Arte

El Quijote del metal

Las artesanías de Juan tienen la imaginación que solo él puede manifestar en el metal reciclado de autos y piezas electrónicas en desuso. Creaciones que pasan de un boceto en el papel a concretarse en una pieza única. "Katupyry" es una muestra original de esculturas de animales, personajes y prototipos a pedido del cliente y de su propia inspiración.

  • 29/04/2019 • 10:12
Fotos C. González
Fotos C. González

Para llegar a su taller hay que transitar alrededor de 10 km, los que separan la zona céntrica del barrio Ayres Argentinos, lugar donde tiene su casa y pudo armar el taller hace un mes. Juan Turquín llegó hace 33 años a Río Gallegos, en 1985 para ser exactos, y desde hace años que desempeña labores como trabajador vial. Aunque ese trabajo, no le quita entusiasmo para despuntar un oficio que le permite soltar la imaginación: crear esculturas con metales reciclados.

Ya en la entrada a su vivienda, uno puede toparse con una estructura del Quijote de la Mancha. Firme, como quien custodia su hogar. Que no está solo, ya que a unos metros hay un caballo (de metal también) y un personaje similar a un "samurai robot". Sin embargo, al cruzar la puerta del laboratorio donde "la magia sucede", Juan muestra la calidez de su taller y la infinidad de materiales que fue juntando para desarrollar las esculturas ya terminadas. Desentrañar su historia como artesano, fue tan fácil como para él les es soldar pieza por pieza para construir una composición que solo está en su cabeza.

Las raíces del oficio

Su conocimiento en la construcción metalúrgica llegó a través de su propia curiosidad, ya que Juan se define como un autodidacta en la materia. Creó su espacio de artesanías en escultura bajo el nombre de "Katupyry", palabra guaraní que en el castellano se traduce como “mi trabajo hecho con creatividad”. Juan nació en Paraguay pero de muy chico viajó a Formosa, vivió en Buenos Aires y entrada su adultez formó su familia en estas tierras del sur.

El nombre que lo arrimó a sus raíces fue su cartel para que, hace un tiempo, exponga en las ferias de artesanos que realiza el Municipio local. Ese espacio que le fue brindado para mostrarse y le permitió una vidriera que lo arrime a la comunidad riogalleguense.

Aún sin tener todas las herramientas, ya que cuenta con una soldadora monofásica,  y con trabajos rústicos en su estética, Juan cuenta a NOS que aprendió el oficio de chico: “Es un don que tengo pero nunca tenía la herramienta para dedicarme a esto”.  “Empecé con las artesanías hace dos años de lleno, antes venía haciendo herrería como canastos y rejas”, relata, remarcando que no se conforma con una sola cosa: “Quiero hacer más cosas y siempre sale una idea nueva”. 

Ideas que rompecabezas

La soldadura de desechos y chatarras como rulemanes y fierros de automóviles, chapas tiradas y otros metales a reciclar, son elementos que implementa en las composiciones. Las que primero salen de algún bosquejo. “Hago dibujos de lo que quiero hacer, voy formándolos y dándole vida como una estatua”, señala Juan.

Las piezas van encajando como un rompecabezas mental que se une en la escultura final. Sin embargo, éstas no son todas iguales, no se repiten. Caballos, ovejas, bandurrias, peces, ñandúes, son animales de la fauna autóctona que recrean sus obras de metal.

Darle forma y vida requiere de varias horas de trabajo, siendo que el entusiasmo prima en la inspiración de alguna noche, como también el cansancio alerta el descanso para permitirle continuar con más concentración al día siguiente.   

“Si tengo que armar una moto la termino en dos días”, explica y da cuenta que a veces quiere “hacer cosas chicas y se van formando cosas más grandes”.

Lo que cuesta vale

Juan mantiene la humildad, incluso, en el precio que le pone a su trabajo, aún entendiendo que requiere poner el cuerpo cada tarde y noche en realizar un trabajo que tanto a él como al cliente lo satisfaga.

“Uno no cotiza tanto y me dicen que me falta conocimiento para ponerle valor a mi trabajo”, nos cuenta, siendo que ha hecho trabajos a pedido de esculturas que se han expuesto, como también otros como centros de mesa para cumpleaños de quince. 

El arte en su oficio lo lleva a imaginarse algunos bocetos mentales de sus próximas creaciones: “Me gustaría plasmar un paisaje en chapa, como un cerro, una montaña, hacer árboles, todo con materiales reciclados, ese proyecto quiero hacer”, expresa con entusiasmo. 

Hoy, con ese sueño cumplido del taller propio, Juan se anima a contemplar el abanico de posibilidades que le da la metalurgia y sus conocimientos en la materia. “Quiero hacer artesanías y muebles artesanales como mesas, mesa ratona y sillas”, proyecta en esa aventura de emprendedor.  

“Con esfuerzo y de a poquito voy armando mi taller, lo principal es el espacio y tener salud para seguir trabajando”, concluye Juan, ese artesano que cabalga con hidalguía creaciones de metal que nacen de la combinación de su imaginación junto a la laboriosidad de sus manos. 

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