Un luchador

El “churrero” del banco

Se trata de Hernán Ortega Teixeira, quien pasó a ser uno de los agradables personajes del centro riogalleguense vendiendo churros. Sin embargo, lo hace en silla de ruedas luego que le clavaran ocho puñaladas para robarle su moto. En Argentina, una de cada 10 personas son discapacitadas.

  • 22/07/2018 • 10:26
Hernán trabajando en el centro de la ciudad.
Hernán trabajando en el centro de la ciudad.

Lo conocen casi todos los vecinos de la ciudad. Al menos los que a diario transitan por el centro de Río Gallegos por diferentes motivos.

Se llama Hernán Ortega Teixeira y es “el churrero” del Banco Nación. Así lo reconocen a quien con simpatía y buen humor se gana la vida vendiendo churros y alfajores justo afuera del edificio ubicado en avenida Kirchner y Chacabuco.

Sin embargo, la historia que llevó a Hernán a terminar vendiendo churros todas las mañanas afuera del banco, tomando frío y bancándose todo tipo de inclemencias es tan triste como repudiable, llevándolo a formar parte de una triste estadística, que indica que uno de cada 10 argentinos tienen algún tipo de discapacidad.

Hernán quedó inválido y no fue por una enfermedad, sino como causa de esa maldita inseguridad que arrolla con casi todo a su paso sin que la Justicia termine de afianzarse para reducir las estadísticas.

 

Le cambio la vida

Hernán contó que la historia de su vida cambió en Buenos Aires, donde trabajaba en la “Continental”, donde hacía repartos con su moto.

“En ese momento, yo tuve mis vacaciones en febrero de 2014, así que un día decidí ir a ver a mis compañeros de trabajo, así que salimos, tomamos algo hasta la una de la mañana y cada uno se fue para su casa, pero a la altura del hotel Sheraton se me paró un auto al lado y comenzaron a querer robarme la moto, pero yo me resistí sin saber que uno de los dos delincuentes estaba armado y cuando traté de arrancar para escaparme, el que estaba atrás mío me apuñala ocho veces, tocándome la médula, lo que me dejó discapacitado”, relató.

En ese momento, Hernán fue internado en el Hospital Fernández de Recoleta, donde pasó días para ser trasladado a otra clínica.

“Estuve meses rehabilitándome para adaptarme a lo que desde ese momento sería una nueva vida para mí”, indicó.

Sobre lo que fue el momento en que se enteró que había quedado discapacitado, expresó: “Fue muy traumático. En la capilla que tenía el instituto de rehabilitación en el que yo estaba, le pedía a Dios todos los días para volver a caminar, pero ya pasaron cuatro años y día a día voy asumiendo esto, peleándola”.

 

El viaje

Hernán tiene a toda su familia en Buenos Aires, incluyendo a su ex mujer y una pequeña hija de la cual tuvo que tomar distancia para llegar a Río Gallegos en la búsqueda de una vida mejor.

“Yo me vine a Río Gallegos luego de vivir con mi hermana, aunque ella era bipolar y nos peleamos, así que decidí irme a Ushuaia para estar bien cerca de las Islas Malvinas, pero no pude porque viajaba solo y para cruzar a la Isla necesitaba acompañante y por eso terminé en Río Gallegos, donde comencé de nuevo, viviendo solo”, comentó.

A su llegada a la ciudad, él paró en una pensión, donde conoció a un muchacho que trabajaba haciendo churros y le brindó la posibilidad de vender lo que producía.

“Yo me aburría mucho, porque siempre fui muy activo, trabajador y necesitaba hacer algo, así que me ofrecieron ser churrero ambulante, por lo que hoy estoy vendiendo churros y alfajores. Él hoy es mi jefe y además es mi amigo porque me ayuda con las recetas, los remedios, la comida y con los traslados, porque a mí se me complica. Imaginate si tengo que pagarme un remisse para cada trámite que tengo que hacer”, señaló.
Hernán cobra una jubilación por discapacidad, pero el aumento en los costos y sus ganas de seguir activo lo llevaron a nunca quedarse quieto.

El contó que, con su trabajo diario, logró comprarse un autito usado y una moto de tres ruedas, por lo que ahora espera poder adaptarlos para trasladarse.

“Yo en la puerta del banco veo a todos. No sé bien de qué trabajan, pero van políticos, bancarios, empresarios y gente importante de la ciudad, pero yo no le pido limosna a nadie, sino trabajando. Si alguno de ellos alguna vez tiene un trabajo para alguien como yo, bienvenido sea. Por supuesto que a mí me gustaría un trabajo mejor, en el que pueda aportar porque sé manejar una computadora y de la cabeza estoy bien”, afirmó.

El lugar

Hernán contó que el primer lugar en el que trabajó como “churrero” fue afuera de un supermercado en Zapiola y Estrada, pero luego vio que la gente salía con los carritos llenos, pero no le compraba.

“Fue en ese momento cuanto agarré coraje y dije: “Me paro en la puerta del banco y que sea lo que Dios quiera”, pero gracias a Dios la Dirección de Comercio, Bromatología y la Policía no me dijeron nada porque me estoy ganando la plata honradamente”, aseguró.

Al ser una de las tantas personas discapacitadas de la ciudad, él también es palabra autorizada para contar si estructuralmente Río Gallegos está preparada para ellos.

“Mirá, yo directamente ando por la calle, porque no me queda otra y para subir los cordones pido ayuda”, aseguró y luego agregó: “Yo no quiero entrar en política, pero todos sabemos cómo tendría que estar la ciudad y como está”.