Río Gallegos

Crónica familiar de un final anunciado

Los hermanos y la madre del joven militante radical y empleado del Concejo Deliberante hablaron con TiempoSur y contaron cómo era la relación del hombre de 40 años, asesinado, y su pareja, detenida y principal sospechosa.

  • 08/03/2021 • 09:07
Marcela y Marta, hermana y madre de Juan Manuel Padrón.
Marcela y Marta, hermana y madre de Juan Manuel Padrón.

“Se retenían los celulares, ella tenía el de él y él tenía el de ella, era una relación enfermiza”, “en el colectivo a Madryn cuando se fueron de vacaciones, una testigo nos dijo que ella le pegó una bofetada en medio de una discusión en el viaje”, “mi hermano en plenas vacaciones estaba con un pulóver porque le daba vergüenza que se le noten todos los cortes, como hermano era desesperante, mil veces le dije te va a matar y él me contestaba que era imposible”, “ahora quieren instalar que mi hijo era violento, pero no entendemos como era una violencia donde sólo él salía lastimado, ella se presentó en mi casa cierto día y lo trajo herido, mientras Sofía no tenía marcas. Después subió un estado con un chichón en la cabeza, creemos desde ese momento que es mitómana”. Los testimonios familiares abundan, en medio del dolor, de precisiones de una relación tóxica que dio muchas señales de un desenlace fatal, en el que nadie pudo intervenir a tiempo para salvar la vida del joven riogalleguense de 40 años. Completan con “no le creemos absolutamente nada, ahora pidió un examen ginecológico, ¡qué va a querer decir de mi hermano, que la violó?, además nos escribieron que se cambió de calzado, con los que se la ve en el bar, es distinto al momento de la escena, creemos que estaba consciente, alteró la escena y manipuló el cuerpo de nuestro hermano. Esperamos con ansiedad las cámaras, queremos demostrar que no estaba en shock, que lo asesinó de manera consciente, somos nosotros los que estamos en shock, no ella”, una angustiada Marcela Padrón reflexiona ante nuestro grabador.

En uno de los barrios más arbolados de la ciudad capital santacruceña, en inmediaciones de la Guarnición del Ejército Argentino en Río Gallegos, se encuentra una familia destrozada, devastada por la reciente pérdida de uno de sus integrantes y con mucho miedo de que el devenir de los acontecimientos termine transformando a la víctima en el victimario y viceversa.

Tenemos ganas de hablar para contar lo que sucedió, porque ella es una persona que va a tratar de tergiversar los hechos, hay muchos testimonios de sus propios conocidos de que es una persona mitómana y seguro querrá dar vuelta las cosas”, dice Ignacio Padrón, de 27 años, con su rostro envuelto en lágrimas y alternando su testimonio con abrazos a su hermana Marcela y a su madre, Marta.

Tuvimos muchas señales”, agrega Marta, la mamá del joven militante radical y empleado del Concejo Deliberante recientemente asesinado. “El viaje a Madryn a principios de año nos dio muchos anuncios de lo que iba a pasar, esto tristemente fue la crónica de una muerte anunciada, en donde el amor de él, de mi hijo, la obsesión por justificarla, por cubrirla, y también hay que decirlo, un poco de vergüenza que le daba ser agredido así, hizo que no se frenara la locura tóxica que terminó con su vida”. Nos dice mientras fuma, con el semblante serio (es la más entera de todos en la sala), que “en ese viaje hubo episodios de desorientación muy extraños, mi hijo que me llamaba cuatro veces por día, dejó de comunicarse conmigo por siete días, al quinto me llama Sofía, desde un celular prestado, pidiéndome cinco mil pesos, todo muy extraño, después nos enteramos de todas sus infidelidades hacia nuestro hijo, de amoríos con petroleros mayores, hizo que uno fuese a buscarla desde Gallegos a Madryn y a Juan lo echó como un perro, sin plata, lastimado y muy cortado. Los testigos dicen que le pegó en el colectivo de ida, y que en el bar de la playa en Madryn rompió una cerveza y lo agredió, creemos que soportaba todo y la justificaba porque estaba enamorado, pero yo le decía que no quería que esa chica pise nunca más mi casa, y de hecho, cuando él no aparecía hice una denuncia en la Comisaría 1era por averiguación de paradero y luego una exposición por el enorme corte que tenía cuando llegó de Chubut”.

Los testimonios coinciden, la relación era muy tóxica. Muy afectada se encuentra su hermana Marcela, que llegó de Gregores y acompañada por su hijo y Daniela D’amico quiso ir a ver el lugar donde fue asesinado su hermano; lo que encontró se halla dentro de una escena inenarrable. La sangre en la pared la hace desconfiar del cuadro con el cual se encontró la policía (Sofía debajo del cuerpo de Juan Manuel); “la sangre en las paredes no llegó por arte de magia, hay huellas”.

Marcela Padrón, hermana: “Los vecinos nos dijeron que peleaban muchísimo, pero que con los ex de ella, la policía vivía en el lugar. Muchas veces ella lo lastimó, lo cortaba y él estaba realmente sometido. Lo que vivió mi hermano fue una película de terror, enfermo y ciego de amor, nunca se planteó dejarla. Ella es linda y joven, pero manipuladora y mitómana. Sin ningún escrúpulo dejó tirado a mi hermano. Hasta mandó fotos a sus amigos con la tarjeta de débito de Juan y el durmiendo, diciendo “miren como lo tengo a éste”.

Ignacio Padrón, hermano: “Hizo abandono de persona, no hizo torniquete, una puñalada es la más certera en la carótida, no llamó a la ambulancia, estuvo llamando personas conocidas durante 45 minutos viendo si podía alterar la escena y salvarse. Estuvimos averiguando en los bares donde estuvieron y mi hermano lo notaban avergonzado, y a ella en un estado de euforia total. Las pericias van a determinar qué es lo que pasó, nuestro hermano no puede hablar, creemos que ella le aplicó tres puñaladas a traición mientras él se iba”.

La familia no para de hablar, la entrevista se interrumpe por cuestiones de cierre de la edición impresa. Quedamos en seguir su pedido de justicia, tiene a un hermano al cual esperan darle la despedida pertinente luego de las dos autopsias realizadas y la espera desesperante por novedades en la causa. Sofía Avila se encuentra detenida y ha expresado la imposibilidad de declarar ante un “shock emocional”.