Estudio

La discontinua entrega de libros escolares en 10 años: por qué es importante esta política educativa

De acuerdo al estudio “¿Cómo evolucionó la distribución de libros a nivel nacional?”, que realizó el Observatorio de Argentinos por la Educación desde el 2011 al 2021, la entrega de libros y manuales escolares fue irregular, aun durante la misma gestión de los gobiernos nacionales. En 2014 se entregaron 9,8 millones de libros, pero ninguno en 2016.

  • 21/05/2022 • 09:00
Gráfico por año y millones de libros entregados desde 2011 al 2021.
Gráfico por año y millones de libros entregados desde 2011 al 2021.

En los últimos 10 años hubo una volátil entrega de libros y manuales escolares en Argentina, independientemente de quién esté a cargo del Ejecutivo nacional y las políticas públicas.

Así surge del estudio “¿Cómo evolucionó la distribución de libros a nivel nacional?”, que realizó el Observatorio de Argentinos por la Educación desde el 2011 al 2021, con autoría de Javier Curcio (UBA y CONICET), Martín Nistal y Víctor Volman (Observatorio de Argentinos por la Educación).

Por ejemplo, durante 2014 se entregaron 9,8 millones de libros y manuales escolares; y en el otro extremo, en 2016 y 2020 no se registró entrega de libros.

“Es muy importante para la escuela pública, porque son muchos lugares en donde faltan manuales y libros de texto, y esto tiene que ver con la inclusión y cómo el Estado hace partícipe a sectores en donde los chicos tengan este material que es el más tradicional”, explicó Martín Nistal, analista de datos del Observatorio de Argentinos por la Educación, Economista de la UBA, quien además cuenta con una Maestría en Economía de la Universidad de San Andrés.

El economista señaló que los libros y manuales son una herramienta fundamental en donde “el Estado se hace presente otorgando este material, que también es para los docentes que dictan clases en un contexto vulnerable y en donde la provisión de libros es fundamental”.

El punto más llamativo del análisis es la irregularidad y volatilidad en la entrega de libros y manuales escolares “que van cambiando con distintos años y gobiernos”.

“La política debería ser consistente, no debería identificar colores políticos ni coyuntura del gobierno, sin embargo, hay unos altos y bajos importantes”, apuntó.

Nistal resaltó que con una misma gestión de gobierno, los datos también fueron muy cambiantes. Por ejemplo, durante 2012 se entregaron 4,5 millones de libros y manuales escolares; pero al año siguiente en 2013, esta cifra casi se duplicó en 8,5 millones, y se incrementó en 2014 con 9,8 millones. En 2015, bajó a 6,4 millones,

en 2016 no hubo ninguna entrega; al año siguiente fue de 3,6 millones y en 2018 llegó a 3,9 millones.

Durante la pandemia -2020 y 2021- el Ministerio de Educación entregó material didáctico en forma de cuadernillos pero no forman parte de la categoría analizada.

Javier Curcio, coautor del estudio, destacó que “la pandemia evidenció la necesidad de incrementar las tecnologías y materiales pedagógicos para fortalecer los procesos de enseñanza-aprendizaje en la sociedad del conocimiento en la que transitamos”. En ese marco, según el autor “es imprescindible proteger las partidas presupuestarias y sostener las inversiones en estos rubros, orientando las decisiones especialmente en los contextos de crisis. Es muy importante que el Gobierno nacional participe en la distribución de materiales pedagógicos a las escuelas para reducir las inequidades territoriales y fortalecer la inclusión educativa de calidad”

Para 2022 el estudio destacó que se anunció el programa Libros para aprender, que prevé la entrega de 8,2 millones de libros de texto, pero restará conocer si esos libros físicos fueron efectivamente entregados.

“Analizamos la entrega física de libros que llegaron efectivamente, así que esperamos que así sea lo anunciado porque volveríamos a niveles muy altos” vertió, e insistió: “Es muy inconsistente y volátil cuando esta política debería ser estable, porque los alumnos son más o menos los mismos cada año, y la entrega de libros y manuales escolares es algo profundo y tradicional, no es algo que pueda gustar o no, sino súper tradicional”, remarcó.

El análisis incluye también lo presupuestado y destinado por el Gobierno nacional para la compra y entrega de libros y manuales, pero no tiene en cuenta si las provincias realizan un aporte de manera independiente.

“En el sistema educativo de nuestro país, tres de cada cuatro pesos lo pone la provincia, y uno de cada 4, lo aporta Nación. Sólo analizamos lo entregado por Nación, pero hay provincias activas que hacen entregas aunque no son parte del estudio”, precisó Nistal, y agregó que “Nación es un actor relevante y principal en la entrega de libros y manuales, porque es el que más compra, muy por encima de todas las provincias”.

 

PRESUPUESTO

Como se advirtió, el presupuesto destinado a la provisión de libros escolares fue también, por ende, inestable en los últimos 10 años. Creció de 2011 a 2015, cuando alcanzó un pico de 4.292 millones de pesos. Los años de menor inversión en este rubro fueron 2020 (cuando no se destinaron recursos a la provisión de libros) y 2019 (con apenas 380 millones de pesos). En 2021 se invirtieron 3.436 millones de pesos: 9 veces más que lo gastado en 2019. Todos los valores están expresados en pesos constantes de 2021.

“El objetivo del programa de distribución de libros en escuelas de todo el país se centra en la reducción de la brecha de acceso a este bien simbólico en niños, niñas y adolescentes. El presente informe muestra con claridad los vaivenes y discontinuidades de su ejecución, tanto financiera como física, según los distintos gobiernos de turno. Frente a esto, es imperioso que la provisión de libros de texto y literatura se institucionalice en una política de Estado, para que su democratización no quede librada a la buena voluntad de un Ministro de Educación pasajero”, afirmó Damián Fresolone, editor y diplomado en Políticas Editoriales.

Juan Doberti, docente e investigador de la UBA, explicó que “la entrega de libros a las escuelas constituye un dispositivo pedagógico llevado a cabo por el Estado nacional durante la última década que, como todo elemento de política educativa, debe ser sostenido en el largo plazo y evaluado para analizar si corresponde su mantenimiento y cuáles son las medidas para su mejora. La evidencia alerta sobre las fluctuaciones de recursos invertidos a través de los años, con períodos de subfinanciamientos notables, lo cual conspira contra la efectividad de las políticas y expone la necesidad de sostener el esfuerzo económico en el tiempo como condición necesaria para lograr los objetivos planteados”.