Altas temperaturas y sequía

Humedales: sistemas que sostienen la vida amenazados por el cambio climático

Por Asociación Ambiente Sur

  • 15/02/2022 • 08:30
El cambio climático y sus consecuencias de sequía y desertificación afecta a los humedales, como es el caso de la laguna María La Gorda en Río Gallegos.
El cambio climático y sus consecuencias de sequía y desertificación afecta a los humedales, como es el caso de la laguna María La Gorda en Río Gallegos.

Hace 6000 años, todavía los hielos de la última glaciación estaban retirándose de la zona donde actualmente está asentada la ciudad de Río Gallegos. En su retroceso y en el posterior avance de las aguas del mar sobre esta orilla las aguas se movían, filtraban y drenaban por los paleocauces (ríos, canales, arroyos y lagunas) que aún existen. Son los ríos Gallegos y Chico y las grietas o lagunas que permiten a las aguas de lluvia discurrir meseta abajo hacia la costa, el Estuario del río Gallegos, o ser contenidas en las lagunas que forman parte del Sistema de Reservas Naturales Urbanas de la ciudad.

Ese es uno de los principales servicios ecosistémicos que nos brindan los humedales locales, hoy legalmente protegidos, de los cuales el más importante es el Estuario del río Gallegos, la ría como se le dice en el lenguaje coloquial local. Estos ecosistemas regulan los ciclos del agua, protegen a la ciudad de las inundaciones a pesar de que históricamente la urbanización tapó muchos de esos drenajes naturales haciendo que las aguas escurran superficialmente por las calles; evitan  la erosión de la costa; brindan un ambiente que alberga una rica biodiversidad propia de esta ecoregión; estabilizan la temperatura y humedad del ambiente; limpian el aire y, lo que no es menor, dan la oportunidad a la población de disfrutar un contacto directo con la naturaleza y proveen oportunidades de educación ambiental, actividades deportivas, culturales y económicas.

El Sistema de Reservas Naturales Urbanas de Río Gallegos está constituido en su mayor parte por humedales que filtran las aguas de lluvia y regulan el clima.

 

Tal la importancia sustancial de conservar los humedales, en nuestra ciudad, en la región y el país. Sin embargo, estos cuerpos de agua que sostienen la vida están seriamente amenazados por las actividades antrópicas, el cambio climático y como consecuencia de éste, una persistente sequía que desde hace años afecta a la Argentina.

Los expertos nos advierten que los efectos del cambio climático dejaron de ser una alerta del futuro para transformarse en una preocupación del presente. Además del aumento de la temperatura global, muestran que ya empieza a observarse una intensificación de los ciclos hidrológicos, provocando precipitaciones e inundaciones más intensas, pero también sequías más pronunciadas. En la Provincia de Santa Cruz, a la sequía se suma la desertificación, de la cual se tomó registro en las salidas de campo de la Asociación.

En Argentina, según un informe de la Fundación Humedales, “la escasez de agua afecta el correcto funcionamiento de los humedales poniendo en riesgo la biodiversidad y los medios de vida de nuestras comunidades. La Argentina sufre una crisis hídrica sin precedentes, que ya se siente en las altas cumbres de los Andes. La región se está volviendo cada vez más seca por efecto del cambio climático, con menos lluvias, disminución del agua de deshielo por el derretimiento de los glaciares y por el creciente uso del agua para la minería y la energía hidroeléctrica”, informan.

Esta situación es visible para los observadores y científicos de la Asociación Ambiente Sur que trabajan en colaboración con colegas de otras ONG´s y Universidades. Van algunos botones de muestra:

Como consecuencia de la crisis climática, las olas de calor son cada vez más frecuentes y más duraderas. Por caso, en 2019 más de 300 pingüinos de Magallanes murieron porque no pudieron soportar una temperatura de 44ºC en Punta Tombo, Chubut.

El Macá tobiano, un ave endémica de la Provincia de Santa Cruz y en peligro crítico de extinción, durante tres temporadas no se reprodujo como lo hace habitualmente en las lagunas de la estepa del noroeste provincial durante el verano. Una de las razones por las que la especie no encontró las condiciones para reproducirse fue también consecuencia del cambio climático y la sequía: el tardío florecimiento de la vinagrilla, una planta flotante que crece en estas lagunas y donde el Macá tobiano construye sus nidos. Tuvieron que pasar tres años para que los científicos y voluntarios del Proyecto Macá Tobiano, que llevan adelante desde 2009 Ambiente Sur y Aves Argentinas, observaran nacimientos de pichones en esta temporada.

En diciembre pasado, en el marco del Proyecto Pluvianellus, que desarrollan la Asociación y el Centro de Rehabilitación de Aves Leñadura (CRAL) de Punta Arenas, se realizó junto a otras organizaciones el 1º Censo binacional de Chorlito ceniciento o Chorlo de Magallanes, donde encontraron un número de individuos de la especie muy inferior al que se suponía por relevamientos previos. Si bien este número aún debe confirmarse con censos posteriores, una de las razones que advirtieron los que recorrieron el territorio es la extrema sequía, en comparación a registros anteriores, de muchas de las lagunas salobres donde este chorlito se alimenta y descansa, dado que se trata de cuerpos de agua muy frágiles y ambientes muy específicos donde vive la especie.

La Reserva Natural Urbana Laguna María La Gorda, en Río Gallegos, se encuentra actualmente con una disminución total del agua de su cauce. Se espera que con las lluvias invernales este humedal recupere el nivel de sus aguas.

Humedales: ambientes que hacen posible la vida en la Tierra

Podemos definir a los humedales como zonas de tierra inundadas de forma temporal o permanente. El agua es el elemento clave que define sus características físicas, vegetales, animales y sus relaciones. Se distinguen también por las características particulares de sus suelos y por la presencia de plantas y animales adaptados a sus períodos de anegamiento y sequía. Como decíamos antes, ellos nos brindan invaluables servicios ecosistémicos: el 40% de la biodiversidad mundial vive o se reproduce en ellos; son grandes filtros depuradores y reservorios de agua dulce; amortiguan los impactos de las lluvias y almacenan más carbono que ningún otro ecosistema, por eso son grandes aliados para enfrentar los impactos derivados del cambio climático; también se encuentran unidos a diversas culturas y tradiciones, además de poseer valores recreativos, sociales y ecoturísticos. En síntesis, constituyen parte integral de los sistemas naturales que hacen posible la vida en la Tierra.

¿Qué podemos hacer para colaborar en su conservación? A nivel nacional, apoyar la sanción de una Ley de presupuestos mínimos para su conservación. Desde hace dos décadas esta Ley es impulsada por organizaciones de la sociedad civil sin éxito, habiendo perdido estado parlamentario tres proyectos que ingresaron al Congreso Nacional con ese fin.

En el plano local, participar activamente en los grupos que promueven acciones de conservación y educación ambiental por los humedales locales, tales como el Ente de Manejo Participativo del Sistema de Reservas Naturales Urbanas (S.R.N.U.) de Río Gallegos, que nuclea a vecinos interesados en la problemática; los Grupos de apoyo de vecinos de las R.N.U. o en Organizaciones No Gubernamentales que trabajan en su protección, estudio y conservación.

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