Abuso sexual

Ex monja celebró avances en la causa contra Parma

Se trata de Valeria Zarsa que integró la congregación hasta que denunció haber sufrido agresión sexual y desde entonces acompaña a las víctimas de Puerto Santa Cruz a través de la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico.

  • 05/11/2018 • 10:39
Valeria Zarsa denunció por abuso sexual al fundador de la Congregación, Agustín Rosa.
Valeria Zarsa denunció por abuso sexual al fundador de la Congregación, Agustín Rosa.

*Por Sara Delgado

La ex monja Valeria Zarsa es tal vez la responsable de que los abusos cometidos en la Iglesia de la Exaltación de Puerto Santa Cruz hayan tomado estado público, porque fue quien animó a Yair Gyurkovitz a tomar otro camino cuando su denuncia canónica quedó entrampada en una red de ocultamiento eclesiástico.

Zarsa es una de las denunciantes en la causa que en breve llevará a juicio a Agustín Rosa, el hombre que en 1996 fundó la congregación Discípulos de Jesús San Juan Bautista, acusado de abuso sexual contra varios menores del instituto que ya tiene sedes en varias provincias, Chile y México.

Justamente en ese país estaba Valeria cuando sufrió el último episodio -después de una larga seguidilla de supuestos malentendidos- en el que Rosa termina sacándose el lazo de su sotana para tomarla por la cintura y poner la cara contra sus pechos.

Hace cuatro años que abandonó la congregación. Ella era una de las personas de confianza de Rosa y conoció al cura de Puerto Santa Cruz, Nicolás Parma, alias “padre Felipe”.

Parma está detenido desde el seis de octubre por orden de la jueza Noelia Ursino, que días más tarde lo procesó por abuso sexual agravado y corrupción de menores contra varios chicos, dos de los cuales relataron su calvario a este diario.

Zarsa le contó a TiempoSur que entre “antes de que abrieran las casas” donde los jóvenes hacían el postulado, “yo estuve misionando en Puerto Santa Cruz y nos recibió el padre Germán Daveiga”. El mismo que en 2010 fue noticia cuando en plena misa en la capilla Cristo Rey, en Río Tercero, anunció que abandonaba los hábitos por cuestiones diferencias con la Iglesia Católica.

En esa época Zarsa también misionó en Caleta Olivia “y de ahí fuimos a hablar con el obispo para la posible apertura de las casas”.

A Parma lo conocía de antes porque “éramos de la misma Congregación, hemos estado misionando juntos. Felipe es un hombre de votos perpetuos. La primera vez que supe de los abusos de Parma fue a través de Yair Gyurkovitz. El fue a mi casa con su denuncia canónica para que lo ayudara y vi que se volvía a repetir el patrón de los abusos de Rosa, que revisaba a los chicos que ya habían sido abusados por otros hermanos”.

En el testimonio de Yair y también en el de Jonathan, aseguran haber sido también víctimas de abusos por parte del fundador de la Congregación. Según contaron, ambos fueron en momentos distintos a pedirle que sacara a Parma por las cosas que hacía en Puerto Santa Cruz, pero que en vez de eso, Rosa les pidió que “perdonen la debilidad del hermano” y acto seguido les dijo que tal vez los había contagiado de varicocele. Un ardid para manosearlos.

“La primera impresión fue espantosa porque era mi hermano de comunidad, no lo podía creer, pero reaccioné inmediatamente y le dije a Yair que teníamos que hacer algo, denunciar” recordó Zarsa, que durante mucho tiempo aguardó las noticias de cualquier avance en la causa.

“Cuando pasó el tiempo y no sabíamos nada del paradero de Parama sentí mucha tristeza, después conocí al otro denunciante (Jonathan) y sentí que todo había quedado en la nada, como la denuncia de algunos otros sacerdotes” dijo la ex monja. Por eso “cuando aparecieron estas noticias donde Parma ya estaba en Santa Cruz y había una jueza que lo había detenido, los chicos estaban felices y yo obviamente que también”.

Es que para ella, también víctima, no es ajeno el proceso desgastante de las denuncias de este tipo. “Vi el paso a paso, el sufrimiento y la tristeza de ver por todo lo que tiene que pasar una víctima de abuso. Las declaraciones, los tiempos de espera, las pericias psicológicas. Hay muchas cosas que se viven como víctima que nadie sabe, uno pasa muchos momentos difíciles. Poder verbalizar tampoco es fácil, los momentos de ataques de pánico, de intentos de suicidio”.

Todo eso comenzó a transformarse para las víctimas de Parma “cuando vimos que se empieza a hacer justicia, que por lo menos los llamaron, que por lo menos ya está detenido y ahí esto va tomando otro aire”, piensa Zarsa, que hoy integra la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico, un espacio que tejió una forma de contención pero también con asesoramiento jurídico.

 

Temas