Arte en las tortas

Las tortas que nadie querría comer

Desde pequeña se interesó por la cocina, viendo a su madre, y de grande estudió pastelería. Lleva más de 15 años haciendo tortas y sus creaciones sobresalen en el ámbito. Tortas que dan ganas de conservarla en un rincón de la casa.

  • 16/08/2019 • 10:08

Son de esas tortas que uno las ve y no quiere comerlas. Pero no por el sabor o mal aspecto. Todo lo contrario, dan ganas de ponerlas en una repisa y apreciarlas, lejos de clavar el cuchillo para romper ese arte plasmado en los bizcochuelos.

La realizadora es Melisa Clark, quien en 2003 se recibió de Maestra Pastelera en la Escuela de Cocina Mausi Sebess, Buenos Aires, donde trabajó un tiempo y luego retornó a Río Gallegos, previo paso por El Calafate.

Las manos de mamá

Todo comenzó de pequeña. Sus papás eran dueños de un antiguo cotillón que se encontraba en calle Zapiola. Se crío atrás de un mostrador. A su madre siempre le gustó la pastelería, cocina muy bien y les hacía unas tortas “espectaculares”, recordó Melisa, que en aquel entonces ya empezaba a tener inclinación por la cocina.

Cuando terminó el secundario se fue a estudiar Nutrición pero a los seis meses llamó a su papá para decirle que quería estudiar otra cosa y “me dijo que estaba loca, que iba a estar trabajando en año nuevo, y a mí no me importaba, me gustaba. Tardé medio año convencerlo hasta que entendió que lo iba a hacer de todos modos”, contó.

Se recibió y trabajó en hotelería 4 y 5 estrellas. Volvió a Río Gallegos e inmediatamente se fue a El Calafate, donde tuvo una oferta laboral. Fueron tres temporadas y volvió a la ciudad capital, donde proyectaba tener su casa

Aprender es hacer recetas

En Buenos aires fue ayudante de pastelería en un hotel 5 estrellas, donde consideró que había una gran libertad a la hora de trabajar. Ingresó como pasante y un día, de improviso, le dijeron que debía decorar una torta para casamiento y “pregunté ´están seguros lo que me están pidiendo´”, sorprendida con sus 22 años en ese entonces.

Melisa explicó que pastelero profesional “no implica la parte de las tortas, como que allá lo miran con ojos chinos, por decir de una forma, no gusta mucho por el azúcar, es poco estético y no podes tener una combinación de sabores y texturas que con la pastelería tradicional si tenés”.

“En la pastelería hay diferentes ramas: chocolatería, heladería, el arte en azúcar –las piezas en caramelo-. Y cada uno va eligiendo lo que más le gusta y en lo que se siente cómodo. En mi caso el chocolate no me gusta, no me llama la atención. Por ahí hago para hacer decoraciones para los postres de las fiestas pero no me pidas más”, recalcó.

Era la encargada de la mesa dulce de todos los días y “podías hacer lo que quieras y ahí aprendías porque el aprender es hacer recetas, ir probando y buscarle tu punto”.

Pastelería tradicional modernizada

Instalada en Río Gallegos empezó a vender tortas. Además, moldea y pinta al óleo. Los últimos dos como hobbie. “Es una combinación de técnicas por decirlo de una forma”, sostuvo.

“Trabajo sola, en casa, siempre a pedido por una cuestión de que soy un poco mañosa. Me gusta trabajar a conciencia. Para mi entregar un alimento es algo importante porque es lo que ingiere la persona. No solo hablamos del cuidado en la preparación por las bacterias sino con un plus, si a mí no me gusta no lo puedo hacer”, expresó Melisa.

Remarcó que le gusta trabajar con producciones “donde haya una combinación de sabores y colores, que haya una armonía. Que vaya todo de la mano. Trabajo para mis clientes como cocino para mis hijos, no escatimo en materia prima, no uso químicos, productos no lácteos y utilizo lo que a mí me parece lo mejor”, detalló. Las esencias las trae de afuera porque considera que tienen otro sabor y color, las especias también. Busco ese punto de plus para que la persona que lo come se dé cuenta que hay una diferencia”, indicó la profesional,

“Trato de mantener la receta de la pastelería tradicional europea y la vamos modernizando con distintas técnicas. Siempre a conciencia porque todo crece del boca en boca, tanto lo bueno como lo malo, por eso uno tiene que ser muy cuidadoso a la hora de trabajar”, manifestó.

Ocho horas solo para decorar

Hablando de tiempos y complicaciones, rememoró cuando le tocó hacer una torta, para un cumpleaños de 15, que debían ser rollos de películas separados y pochoclos en la cima, con una estructura. Era la primera vez lo hacía. El plazo era menos de cuatro días. “Tuve que correr, que mi marido me ayude con la estructura, me corten las maderas y rezar que llegue cuando la llevábamos en el auto. Me puso muy nerviosa”, expuso. En otra ocasión, le solicitaron un camión con acoplado. Ocho horas decorando estuvo y unos tres días dedicados a los bizcochuelos y tornearlos.

“A veces vienen y te dicen quiero una torta de cierto tema y tenés que buscar y pensarlo. Aunque no parece eso lleva tiempo, por ahí estoy en mi cama viendo en el celular cosas y anoto. No es ‘quiero de un camión´ y listo. Es todo un proceso. Para hacer una camioneta tengo que dibujarlo, a escala, mandar a cortar las maderas, pintar, armar la estructura, hacer los bizcochuelos. Es un proceso largo, que no parece pero lleva su tiempo”, puntualizó.

Consultada acerca de cómo ve ella el progreso con el correr de los años, comentó que, unos días antes de la entrevista, justamente estuvo viendo fotos del 2006 y fue mejorando la técnica, teniendo en consideración que “Gallegos es un público difícil, la gente es particular entonces como que cuesta incorporar nuevos productos o cosas” y todo lo que es gastronomía demanda mucha plata. “En muchos años logré comprarme mis cosas y es difícil acá, estuve un año sin trabajar, cuando estaba embarazada, y me llevó dos o tres años volver a recuperar la clientela”, concluyó Melisa, que hoy en las redes sociales recibe cientos de reacciones, comentarios y elogios en su guante de Thanos –Avengers-, Yoda –Star Wars-, autos o muñecas.