Historias de laburantes

El pan nuestro de cada esquina

Fernando L., 34 años, es de Río Grande, Tierra del Fuego. Llegó a Gallegos en 2015 y se sintió a gusto . En el 2016 volvió a la Ciudad Cordial siguiendo a su banda preferida, Cambio de Actitud. El 2018 lo encontró residiendo definitivamente en la capital santacruceña, primero en la casa de una amiga y luego habitando una pensión. Lucha todos los días la vida vendiendo pan casero en las avenidas y las puertas de los supermercados. Es padre de Camila que tiene 11 añitos y no deja de soñar con un futuro mejor. Lo acompaña en su misión Drago, un Rottweiller de 4 años muy carismático y particular.

  • 18/12/2020 • 13:04

2020

Le cuenta a Tiempo Sur que “fue un año durísimo, creo que como a todos la pandemia me cruzó fuerte. En marzo afilé el ingenio porque estaba con cero laburo y ahí empecé a vender pizzas por Instagram, le puse Pizzas Drago al emprendimiento por el perro que me sigue a todos lados. Después en mayo arranqué con el pan. Me levanto muy temprano, tipo 6, desayuno y empiezo la preparación de los ingredientes. Hago tandas de seis hormas y todo lo que vendo es lo que puedo producir en el día”.

Por las tardes, con la canasta repleta de pan caliente, y Drago a su lado luciendo unos anteojos de sol muy modernos, Fernando se ubica en Liniers y Gregores y el éxito en la venta no le da la espalda. La estructura del lactal es suave, se recibe bien en el paladar, con un tenor salado muy leve y agradable.

Gallegos

“La pandemia me agarró en la ciudad, que me parece bastante interesante para vivir. De hecho, estoy relativamente cerca de mi familia que reside en Río Grande. Cuando estuve en Trelew sí se me complicaba bastante, la distancia era otra aunque si lo pienso bien con las limitaciones lógicas del COVID también es difícil ir a la Isla. Me tuve que rebuscar porque a pesar de que no me va mal con los panes, y es algo que sé hacer, cocinar, la idea y las expectativas es después de pasar las fiestas con mi familia volver en el 2021 y conseguir un trabajo estable”.

La ambición es poder entrar al trabajo registrado. Rotiserías, panaderías. Busca como todo laburante el tener una obra social, aportes. Muchas jornadas con un viento inclemente lo encuentran parado ofreciendo su producto sin el colchón que brinda la certeza del trabajo en blanco. ES UN EMPRENDEDOR VALIENTE, SÍ, PERO SABE SUS LIMITACIONES.

“La primera vez que vine en 2015 para ir a la Fiesta del Lago, me enfermé estando acá y no pude viajar a El Calafate. Es una ciudad tranquila y me siento cómodo. El hecho de que esté la banda que me gusta, Cambio de Actitud, que hace punk rock y que cada vez que toca puedo estar presente, hace la diferencia. Estando en la isla tenía que viajar a verlos y se me complicaba. He llegado a hacer dedo para seguirlos, entre Navidad y Año Nuevo, así que imaginate lo que son para mí”.

Drago

“De chiquito el perro se acostumbró a pasear con anteojos de sol puestos. Tiene un carácter muy manso aunque la gente lo ve todo musculado y a veces tiene miedo. Es una ventaja porque muchas personas se detienen y me compran el pan porque Drago llama la atención. Es muy querible y tranquilo. Una gran compañía”.

El cronista puede reafirmar cada una de las palabras del vendedor ambulante. Una imagen clásica de las tardes en la intersección de los barrios Guemes y Belgrano es la semblanza de un enorme Rottweiler bonachón que pasea con un trotecito militar y saluda a los transeúntes. No ladra, hace amistad con perros del barrio, no persigue palomas y siempre tiene un par de meneos para el comprador que se acerca.

 

El Pan

“Lo preparo en los moldes que son específicos de mi producto, no en los moldes para hacer budín. Éstos son rectangulares negros de chapa. Uso harina 000 que es la mejor para hacer pan, ya que la 0000 no leuda mucho y es para otra clase de preparaciones. El secreto es pintarlo con manteca, dejarlo que se entibie y no mojarlo con agua ni nada por el estilo. El resultado es un pan esponjoso”.

“Fui ayudante de albañil, TRABAJÉ EN UNA FÁBRICA DE TELEVISORES, también hice de repositor de supermercados, pasé por muchos laburos pero creo que lo mío es lo gastronómico, ya que mis viejos en Río Grande, barrio Mutual, tenían una rotisería con un horno industrial y es donde pude aprender el oficio”.

Convicción

Fernando está sin red. Nadie le cubre las espaldas.

Depende de su iniciativa. De levantarse cada día y enfrentar la batalla por la supervivencia sin aflojar, sin caerse, sin licencias ni reemplazos. Está por la libre, sin excusas, con la adrenalina de ser su propia compañía, su propio jefe y proveedor.

No se queja, no toma ropajes de víctima. Hace un pan rico, le da una vuelta de rosca con un perro maravilloso como aliado, y deja la imagen a los pibes que pasan a bordo de vehículos junto a sus padres, de que trabajando y con iniciativa, se puede. Nadie va a tocar la puerta para hacerlo feliz, ni para llenar su heladera. La producción empieza en el intento. El crecimiento que acompaña a la espera de un futuro mejor, se logra trabajando.

Sin alardes, escuchando a The Ramones, siendo un pibe educado, es muy difícil no sentir la sensación de extenderle la mano y dársela.

 

Cambio de Actitud

La banda preferida de Fernando L., se hace fuerte todos los diciembre en el tradicional show de cierre de año en el quincho de La Caja. “Queda por ver si con la pandemia, en esta oportunidad tienen permitido poder tocar y despedir el 2020. Estoy ansioso por saber qué sucederá. El lugar no es demasiado grande y el espaciamiento ahora se ha vuelto fundamental”, reflexiona el fueguino que más de una vez ha salido a las rutas del Sur (confín del continente americano) sin un plan establecido y entregado a la voluntad de viajeros generosos. La pasión por las letras, la actitud del power four galleguense, los riffs de guitarras eléctricas distorsionadas y el golpeo acelerado de la batería, resuena en la cabeza de Fernando mientras produce y vende su pan. Mientras vive.

Drago también es punk rock.   

 

Tirano Viento

La presencia de todos los días al aire libre lo enfrenta a un rival poderoso en estas latitudes: El viento. Le preguntamos cómo afronta esa relación constante.

Bajonearse no sirve de nada, hay que ponerle buena onda a la preparación y arrancar a la calle como que no existiera el viento y después se ve. Los días complicados trato de vender rápido la mercadería y buscar reparo enseguida, en La Anónima de la Paso tengo un refugio. Cuando llueve lo mismo, lo único que cambia es que vuelvo a mi casa a dejar a Drago cuando se larga fuerte, y generalmente cuando vuelvo ya no cae una gota (se ríe con fuerza)… Mi idea es siempre tener el producto hecho en el día, de calentito a tibio, y ahí estoy enfocado, en mi cabeza el viento no es un factor porque la gente se copa y los que lo prueban vuelven a buscar más”.

“El pan es un producto noble, creo que las personas valoran que uno esté trabajando. El año que viene también tengo pensado retomar Pizzas Drago”.

Música. Pan. Rock. Un perro carismático. Ganas de laburar sin dejarse influir por la condición climática... De la necesidad, hacer una virtud. Fernando L.

 

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