El espíritu navideño de los barrios

Todos los 8 de diciembre, el Día de la Inmaculada Concepción de María, muchos disfrutamos en familia del armado del arbolito y decoramos la casa para recibir la Navidad. Si bien existen personas que unen estas festividades a aspectos únicamente comerciales, lo cierto es que en sus inicios esta costumbre estuvo solo ligada a la religión, a la esperanza y a la bonanza (ver recuadro), espíritu que aún intentan mantener muchos de los barrios de nuestra ciudad que hace varios días han comenzado con la confección de adornos para el árbol de Navidad que será inaugurado en los espacios característicos de cada sector.

Por estas horas, los barrios 22 de Septiembre, San Benito, Ayres Argentinos, Barrio Marina, 240 Viviendas, 499 Viviendas, Belgrano y PROCREAR, Natividad de Jesús y Che Guevara, entre otros que se irán sumando en esta semana, son los que han iniciado con la junta de materiales y elaboración de los adornos que cubrirán sus respectivos árboles. Vale la pena resaltar que muchos de estos sectores no solo están hoy avocados a la decoración de sus principales plazas o espacios de esparcimiento y recreación, sino que también trabajan en la colecta de ingredientes de la canasta navideña, ya sea para ser entregadas a familias que lo necesiten, sino que también para organizar los respectivos eventos que se darán en la jornada del 7 de diciembre para esperar la media noche y así dar por inaugurados los arbolitos.

En diálogo con TiempoSur, Claudio Cádiz, presidente de la Junta Vecinal “Valentín Failberg”, comentó que “es un trabajo que empezamos ya hace unos días”, y celebró: “Tenemos armadas algunas cosas desde el año pasado, así que esta vez vamos a ornamentar la calle principal del barrio y la plaza “Quique Fernández” con dibujos navideños”. Cádiz agradeció la colaboración del personal del CIC Eva Perón, quienes al igual que los vecinos del sector colaboraron en la tarea nuevamente. “El encendido del árbol lo vamos a hacer como el año pasado. El día 7 vamos a esperar la hora cero con una chocolatada y buscando compartir con los vecinos”.

Quien también habló con nuestro medio fue Julio Aravena, presidente de la Junta Vecinal Lago del Desierto y referente de la Juventud Barrial. “Arrancamos hace una semana, por ahí con los tiempo un poco justos pero con muchas ganas. Estamos haciendo cartelería navideña y la construcción de un pesebre con el árbol, resta conseguir las luces pero estamos en pleno proceso”, comentó y subrayó: “Siempre remarcamos a los vecinos que colaboran, que se suman todos los años y aportan de una forma u otra, como así también los comercios de la zona que siempre dan una manito”.

Por último adelantó: “Nosotros como junta vecinal armamos en nuestra jurisdicción, pero vamos a volver a armar uno en el barrio Juan Pablo II, que si bien tiene su junta vecinal, nosotros como juventud barrial colaboramos con ellos ya el año pasado en un espacio verde que tienen y estamos trabajando para poder lograr el encendido este año”.

Vale la pena resaltar que los vecinos o comercios que deseen colaborar con cada uno de los barrios deberán comunicarse a los respectivos perfiles de Facebook de las Juntas Vecinales (identificados por sus respectivos nombres). 

*En la antigüedad los germanos estaban convencidos de que tanto la Tierra como los Astros pendían de un árbol gigantesco, o Arbol del Universo, cuyas raíces estaban en el infierno y su copa, en el cielo. Ellos, para celebrar el solsticio de invierno –que se da en esta época en el Hemisferio Norte-, decoraban un roble con antorchas y bailaban a su alrededor.

Alrededor del año 740, San Bonifacio –el evangelizador de Alemania e Inglaterra- derribó ese roble que representaba al Dios Odín y lo reemplazó por un pino, el símbolo del amor eterno de Dios. Este árbol fue adornado con manzanas (que para los cristianos representan las tentaciones) y velas (que simbolizaban la luz del mundo y la gracia divina). Al ser una especie perenne, el pino es el símbolo de la vida eterna. Además, su forma de triángulo representa a la Santísima Trinidad. En la Edad Media, esta costumbre se expandió en todo el viejo mundo y, luego de la conquista, llegó a América.