Día del Periodista

La necesidad de un gran acuerdo educativo en Santa Cruz

Que la educación está en problemas no es ningún descubrimiento, pero la pandemia desnudó muchos otros inconvenientes. Cómo recuperamos la presencialidad, además de los protocolos sanitarios, es una tarea que no deben encarar en exclusiva las autoridades educativas, sino que deberían convocar a especialistas para definir el rumbo a adoptar. Lo que está viviendo el mundo es excepcional  y como tal requiere de medidas excepcionales.  De esta situación se sale con acuerdos y con diálogo, algo que falta desde hace tiempo en el campo educativo en Santa Cruz.

  • 07/06/2020 • 11:08
Foto web ilustrativa
Foto web ilustrativa

Por Alfredo Fernández - Periodista Tiempo FM

La pandemia dejó al descubierto un sinnúmero de desigualdades en nuestra sociedad. Una de esas desigualdades está vinculada a la educación. De un día para otro se necesitaban en los hogares donde había estudiantes los siguientes elementos: una computadora, conexión a internet, espacio físico adecuado, y además capacidad de organización y disposición mental para estudiar desde casa. En el caso de los docentes todos esos recursos y además rediseñar sus actividades y estrategias para reemplazar la presencialidad.

Pero ¿cómo enfrentaron este desafío las familias que asisten a la escuela pública, y que no tienen ingresos, condiciones habitacionales dignas, y que muchas veces utilizan los recursos del Estado o las acciones de voluntariado y caridad de las organizaciones sociales para subsistir?

Veamos algunos ejemplos. El Ministro de Educación Nicolás Trotta dijo hace unos días que más del 60% de la matrícula en el país no tiene conectividad. Y agregó que el sistema educativo tiene agendas del siglo XIX conviviendo con agendas del siglo XXI, haciendo referencia a escuelas con graves problemas de infraestructura y servicios. La situación de desigualdad que presentan las escuelas en Santa Cruz, tanto las urbanas como las rurales, es también un punto a mencionar. Muchas tienen conectividad en los establecimientos. Pero no todos los alumnos tienen ese acceso en sus viviendas, y muchos carecen de los elementos necesarios que repasamos anteriormente para poder asistir las clases virtuales. Las escuelas rurales, por ejemplo, y las familias que asisten allí. ¿Cómo hicieron en la cuarentena con el acceso a las novedosas plataformas educativas?

Hay quienes no sufren estas necesidades, que dependen de un sueldo fijo regular, y que durante esta pandemia no vieron afectados sus ingresos. También hay padres que pudieron acompañar a sus hijos en las clases online, impusieron rutinas de estudio y diversión durante la cuarentena. ¡Enhorabuena!

Algunos pudieron subirse a ese tren. Otros, como siempre, se quedaron afuera. Abajo. Y el tren se fue. El Estado, que debe acompañar a todos, pero en especial a este último sector de la población, hizo lo que pudo, o lo que quiso. De golpe se imprimieron cuadernillos como si repartirlos desde una góndola de supermercado, o también casa por casa, reemplazara la comunicación entre el docente y el alumno, que se truncó desde aquel viernes 20 de marzo.

Los docentes tampoco la tuvieron fácil. Sumado a todo lo que tenían que hacer como padres con sus hijos, debían rediseñar sus planificaciones en plataformas hasta hoy desconocidas, y proponer nuevas actividades para realizar en la virtualidad a través de Zoom, Meet u otras aplicaciones. Y además, y como si fuera fácil, sobreponerse a la angustia propia que significa el encierro y la falta del contacto habitual con los estudiantes en el aula y con otros docentes en el ámbito natural, la escuela.

Frente a este panorama surgen algunos interrogantes: ¿cómo debemos salir de esta situación de virtualidad desigual? ¿quiénes son los que deben liderar este proceso? ¿acaso solo las autoridades de un Consejo Provincial de Educación que no ha sesionado durante 2020 de manera regular, y solo lo hizo en febrero pasado de manera extraordinaria y con un solo punto a aprobar?

Se hace necesario, entonces, un gran acuerdo educativo, donde además de los funcionarios oficiales, participen especialistas -que los hay y muy buenos en Santa Cruz-, que puedan acompañar las decisiones oficiales con nuevas propuestas para poder salir de esta pandemia y reformular la educación en la provincia.

Un gran acuerdo educativo que permita que los sectores más postergados puedan subirse al tren del conocimiento, y se acorte la brecha con los sectores más favorecidos que tienen otras herramientas, otras estrategias para poder salir adelante.

Un gran acuerdo educativo que desde la humildad y el sinceramiento, sea capaz de realizar los ajustes necesarios en la legislación y en la normativa, para tener nuevos y mejores resultados.

Un gran acuerdo educativo inspirado en el trabajo conjunto que desarrollaron de manera ejemplar durante la pandemia el presidente Alberto Fernández, el jefe de gobierno Horario Rodriguez Larreta, y el gobernador Axel Kicilof, que más allá de sus posturas políticas y partidarias, demostraron que de una crisis se sale entre todos. Y todas.

Ahora la sociedad requiere de sus funcionarios y de sus integrantes gestos de acuerdos, de aportes, de diálogo para el desarrollo de una verdadera política educativa.

Nadie es experto en pandemias. Nadie puede atribuirse el rol único de ser el salvador. De las crisis se sale entre todos. El propio Alberto Fernández dijo que “estamos innovando y no tenemos experiencia en pandemias”.  Y de forma permanente se asesora con especialistas de diversos sectores políticos.

En verdad no es muy difícil. Solo requiere decisión, voluntad, y actitud de escucha y humildad. Nada más que eso, y nada menos.