Las comunidades en la provincia

Santa Cruz: los de adentro vinieron de afuera

La “contradicción” de discriminar en una provincia  que creció gracias a las migraciones, y que conforma la “identidad” de la provincia. La mujer que migra sola y la actual “migración de reunificación familiar” y corriente venezolana.

  • 02/09/2018 • 09:40
“Nadie puede reconocerse ajeno a las migraciones”.
“Nadie puede reconocerse ajeno a las migraciones”.

La provincia que se posicionó primera en cuanto al crecimiento poblacional según el último Censo -2.000/2.010- continúa  recibiendo  migrantes.

Primero fueron los chilenos, luego los bolivianos. La discriminación se trasladó de una comunidad a otra. “Comenzamos a trabajar con la comunidades chilenas que en esa época venían llegando, y que por su origen era el llamado “chilote”, esa discriminación se direccionó luego a las comunidades más recientes, como el boliviano, llamado “bolita”, contó Rosa Díaz, que desde hace 18 años trabaja en la Pastoral Migratoria de la Diócesis de Río Gallegos.

En septiembre, mes del Migrante, la Pastoral organizó charlas y encuentros que abordará temas como “la problemática que atraviesan los profesionales migrantes” (que fue abordado por este medio).

Díaz destacó que La ley de Migraciones 25.871  explicita el “derecho a  migrar”, pero que también existe el “derecho a no migrar”, es decir, que las personas opten por quedarse en su lugar de origen,   donde nacieron, y se les garanticen las condiciones necesarias para su subsistencia. “Eso sería lo ideal”, marcó.

Sucede que el que migra lo hace de manera “forzada” ya que “busca un trabajo para  tener una vida digna”. Es decir, si en su país de origen o provincia pudieran contar con lo mínimo para vivir, no abandonarían sus raíces.

El que migra tiene su “proceso de duelo”, de arraigo, ya que además de sus pertenencias “trae su cultura” en un cambio que “no es fácil”.

Históricamente primero llegaba el jefe de familia, luego al acomodarse económicamente traía al resto de la familia. Esto sucedió hasta el año 2.000, pero en 2.010 según datos del censo, Díaz precisó que el 53% de los migrantes eran mujeres y el 48% lo conformaban hombres.

“Cuando migra la mujer sola, está expuesta a muchas cosas, y es muy doloroso porque viene sin sus hijos que quedan en su lugar de origen, y cuando logra estabilidad económica, y un lugar seguro donde vivir y trabajo, siempre traen a su hijos, siempre lo hacen”, relató a TiempoSur.

Actualmente siguen llegando mujeres solas a Santa Cruz. Pero sobretodo existe lo que Díaz denominó la “migración de reunificación familiar”. “La mujer trae a los padres, o al hermano o hijo mayor”, describió.

De manera preponderante las corrientes migratorias son los chilenos, les siguen los paraguayos, dominicanos, peruanos, y la más reciente los venezolanos, que llegan por “terrible situación” de su país. “Los venezolanos ingresan por Chile, y se desplazan a la Patagonia Austral”,  mencionó.

La llegada no se caracteriza por una bienvenida. “Existe gente que los recibe bien, y también un sector que los discrimina. Nosotros intentamos sensibilizar, pero somos de una ciudad y una Patagonia que creció gracias a las migraciones, y es muy contradictorio discriminar al que viene cuando en realidad crecimos gracias a las migraciones”, recordó.

En Río Gallegos, por ejemplo, la mayoría es hijo o nieto de migrante. "Nadie puede reconocerse ajeno a las migraciones”, señaló. Incluso Santa Cruz cuenta con la suma de las partes y no existe una sola cultura. “La única identidad que tiene Santa Cruz son las migraciones. Es la única identidad clara. Es una identidad en construcción, pero la más clara, son los migrantes”, sentenció.