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Encontraron toxinas de origen natural en la Antártida: qué significa para la humanidad

Investigadores del Conicet colaboraron con científicos de Alemania y Chile en este estudio que reveló bajas concentraciones de sustancias tóxicas en el mar.

  • 25/04/2020 • 05:00
Encontraron toxinas de origen natural en la Antártida: qué significa para la humanidad
Encontraron toxinas de origen natural en la Antártida: qué significa para la humanidad

Un grupo de científicos del Conicet descubrieron por primera vez la existencia de sustancias tóxicas en el mar de la Antártida. El estudio se realizó junto a investigadores de Alemania y Chile para revelar la presencia de bajas concentraciones de toxina en el mar.

Las ficotoxinas, nombre de la sustancia hallada, son liberadas por organismos marinos que constituyen el fitoplancton. Este organismo sirve como alimento para otras especies que navegan por las aguas.

Aunque no presenten problemas para las criaturas marinas, en los humanos puede tener graves consecuencias en su salud. En algunos casos hasta puede llegar a causar la muerte.

Cuando hay un alto nivel de concentración de estas sustancias es que el peligro puede ser inminente. Así, se desarrolla un fenómeno que lleva el nombre de “marea roja”, lo cual afecta al suministro de agua en distintas ciudades.

Algo similar ocurrió en la ciudad de Ushuaia recientemente, ya que se debió prohibir la comercialización y el consumo de bivalvos.

Qué consecuencias tiene este descubrimiento en la Antártida

Si bien este estudio reveló la existencia de estas toxinas en las aguas de la Antártida, representa niveles muy bajos. Además, si bien los bivalvos se alimentan del fitoplancton que produce la ficotoxina, estos no son consumidos por humanos.

Aunque no hay un gran peligro detrás de este nuevo hallazgo, sí representa un gran avance científico. “Este esfuerzo internacional constituye el primer registro de ficotoxinas en Antártida, aunque con anterioridad ya se habían detectado algunas especies potencialmente tóxicas. Las concentraciones que encontramos son bajas, por lo que no son alarmantes pero indican una presencia que se desconocía”, afirmó Irene Schloss, investigadora del Conicet parte del grupo que llevó a cabo la investigación.