Emprendimiento

Carnes curadas con sabor a Tandil y aroma a Jaramillo

Un jubilado vial con su pareja fueron los impulsores de este proyecto familiar que pasó por Río Gallegos y deleitó los paladares. Surgió como una oportunidad de emprender un negocio en pandemia y hoy se proyecta con gran demanda en el mercado provincial. Charcuterías y conservas que sobresalen en una pequeña localidad del norte de Santa Cruz.

  • 28/09/2021 • 07:15
Huente Bas, el emprendimiento familiar que comercializa carnes curadas.
Huente Bas, el emprendimiento familiar que comercializa carnes curadas.

Hace quince años que Jorge y su esposa decidieron irse a vivir a Jaramillo, una pequeña localidad próxima a Fitz Roy, a unos kilómetros de la Ruta Nacional 3, sobre la Ruta Provincial 281.

Jorge se jubiló de inspector de obras en Vialidad, lo que lo llevó a vivir en Perito Moreno, San Julián, Piedra Buena y Caleta Olivia, donde conoció a su pareja. 

“Nos gustó mucho el lugar, la tranquilidad y la gente muy amena, decidimos vivir acá”, recuerda sobre su llegada a Jaramillo.  

En plena pandemia y luego de dejar la radio local por problemas de salud, Jorge buscó algo para hacer ya que quería encontrarse con algo que lo mantuviera activo. Probó con la hidroponía pero no resultó ante la mala calidad del agua y los sustratos.

Oriundo de Tandil, por medio de sus padres y parientes presenció y participó durante su infancia, adolescencia y vida, en ese lugar carneadas y todo tipo de curado de carnes y embutidos. “Me quedaron algunas recetas”, señaló a TiempoSur, lo que motivó a realizar charcutería familiar con el curado de carnes de cerdo para producir bondiola y jamón crudo. 

“Me pareció que era un buen negocio empezar a ofrecerlo al público”, advirtió Jorge, quien ya lleva dos años comercializando sus productos bajo el nombre de Huente Bas, la conjunción entre el apellido de su pareja, Huentelicán, y su apellido, Bastián. “Ella es la parte comercial y yo la parte de producción de alimentos”, explica.

Producción

Jorge explicó que hoy produce bondiola, jamón crudo y lomito ahumado, además de conservas con las carnes curadas en frascos con aceites naturales, aceite de oliva, junto a quesos y aceitunas.

“Todo trabajo de cerdo que compro en un frigorífico”, expuso, dando cuenta que la carne comprada en Caleta Olivia es de primera calidad, sellada y aprobada por Bromatología, al igual que la sal y especies son de primera marca. “No compro al por mayor porque viene de mala calidad”, afirma.  

Proceso

Para llegar al jamón crudo, tienen entre 7 y 8 meses, de acuerdo a la humedad y aireación del producto en una sala de curado con ventiladores.

La bondiola le lleva entre dos a tres meses y el lomito se hace cocido, así que en poco más de una semana lo hace.

“Muchas veces tiene que ver la parte climática”, da cuenta Jorge, al precisar algunas cuestiones como la humedad y el calor en verano.   

Inversión

Al poco tiempo de comenzar con la comercialización, la familia debió sacar un crédito para comprar las heladeras, artefactos que sirvieron para el curado y secado.

Hoy piensan en poder llegar a concretar la compra de una máquina semiindustrial de envasado al vacío, que posibilite vender en fetas el producto y otras presentaciones más. 

“Va a ser más fácil para transportarlos”, señaló Jorge, quien espera contar con el apoyo de la Provincia o de Nación para que colaboren en el emprendimiento.

Mientras tanto, la venta de Huente Bas es de manera particular y por el “boca a boca”, así como surgió de su participación en una feria en Río Gallegos, a través de la cual se hicieron conocidos en la ciudad y pudieron ubicar su producto en el mercado provincial que funciona en el Aeropuerto local. “Se vendió todo y fue un boom de la gente porque nunca había probado un curado de carne en frasco”, recuerda.  

Las carnes curadas de Jaramillo son un producto de revelación de la mano de un emprendimiento familiar y artesanal, que rescató una tradición y trascendió su lugar.