Hoy

A 500 años del viaje de Magallanes

Hoy, 10 de agosto, hace 5 siglos comenzaba el viaje que muchos consideran la gran aventura que cambió la historia del mundo. 

  • 10/08/2019 • 12:07

Desde el mes de agosto de este año 2019 y hasta setiembre del 2022 se conmemoran los 500 años del primer viaje de navegación alrededor del mundo realizado por la expedición de Fernando de Magallanes.

Por este motivo, TiempoSur habló con la Lic. Teresita Manna y la Profesora María Teresa Maffeis, quienes realizaron un trabajo de investigación (a continuación transcribimos una parte del mismo) cuyo prólogo lleva una poesía de la autora santacruceña Flora Rodríguez Lofredo.  

La historia se escribió así…
Los navegantes partieron de Sevilla el 10 de agosto de 1519 con más de 230 tripulantes en 5 naves con el objetivo de llegar a las islas de la Especiería o Molucas, navegando hacia el oeste. Para hacerlo debían encontrar un paso interoceánico entre el Atlántico y el Pacífico. Lo hallaron en el extremo sur del continente americano bautizando la región con el nombre de Patagonia. La empresa concretó su objetivo, aunque con grandes costos: Regresó a España con sólo 18 hombres en 1 sola nave, el 6 de septiembre de 1522 y al mando de Sebastián Elcano ya que Magallanes murió en la isla filipina de Mactán. Habían atravesado tres océanos, recorriendo cerca de 85.700 km. durante 1084 días. Comprobaron también la esfericidad de la tierra. Por su resultado sorprendente e histórico, la empresa magallánica es considerada hazaña de la humanidad.

Magallanes, nacido en Portugal, había participado en las expediciones oficiales a la India y a Malaca en busca de especias. Desde los siglos XII y XIII Europa importaba de esas regiones de Oriente pimienta, clavo, nuez moscada, jengibre, canela, todas ellas eran usadas para condimentar y conservar alimentos y en la producción farmacéutica o textil. Occidente debía pagar altos montos por esos productos. Cuando en 1453 los turcos otomanos tomaron Constantinopla, exigieron el pago de altos peajes en las rutas comerciales con Oriente. Ello provocó un gran impulso en la expansión atlántica de España y Portugal lo cual, junto a las innovaciones cartográficas y científicas y a las experiencias náuticas, impactó concluyentemente en la ampliación del espacio global.

Magallanes presentó entonces al rey Manuel I de Portugal, su propuesta de navegación por el oeste. En tres ocasiones su proyecto fue rechazado, negativa que lo reorientó hacia la corte española. Allí frente al rey Carlos I desplegó su idea. Se firmaron los acuerdos y comenzaron los preparativos de la “Flota de las Molucas”. Entre la tripulación había portugueses, españoles, italianos, franceses, griegos, alemanes, ingleses y holandeses. Francisco Albo, de origen griego, llevó un cuaderno de bitácora y Antonio Pigafetta, realizó una crónica más amplia. Ambos registros sirven de base de la reconstrucción de la expedición. 

La partida
Partieron desde Sevilla, el 10 de agosto de 1519. Las cinco embarcaciones Trinidad, San Antonio, Concepción, Victoria y Santiago navegaron por el Guadalquivir hacia el puerto de San Lúcar de Barrameda. Zarparon finalmente, hacia el Atlántico el 20 de setiembre de 1519.

En noviembre de ese año arribaron a América y ya en diciembre Magallanes ordenó anclar en la bahía de Río de Janeiro. A comienzos de 1520 los exploradores llegaron al Río de la Plata, el lugar más austral reconocido por expediciones españolas anteriores como la de Juan Díaz de Solís realizada en 1516. Desde allí navegaron hacia el sur y en cada recodo de la costa argentina orientado hacia el oeste, exploraron exhaustivamente con la expectativa de encontrar el paso interoceánico. Cada frustración agravaba las dificultades de navegación y el descontento de la tripulación.

La llegada a Puerto San Julián
Por fin, el 31 de marzo Magallanes decide invernar en un golfo protegido al que denominaron San Julián. El Domingo de Ramos, se celebró misa por primera vez en territorio argentino, tal como lo asentó Pigafetta: "El 1°de abril, del año 1520 fue dispuesta la misa, a la que acudió Magallanes con toda la gente disponible". 

Al día siguiente oficiales insurrectos exigieron el regreso a España y mejoras en la alimentación severamente racionada hasta entonces. Con astucia militar Magallanes logró desarticular la sublevación y reducir a los rebeldes a su propia “inquisición”. Fueron condenados a muerte 44 tripulantes. Y, si bien la sentencia no se cumplió en su totalidad, el capitán fue inflexible al someter a dos oficiales a torturas y al castigar a dos más con el abandono en tierras inhóspitas. San Julián fue el escenario de la contradicción humana sometida al rigor más profundo.

También allí los expedicionarios se encontraron con los nativos del lugar. Eran tehuelches de los que Pigafetta brindó la primera perspectiva europea: “Habían transcurridos dos meses sin que viéramos ningún habitante del país. Un día cuando menos lo esperábamos un hombre de figura gigantesca se presentó ante nosotros”. Se entablaron relaciones pacíficas. No obstante, más adelante se produjeron encuentros violentos que terminaron con la muerte de uno de los marinos y, seguramente, de varios nativos: “Aunque nuestros hombres dispararon sus armas de fuego contra los fugitivos, no pudieron atraparlos, porque no corrían en línea recta, sino zigzagueando, […] nuestra gente quemó las chozas de los salvajes y enterró al muerto”. 

En mayo la nave Santiago fue enviada a explorar, pero una brutal tempestad la destrozó. Y, aunque sus hombres fueron rescatados, no se despejó la intranquilidad frente a lo que consideraban una obstinación del capitán por llegar a las islas de la Especiería a cualquier precio. En San Julián las tensiones se extremaron: El motín; la pérdida del buque Santiago; las violentas tormentas; el deterioro de las relaciones con los nativos; la preocupación por el modo en que el capitán ejercía su autoridad. Finalmente, el 24 de agosto de 1520 dejaron San Julián abandonando en tierra a los amotinados Juan de Cartagena y al sacerdote Sánchez de la Reina. 

Y pasaron por el Estrecho
Hacia fines de octubre Magallanes, ordenó penetrar hacia el oeste por un “golfo” en el que las aguas se mantenían con suficiente profundidad. La San Antonio y la Concepción avanzaron para explorar. “Pero mientras estábamos en esta incertidumbre sobre su suerte, los vimos venir hacia nosotros, singlando a toda vela y con los pabellones desplegados, y cuando estuvieron más cerca tiraron bombardazos y prorrumpieron en exclamaciones de júbilo” dejó asentado Pigafetta. 

Habían descubierto el paso interoceánico y lo sabían. Las naves pusieron proa hacia el oeste para navegar los más de 500 kilómetros que comunican los océanos a lo largo del estrecho y para dejarse magnetizar por un paisaje extraño e imponente: Bruma, estructuras de hielo desprendidas, noches muy cortas, tormentas de vientos, todo ello en un laberinto cuya sinuosidad permitía vislumbrar tanto fugaces apariciones cósmicas como fantasmagóricas fogatas. El Estrecho de Todos los Santos, denominado Estrecho de Magallanes, fue atravesado entre el 21 de octubre y el 27 de noviembre de 1520, por un capitán y una tripulación con gran competencia náutica atendiendo a las desafiantes condiciones de su ambiente. El piloto Estevao Gómes, se sublevó considerando que el descubrimiento marcaba el fin de la expedición y en la nave San Antonio regresó con sus hombres a España.

Regreso a España
Llegaron a Sevilla el 8 de mayo de 1521 con la noticia del importante descubrimiento. 
Magallanes, resignado, con sólo 3 barcos y 200 tripulantes desgastados decidió internarse en el Pacífico. Ello constituyó una aventura que exigió 98 días. La inmensidad oceánica atravesada en solitario y la extraordinaria rutina, en hombres cansados y enfermos, acompañó a los expedicionarios hasta avistar nuevamente tierra. La serenidad de la navegación “pacífica” sin el azote de vientos, ni tormentas, no les permitía abastecerse de agua. Las provisiones eran casi inexistentes. Así lo apuntó Pigafetta “llegamos al extremo de comer, para no morir de hambre, los pedazos de cuero con que estaba recubierto el palo mayor”. Y, fatídicamente, la falta de alimentos ricos en vitamina C, les provocó el escorbuto que mató a 19 hombres y enfermó de gravedad a otros 30. 

Todo ello quedó despejado cuando el 6 de marzo de 1521 llegaron a la isla de Guam en el archipiélago de las Marianas. En la continuidad del viaje arribaron a un gran archipiélago al que llamaron Filipinas en honor al heredero de la corona española, más tarde Felipe II. Allí observaron que sus pueblos conocían el valor del dinero porque hacía mucho tiempo mantenían contactos comerciales con chinos y árabes. En este contexto el capitán comenzó la tarea de subordinar a los naturales logrando someter al vasallaje del monarca español a varios caciques y a sus tribus. Pero en la isla de Mactán el cacique Lapu Lapu se resistió al acatamiento, tendió una emboscada y terminó con la vida Magallanes. Era el 27 de abril de 1521. “Fue a la vez heroico e imprudente, perspicaz y ciego, un hombre de su tiempo que estaba tratando de escapar a su tiempo, un visionario cuyos instintos vencieron a sus ideales” [Bergreen, 2019: 310]

La expedición quedó en situación muy crítica: Sin líder, en una zona hostil, con barcos en mal estado y faltando prácticamente un hemisferio para regresar a Europa. Llegaron a las Molucas, pero desde allí el recorrido no fue menos complejo. Finalmente, de los cinco barcos que zarparon en 1519 sólo uno, la nao Victoria, al mando de Sebastián Elcano volvió a Sevilla con 18 hombres el 8 de septiembre de 1522.

La de Magallanes fue una gran aventura. Logró concretar por primera vez la circunnavegación de la Tierra confirmando la esfericidad del planeta al comprobar que es posible llegar al este navegando hacia el oeste. Contribuyó a precisar espacialmente las dimensiones y la ubicación de tierras y mares. Se trasladó también en el tiempo: Los que lograron regresar a Sevilla acreditaron una diferencia de 24 horas con sus registros de navegación. Descubrió que América es un continente distinto, cuyo paso interoceánico se sitúa en la zona austral. Dio por sentadas las bases de la primera globalización al demostrar la unidad del género humano. Y si bien la Corona española se afirmó en esta proeza para cambiar las relaciones de poder en el ámbito occidental, desde entonces fue inadmisible concebir una parte del planeta sin las otras. Lugares tan diversos y distantes hicieron UNO al mundo. 

En el plano regional, la expedición magallánica fortaleció la unidad territorial, cultural e histórica de nuestra Patagonia más allá de las fronteras internacionales actuales. La travesía no sólo describió el ambiente natural de la zona, sino que inauguró una denominación identitaria de hombres y suelos. En Patagonia, las diversidades atlántica y andina fueron puestas en conjunción por primera vez, gracias al encuentro del paso interoceánico por la trascendental expedición de Fernando de Magallanes.

Prof. María Teresa Maffeis. Egresada de la Facultad de Filosofía y Letras - UBA. Egresada del Programa de Actualización en Historia Contemporánea - UTDT. Docente universitaria y secundaria. Ha sido Coordinadora del Programa de Equidad Educativa y Asesora de la Secretaría de Educación del Ministerio de Educación de la Nación. Asesora de la Subsecretaría de Cultura de la Nación. Asesora de la Dirección de Asuntos Culturales de la Cancillería Argentina. 

Manna de Cárcamo, Teresita 
Lic. en Historia (Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación  (U.N.LA PLATA)  
EX Subsecretaria de Cultura de la Pcia de Santa Cruz 
Delegada Provincial del Fondo Nacional de las Artes
Profesora Adjunta de las cátedras: Historia Contemporánea;  Historia Medieval  (UNPA / UARG)

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