colegios montañosos, refugiados en las nubes para los que había que caminar horas desde la urbe más cercana para poder llegar, reafirmó su entusiasmo por las sonrisas más pequeñas. “Cuando se acercaban gritando a las puertas de sus aulas te explotaba el corazón” recordó.

Así fue intercambiando con grandes y chicos el arte de los aros y perfeccionándose kilómetro a kilómetro. De las artistas con las que aprendió, precisó que “todas las chicas tenían una técnica particular y despedazaban cada truco para ir enseñándolo”. En estas latitudes comenzó dando shows de 40 segundos en intersección de Zapiola y San Martín, que es de las más elegidas por los artistas callejeros.

Destacó que en Río Gallegos, el único obstáculo es el viento, ya que en comparación con otras ciudades, es mucho más seguro y tranquilo este tipo de trabajo y que además, se gana bien. “Me encanta estar bien cerca de lo que pasa” comentó, relatando que en las cientos de ciudades que visitó pudo vivir experiencias sinceras con el arte callejero. Lejos del turismo para la venta, Marisol afirma que en la calle “conocés la esencia de la gente”.

La “profe Sol” nunca pensó institucionalizar su práctica, pero las oportunidades y circunstancias la llevaron a espacios cerrados donde llamó la atención de las más pequeñas. “Al principio no me sentía con la capacidad de manejar un grupo pero fui aprendiendo” explicó y resaltó que cada una de sus estudiantes está en su clase con el entusiasmo propio de las niñas de 6 a 12 que realizan sus deportes favoritos, pero con los condimentos de una docente algo atípica.

Compañerismo y diálogo

La joven artista busca promover el compañerismo en sus clases. “Cuando actúo en la calle me doy cuenta que puedo cambiarle el día a alguien que viene atestado del laburo, el estrés diario, lo despego de eso, pero dando las clases a chicas abarcás una generación que no está con estos preconceptos o prejuicios de competencia” explicó.

Otra herramienta que la viajera considera esencial es el diálogo. “Cuando las más grandes terminan, ayudan a las más pequeñas y terminan estando todas orgullosas. No va a existir una frustración o competencia porque va a estar todo re bien y vamos a seguir intentando en equipo” explicó a TiempoSur.

Como anécdota, comentó que el fin de semana pasado en la presentación final de Prana, una de las niñas más pequeñas no podía parar de temblar por la presión del público hasta que una conversación grupal fue invitación y así llegaron a la conclusión de que lo importante es “poner el corazón y disfrutar”. Después de eso, todas participaron con confianza y movimientos precisos.

Marisol también aplica en cada uno de sus encuentros preceptos que aprendió del profesorado de yoga que cursó el año pasado en Río Gallegos. Herramientas de respiración, relajación y entrada en calor muscular se combinan con el juego y brindan clases diferentes que incluyen motivación e incentivo para todas las niñas “hasta que sale, con esfuerzo y hay festejo”.

La elección de la música en las interpretaciones tampoco es casual para Marisol Gutiérrez. Escoge canciones que salen de esta categoría “infantil” pero sin referencias sexuales o violentas, que lamentablemente abundan en los espacios para los pequeños de la ciudad. De raíces latinoamericanas y con mensajes positivos, las melodías que acompañan los ejercicios de coordinación y destreza con aros son otro instrumento para la diversión. Éste, incluye mensajes de seguridad, confianza y respeto “aunque muchas veces ni se den cuenta las chicas”.

Actividades

En el día de hoy participará del festival aniversario de la murga de PAyCaN en el Centro Chileno a las 18:00 con entrada libre y gratuita y continuará acompañando una muestra de fin de año de A MArte, escuela de artes escénicas local. También presta sus servicios para animar eventos infantiles y continuará durante el verano con sus clases en Prana durante la semana y la Escuela Provincial de Danzas los sábados. En el tercer o cuarto mes del 2020 planea emprender un nuevo viaje.

A través de la fanpage de Facebook llamada “Sol Hoola Hoop Preformance” continuará brindando información sobre sus exposiciones y clases. Todas estas actividades las combinará con su amor inquebrantable, las presentaciones callejeras. La calle San Martín es su escenario predilecto, sin superiores, sin limitaciones, sin horarios y llena de libertad y expresión.

Esta pasión, espera inculcarla en las pequeñas que hoy estudian y se divierten en las instituciones. Marisol percibe a Río Gallegos como una localidad ideal para este tipo de actividades dentro y fuera de ellas ya que “la ciudad lo permite y hay mucho respeto”. La joven deja la posibilidad de volver después de su próximo viaje, pero atesora estar echando raíces patagónicas “porque donde crecés, ahí te vas quedando”.