La "muerte dudosa"

El “suicidio” de un policía con dos disparos, sin pericias e incongruencias

En 2016 en Las Heras, un agente de las fuerzas se disparó luego discutir con su pareja, policía. Hasta ahora al cuerpo no se le habría realizado ninguna autopsia y la familia cree que lo mataron, solo dispone de fotos del forense. Las decenas de inconsistencias de un caso.  

  • 19/08/2018 • 08:52
Arma de la pareja de Sánchez con la que supuestamente se suicidó. Creen que “se alteró la escena”.
Arma de la pareja de Sánchez con la que supuestamente se suicidó. Creen que “se alteró la escena”.

*Por José Antonio Villanueva

 

De acuerdo al relato de los hechos que constan en la causa, el suicidio del agente de Las Heras, Fabricio Sánchez,  tiene “incongruencias” y sería necesaria la realización de medidas de pruebas “para conocer la verdad histórica con precisión y sin dejar cabos sueltos que generen más dudas que certezas”, según el juez de Recursos, Dr. Enrique Meyer.

El expediente cuenta que el 15 de julio cerca de las 19:00 Sánchez discutió con su pareja, policía, aparentemente porque el joven agente “iría unos días a visitar a su familia en la localidad de Piedra Buena”. La discusión llevó a que su pareja intente disuadirlo de no viajar, le rompe un vidrio del auto arrojando una piedra y le daña las ruedas del automóvil. El coche  estaba cargado con elementos de su propiedad, es decir, con la intención de irse. (Luego se encontraría sangre en la tierra del lado del conductor del auto).

La mujer llama a la Comisaría Segunda para advertir “problemas de pareja”. Cuando llegan los policías, Sánchez está tirado en la cama, con un tiro en la sien, casi muerto. Su pareja recién bañada. “Fabricio se mató”, habría señalado.

Trasladan al agente al hospital en donde finalmente muere. La causa cae en el Juez Quelín quien determina que fue suicidio y se archiva. De aquí en adelante comienza un extenso trámite judicial en donde la madre del agente solicita que se reabra la causa y ser querellante por intermedio de la Dra. Rosa Razuri. La causa se reabre, pero por un error administrativo, subsanable, le niegan ser querellante, la letrada apela, se lo vuelven a negar. Allí acude al Juez de Recursos, Dr. Enrique  Meyer, expone sus argumentos, y finalmente en marzo del 2017, se le permitió que se constituya como querellante a la abogada de la familia del agente de 26 años. En este interín, la familia nunca pudo acceder al expediente.

La insistencia se fundamenta en algo simple: la familia cree que a Sánchez lo mataron. Los argumentos fueron expuestos en cada una de las presentaciones de la abogada. Primero, porque no se habría realizado ninguna autopsia, pese que al comienzo fue caratulado como “muerte dudosa”. El cuerpo para esto había sido enviado a Caleta Olivia. Recién el 5 de junio de este año, la querella pudo acceder solo a fotografías del forense en donde ocurrió el supuesto suicidio.

La abogada sostuvo que de acuerdo a la declaración de su pareja, Sánchez se encierra en el dormitorio “y se da un tiro”. “Ella supuestamente no lo ve”. El disparo se realizó con el arma reglamentaria de la mujer, ya que Sánchez era agente y no podía por su rango portar un arma.

 

El disparo

El disparo, según las pericias, fue de derecha a izquierda en la sien. Pero varios hechos lo contradicen: primero la declaración de uno de los agentes que lleva a Sánchez desde el quirófano a la morgue, quien sostuvo que “de acuerdo a lo aprendido en la Escuela de Policía, el orificio de entrada, a mi entender, lo tenía del costado izquierdo de la cabeza arriba de la oreja, ya que éste era muy similar al diámetro de la munición del proyectil calibre 9 m.m. y el orificio de salida lo tenía en el costado derecho, también arriba de la oreja y de éste supongo y digo que era el de salida porque el cuero cabelludo se encontraba como desflorado hacia afuera y era de un diámetro mayor”. Segundo, según la pareja,  Sánchez estaba sentado a los pies de la cama, y si el disparo fue de derecha a izquierda no se explica por qué la puerta del ropero que estaba en frente del agente, se encontraba manchada en su lado derecho, y no el izquierdo.

Según la querella, tampoco se investigó ni analizó el motivo del charco de sangre en los pies de Sánchez, y como el arma cae al costado de la cama, en lugar de seguir la trayectoria de su mano derecha. “Debido a la cantidad de sangre que había en el piso, del lado de los pies, es porque Fabricio estaba sentado e inclinado hacia adelante, tal vez sacando algo del ropero. Y en esa posición recibe el disparo”, estima la letrada. Tampoco se hizo una pericia del auto de Sánchez (en donde hubo hechos de violencia, como la piedra manchada de sangre).

Cuando llegó la policía “Fabricio estaba sobre la cama, pero cerca de la almohada, y él tendría que haber estado tirado en el piso, cerca del ropero”, agregó Razuri.

En base al barrido electrónico -que no es concluyente según la ciencia forense, sino orientativo- Sánchez tenía restos de pólvora en sus dos manos, su pareja en ninguna. Esto sirvió como prueba para resolver que fue un suicidio, aunque si fuese así, debería haber utilizado las  dos manos para dispararse del lado  derecho. 

En la habitación se encontró un tiro en el techo. “Esto tampoco se entiende”, dijo Razuri. Sucede que si el disparo fue de derecha a izquierda, en la sien, con trayectoria derecha, no se explica como un disparo llegó a ese lugar. La abogada presume que hubo por lo menos dos disparos, ya que el arma quedó con la recámara abierta, posición en la que se encuentra cuando se efectúa un último disparo.

No se sabe exactamente cuánto tiempo transcurrió desde la muerte de Sánchez hasta el llamado a la comisaría por parte de la mujer. Creen que “se alteró la escena”, ya que como se dijo al inicio, la mujer estaba bañada y cambiada de ropa (que tampoco se analizó) cuando se  presentaron los efectivos al lugar.   (También, según la causa, y declaración de la policía que recibió la llamada, la mujer “estaba muy tranquila”, y que fue “una llamada normal, no se escuchaban discusiones, ni ruidos que no lloraba, ni estaba nerviosa”).

 

Maltrato y medicamentos

Pero hay más. Según un informe de criminalística, la pareja de Sánchez dio positivo en “presencia de BZO”. (BZO es  benzodiacepinas, medicamentos psicotrópicos, es decir, actúan sobre el sistema nervioso central) con efectos sedantes, hipnóticos, ansiolíticos, anticonvulsivos, amnésicos y miorrelajantes. Por ello se usan las benzodiazepinas en medicina para la terapia de la ansiedad, insomnio y otros estados afectivos.

La pareja adujo que el agente “era depresivo”, pero la declaración de sus compañeros (aunque subjetiva) destacaron que “era sonriente, que estaba muy bien”.

También según sus compañeros, la pareja de Sánchez “lo dejaba encerrado” y “en discusiones le puso un arma en la cabeza y que si la dejaba lo mataba; que le dio cachetada y empujones en público”, y que “estas declaraciones dan prueba de la violencia, agresión, persecución y maltrato que sufría Sánchez al punto de que la pareja era capaz de matarlo”.

El Juez de Recursos sugirió pericias en todos los puntos antes mencionados. Agregó  que el pedido de un informe psicológico y psiquiátrico a la mujer de Sánchez, sugerido por la querella, “resulta una medida útil, debiendo tener curso favorable”, sobre todo cuando la pareja de Sánchez “omitió su concurrencia al examen, pese a estar debidamente notificada y los testigos afirman que la nombrada tenía una conducta posesiva y celopática”.

Hasta hoy, según la notificación de la jueza subrogante Graciela Totino, a cargo de la causa, se les negó la realización de una autopsia ya que “no modificaría en lo sustancia ninguna hipótesis”. La familia cuenta con un perito de parte, y quiere que un equipo forense en Río Gallegos “más objetivo” se haga cargo.

La pareja de Sánchez ahora trabaja en Río Gallegos. No figura como imputada.