Coronavirus

Fue arquero de Boca Río Gallegos: "colgó los guantes" para tratar enfermos por Covid-19

Cristian Moyano surgió de Instituto e incursionó por varios equipos del Ascenso, como Boca de Río Gallegos. Pero la pandemia apresuró su retiro y en la actualidad trabaja en el Hospital Fernández en el área de rehabilitación.

  • 06/08/2020 • 09:53

Los días de Cristian Moyano son muy distintos a los de su reciente etapa como futbolista profesional. El ex arquero de Instituto ya no se pone los guantes para ir a los entrenamientos, ni se ata los botines con el deseo de aferrarse al ascenso como lo hacía cuando vestía las camisetas de Laferrere, Cañuelas, Comunicaciones o Defensores de Belgrano. Tampoco vive la tranquilidad que le brindaban los pueblos cuando defendía los arcos de Boca de Río Gallegos, El Linqueño o Sarmiento de Junín. Ahora su rutina se basa en su trabajo en el Hospital Fernández, donde pertenece a un equipo encargado de rehabilitar a los pacientes que contrajeron el virus Covid-19.

“Es el partido más difícil de mi vida”, le dijo a Infobae luego de una extensa jornada laboral que requiere de sus conocimientos en kinesiología y fisiatría. “Estamos en una situación muy compleja; pero como ya veníamos mirando lo que sucedía en otros países, tuvimos tiempo para prepararnos bien. En mi caso, la clave fue la información y predisposición para contribuir en la parte que me toca”, continuó.

La pandemia apresuró el retiro del santafesino. Su idea era continuar ligado al fútbol durante un semestre o un año más, pero la suspensión de la práctica profesional aceleró su decisión. “Sabía que iba a estar difícil, porque la mayoría de los clubes quedaron con una economía muy deteriorada. Me llegó esta posibilidad y considero que es una etapa que recién arranca. Si bien me recibí hace un año y medio, no tenía un lugar fijo donde trabajar porque la prioridad era el fútbol, pero ahora estoy muy contento de estar en el hospital y muy agradecido a Martín Previgliano por la oportunidad que me dio para conformar este equipo”, subrayó.

El profesional que lo convocó para su proyecto es el docente que conoció en la Fundación Barceló. Una especie de entrenador que convocó a los mejores talentos para conformar su selección sanitaria. “Cuando integraba un plantel, les decía a mis compañeros que para ganar cosas importantes teníamos que conformar un buen grupo. Y en este caso, para ayudar a nuestros pacientes tenemos que formar un gran grupo humano. Y lo estamos haciendo desde todas las áreas”, analizó Moyano, quien se destaca en el área de kinesiología en el equipo transdisciplinario que también integran psicólogos, nutricionistas, fonoaudiólogas, enfermeras y personal de asistencia social.

El Hospital Fernández cuenta con cuatro terapias intensivas, y en la medida del progreso de cada paciente, se van realizando diversas evaluaciones de fuerza y movilidad, como así también algunos cuestionarios relacionados a su independencia para ir al baño o higienizarse. Una vez que el personal médico obtiene toda la información, se brinda un tratamiento individual para que los afectados puedan recibir el alta.

El ex arquero concurre tres veces por semana con turnos que comienzan a las ocho de la mañana y finalizan a medianoche. Se trata de una rotación con el resto de sus compañeros para que todos los días haya personal abocado a la rehabilitación de los pacientes. “Hoy me toca ver de cerca todo el daño que hace la pandemia”, reveló el jugador con pasado en La Gloria, sin omitir ningún detalle sobre las calamidades que afronta a diario: “Hay muchas cosas que me llaman la atención, como las escaras que se les forman a los pacientes por estar tanto tiempo acostados. Son como heridas en la parte donde tienen más proximidad ósea a la piel. Si además ese paciente tiene antecedentes con problemas de circulación o diabetes las cosas pueden empeorar. La pérdida de peso también fue algo que me impactó, porque hay gente que perdió hasta 25 kilos estando internada; y muchos pierden la noción del tiempo y el espacio al desconocer cuándo fueron ingresados”.

Los hábitos también cambiaron en la vida de Cristian Moyano. Cada vez que regresa a su casa deja las zapatillas en la puerta, se desviste de inmediato para colocar la ropa dentro de una bolsa de consorcio y 48 horas más tarde la pone en la lavadora a una temperatura de 40 grados. Se trata de un mecanismo preventivo para evitar un posible contagio a su novia, quien se convirtió en un pilar fundamental en su nuevo rol. “Ella siempre me apoyó. No puedo estar más agradecido, aunque la hubiera entendido si me hubiese pedido que no vaya al hospital”, reflexionó sobre la fuerza adicional que le brinda Antonella.

Con su pareja comparte las sensaciones que le genera observar el sufrimiento ajeno. Desde que se expandió el virus ha visto “un deterioro muy grande en los internados” y se ha impresionado por la cantidad de gente que tuvo que ser sometida a los respiradores artificiales. Sin embargo, su emoción se despierta cada vez que un recuperado abandona las instalaciones. “Es una de las satisfacciones más lindas que tenemos. Cuando los pacientes se van de los hospitales con el aplauso rotundo es muy impactante. Hay un agradecimiento constante, porque muchos te dicen que volvieron a vivir”.

En un contexto en el que se confirmó el regreso de los entrenamientos en el fútbol argentino, Moyano consideró que aún “hay muchas dificultades, porque estamos llegando al pico de la pandemia con casi 7.000 contagios diarios y muchas muertes”. Él es consciente de los peligros que imponen la falta de distanciamiento social, aunque reconoce que nunca le tuvo miedo al coronavirus. “Hay que tenerle mucho respeto. A mí me tocó ser uno de los primeros en ir trabajar y al principio pensaba cada paso que daba, desde cómo vestirme hasta cómo moverme, pero ahora ya me siento con más experiencia. De todos modos, no nos podemos relajar nunca, porque es una enfermedad muy dura. Y la gente tiene que hacer lo mismo. Hay que respetar los protocolos y no subestimar al virus”. Su optimismo relacionado a la creación de la vacuna se ampara en la confianza que siente por “nuestra medicina”. “Entiendo que se está avanzando para que esto llegue a su final y todos podamos volver a la normalidad”, concluyó. Él es uno más de los héroes anónimos que luchan codo a codo contra el fenómeno global que afecta al mundo. Es el partido más difícil de su vida. Y su objetivo, como el de todos, es terminarlo lo antes posible.