Especial

Empiezo por mí

Por Bernardo Stemateas.

  • 20/09/2020 • 08:45

El cambio, por lo general, nos genera miedo, nos perturba, nos hace dudar, nos intranquiliza. Pero con el tiempo, mientras lo vamos ejecutando, los resultados positivos colocan nuestras emociones en su lugar y nos brindan seguridad. Todos necesitamos cambiar algo, de vez en cuando, ya que lo nuevo nos brinda creatividad y la habilidad para remover toda información antigua y errónea que nos mantiene siempre en el mismo lugar.

Así como, de tanto en tanto, vaciamos la papelera para liberar espacio y esta se vuelve a llenar, lo mismo deberíamos hacer con nuestra mente. Solo así seremos capaces de abrazar el cambio sin temerle ni huir de él. Cuando experimentamos el fracaso, contamos con dos únicas opciones: dejamos que nos derrote y nos convierta en víctimas; o lo desafiamos y lo superamos para ser capaces de ir por más.

¿Cómo se produce un verdadero cambio en nuestras vidas?

Desde el mismo momento en el que yo mismo tomo la decisión de cambiar. Pero para ello, tenemos que dejar de depender de los demás, de estar pendientes de lo que sucede afuera, para comenzar a ser libres y a apoyarnos solamente en el compromiso que asumamos con nosotros mismos y con el sueño que se encuentra delante de nosotros.

Para ello es fundamental desarrollar el hábito de valorarnos y afirmarnos a cada instante, porque solo así logramos confiar en nuestras capacidades. Y si nos equivocamos, siempre hay tiempo para reordenarnos y volver a empezar. Todo lo que sucede en nuestras vidas depende de nuestras elecciones, decisiones y acciones. Porque aun las circunstancias más negativas pueden ser transmutadas si escogemos verlas desde un punto de vista diferente.

Postergar el cambio en nuestra vida solo consigue que nuestra forma de pensar se vuelva aún más rígida. Las oportunidades son esquivas para aquellos que se resisten al cambio porque nuestra atención se dirige hacia el tipo de mentalidad que hemos desarrollado. Por ejemplo, si pensamos en términos de incompetencia o incapacidad, nuestra atención se enfocará en los errores propios y ajenos.

Por esta razón, procuremos alimentar nuestra mente con ideas de crecimiento, superación y mejora continua para que esa vieja mentalidad que todos tenemos en algún punto sea renovada y deje de controlarnos sin que ni siquiera nos demos cuenta. Lo cierto es que cuantos más años de pensamientos inútiles tengamos, más resistencia al cambio personal exhibiremos.

Muchos persiguen el éxito incansablemente ignorando que este se halla en su mente mucho antes de convertirse en algo real. El éxito no es un logro, ni una recompensa ni una bendición; sino más bien una mente sana que alberga pensamientos positivos y una actitud favorable que nos acerca a los mejores resultados en todo lo que hagamos.

Si deseamos que nuestras circunstancias actuales cambien, comencemos por nosotros mismos y modifiquemos nuestra estructura mental que es, en definitiva, la que atrae el éxito o el fracaso. Después de todo, pensar bien o mal requiere del mismo esfuerzo.

*Bernardo Stemateas, Lic. en Psicología