Toma de conciencia

“La ley de talles viene a democratizar la moda”

Así lo explicó Lucrecia Fernández, que perteneció a AnyBody Argentina, un movimiento internacional que genera conciencia y lucha contra la epidemia del odio de los cuerpos. Este espacio que impulsó la Ley Nacional de Talles que ayer obtuvo media sanción en la Cámara de Senadores.

  • 22/03/2019 • 10:50

Si bien actualmente reside en Rosario, vivió en Río Gallegos en una de las épocas en la que más incómoda se sintió con su propia piel. Esta necesidad de iniciar un proceso de autoaceptación corporal la llevó al voluntariado en la ONG. El proyecto de ley que contó con 51 votos positivos posee varias etapas y estuvo dirigido a las comisiones de industria y comercio. El primer paso es establecer un estudio que arroje proporciones pertinentes a las medidas reales de las corporalidades del territorio nacional.

Lucrecia comenta que vivió muchos años acomplejada por su corporalidad y decidió cambiar su relación con ella misma, en vez de estar rezongando por falta de talles o envueltas en dietas sin ningún resultado decidió “cuestionar el status quo de los cuerpos desde otra perspectiva” y hace años participó en el impulso de esta ley. La capital santacruceña que fue su hogar hace 20 años, resultó un escenario desfavorable a la hora conseguir ropa y una problemática que persiste es la vigencia diversos sistemas de medida para un público determinado. A veces por número y aún así con variaciones de centímetros y pulgadas, otras ocasiones por letra con S, M y L que resultan muy relativas y sin tantas X y el tan poco discutido y terrorífico talle único, que estipula una sola medida de ropa en la que la población debe encajar. Ante esto, en materia legislativa se propone crear un sistema único normalizado de identificación de talles de indumentaria.

Otros puntos que evalúan hace más de 10 años desde el grupo y fue expuesto en la cámara baja es la exigencia de una tipificación visible y legible con pictogramas claros en cada prenda de indumentaria y calzado. Fernandez habla de gordofobia que poco tiene que ver con miedo, se refiere más bien a la discriminación. Esta práctica social y cultural se traduce en otra costumbre que Anybody intenta erradicar mediante el artículo que pide trato digno y fin de prácticas abusivas desde los trabajadores de comercio. La tarea de conseguir una prenda con un cuerpo que tiene “unos kilos demás” además de resultar complicada por la carencia de tamaños y mala atención, se le suma probadores con tamaños reducidos en muchos negocios. “No me expongo al rechazo de ir a comprar ropa donde no hay para mí. Directamente no les compro porque no me quieren vender a mí y no hago esfuerzo por entrar ahí” comentó renunciando a sus adolescentes ansias de pertenencia.

El manifiesto de la organización no gubernamental de la que ejerció voluntariado Lucrecia reza: “También nos identificamos como feministas, o sea buscamos la equidad entre todos los géneros”. Además manifiesta que entre sus objetivos se encuentra combatir la idea de que hay que estar constantemente a dieta y la cosificación de las mujeres en los medios “entendiéndola como el primer paso hacia la violencia emocional y física de la mujer”. Desde dicho esperan terminar con lo que identifican como la dictadura de los cuerpos.

“No es romantizar la obesidad”

Un argumento común a la hora de hacer socialmente aceptable la condena sobre las personas con cuerpos disidentes es el riesgo que significa a la salud. Por un lado, hace años que las latitudes patagónicas advierten problemáticas de obesidad causadas por sedentarismo y hábitos poco saludables, según la encuesta de factores de riesgo de 2009. Por otro, Santa Cruz no es ajena a las problemáticas de bulimia y anorexia sobre la que no hay estadísticas en la provincia. Según Perfil, estos desórdenes afectan entre un 5 y 10% de la población nacional de entre 15 y 25 años y es más común en mujeres.

Las características estéticas tienen implicancias y Lucrecia comentó que se las suele relacionar con un tema de salud o carácter. Para el común de la gente “el gordo no tiene voluntad porque come mucho, no hace deporte o no se cuida” declaró. Resaltó la importancia de diferenciar los casos y dejar de relacionar tan livianamente la gordura o delgadez con la salubridad. La militante de la libertad corporal rechaza la idea de juzgar a alguien por cómo se ve. “Hay profesionales de la salud gordofóbicos que se sorprenden cuando análisis de laboratorio y demás estudios salen bien. Muchas veces la gente delgada presenta muchísimos problemas de salud culturalmente asociados con la obesidad” explicó.

Desde los espacios que fomentan la aceptación de los cuerpos explican que la exclusión y opresión social con los cuerpos que escapan al 90-60-90 es violencia. Resaltan las implicancias psíquicas de este rechazo. Las personas gordas resignifican el término peyorativo de este adjetivo para llevarlo puesto con orgullo y han conformado un movimiento que crece en número en todo el mundo. Proponen que nadie se sienta culpable por comer un helado y que las horas sudadas en el gimnasio sean por amor y no por odio.

La gordofobia hecha cultura

“¡Ay que flaquita que es!” expresó Lucrecia al ver una publicidad tras meses de evadir el consumo de medios masivos de comunicación. Ella explicó que este fenómeno se manifestó como una alerta que le enseñó a ver que la realidad que nos rodea es distinta a las representaciones culturales que consumimos. Comentó que no es casual que la belleza sea un industria que genera necesidades y carencias, ofreciendo productos para nada naturales que transforman las corporalidades. “La TV, las películas, Instragram, crean y ocupan más espacio en nuestro imaginario que lo que tenemos alrededor” manifestó. La cuestión va más allá, sobrepasando la compra del batido para bajar de peso y entrar al gym de moda donde va la actriz del momento. Los productos culturales no presentan personas gordas sin caer en estereotipos o la comedia. Lucrecia invitó a pensar en las tramas donde existen personajes con cuerpos disidentes. “Si le cambiás las características físicas la trama no funciona” comentó.

En el Río Gallegos de hace unos años, Lucrecia no encontraba espacios de pertenencia. Explicó que la globalización trajo consigo ventajas como las de encontrar espacios de contención dentro de las redes sociales. El “activismo gordo” es una filosofía presente en varios puntos del país, propone un goce para todas las tallas y espacio de diálogo entre personas con corporalidades disidentes. “Antes sólo pertenecías en locales bailabes” comentó Fernández, destacando las nuevas oportunidades de conocer realidades diversas al alcance de un celular. Y con esa misma herramienta “podés comprar ropa por internet” donde hay más variedad explicó.

Si bien la belleza hegemónica se cuela en todas las identidades, las mujeres tienen más presión estética por este mandato social. “Siempre estuvo más asociado a las mujeres, los estereotipos impuestos corporalmente de los hombres estan ligado a lo económico o el pelo, la musculatura, no el peso. Sin embargo tanto hombres como mujeres tienen dificultades para conseguir talles” explicó Fernandez. Lo cierto es que en 2017 se realizaron 272.420 intervenciones estéticas en el país, posicionando a Argentina como el segundo país de Latinoamérica con más predisposición al bisturí. Estos datos arrojados por la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética.

Una frase que evidenció apertura al respecto de las representaciones culturales fue la de Virginia Godoy. “Que haya una gorda en televisión es un triunfo” dijo desde el sillón de Intrusos refiriéndose a su presencia de corporalidad no hegemónica en la televisión dentro de uno de los programas más vistos del país.  Actualmente existen 14 leyes de talles regionales y provinciales pero no existe una legislación nacional, que brindaría reglas nacionales facilitando su implementación en la industria de la vestimenta. Hace dos años, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial reveló que el 83% de la población del país siente necesidades de adelgazar. Desde Anybody invitan a que las personas se sientan orgullosas de la piel que habitan y poder transformar sus cuerpos en un proceso amigable con su alma y psique.

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