Una cuenta pendiente

Caballos que sanan

Lo hacen mediante una técnica de rehabilitación que puede mejorar las capacidades neuromotoras, cognitivas y sociales de personas que realmente lo necesitan. En Río Gallegos hay un joven que se especializa, tiene un proyecto y sueña con poder curar. Sin embargo, le falta apoyo.

  • 24/06/2018 • 11:13
Estos son algunos de los caballos de Daniel.
Estos son algunos de los caballos de Daniel.

A la hora de buscar y apoyar variantes para encontrar curas para personas que tienen diferentes enfermedades o problemas, no debería haber inconvenientes.

Sin embargo, en Río Gallegos hay una variante que por ahora no logra hacer pie a pesar de las buenas intenciones de personas como Daniel Omar Sumabil, un vecino muy conocido en la ciudad, que nació y se crió entre caballos, acercándose poco a poco a la idea de poder curar a muchas personas con ellos.

Su idea es hacerlo mediante la equinoterapia, una técnica dirigida a adultos y niños con cuadros clínicos como: parálisis cerebral, síndrome de down, trastorno de espectro autista, problemas de conducta, anorexia nerviosa, síntomas de hiperactividad, disfunciones cerebrales y esclerosis múltiple.

Nacido y criado en Río Gallegos, él tiene familia y está a poco de ser papá por primera vez, pero el sueño de su vida no cambia.

Tiene una pasión y son los caballos, porque fue criado junto a ellos desde muy chico, según él mismo lo cuenta.

“Heredé esta pasión por mi abuelo y por mi viejo. En el caso de mi abuelo, él fue uno de los primeros técnicos radioeléctricos que tuvo la Policía de Santa Cruz, y siempre estuvo en el campo con los caballos, pero la iniciativa de la equinoterapia la tengo en mente hace mucho tiempo, ya que dispongo del lugar y de la principal herramienta que es el caballo”, comentó.

Daniel dispone de una chacra y 10 caballos, aunque aclara que de ellos no todos están preparados para equinoterapia.
“No es como mucha gente cree, que es un caballo retirado de la actividad o un caballo muy viejo, porque en realidad a un caballo hay que prepararlo para la equinoterapia y tiene que ser un caballo dócil, con cierto temperamento, ni muy joven ni muy viejo, porque mucha gente piensa que como un caballo es viejo, es más mansito y que es una cuestión de llegar y subir, pero está el riesgo que se tropiece. Entonces, tiene que ser un caballo preparado para la actividad”, aclaró.

El “click”

Si bien Daniel siempre tuvo esa atracción tan especial por los caballos, el interés por la equinoterapia también tiene un capítulo en su vida.

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“Me interesé en el tema porque veo que en Río Gallegos hay mucha gente a la cual le podría hacer bien y nunca hubo algo así. Cuando yo era muy chico, estuvo Don Arguelles que daba equinoterapia, pero luego cerró la escuela de equitación y hubo gente que tuvo caballos y llevó a algún chico, pero nunca se dio algo desarrollado”, indicó.
Luego agregó también que tiene una amiga con una hija que tiene ciertos trastornos de comportamiento y que, al tener las herramientas, quiso ayudar, teniendo la posibilidad también de viajar a Córdoba para capacitarse.

Comentó que tiene la intención hace años, incluso luego de notar que en otras provincias la equinoterapia existe como una ley que permite que sea reconocida por las obras sociales, algo que por ahora no sucede en Santa Cruz.
“Por el momento, acá estamos muy alejados de eso y otro factor complicado es el clima, lo que tampoco te permite desarrollar la actividad el año completo”, aseguró.

Otro dato no menor que apoya la importancia de esta técnica, indica que en los últimos 15 años la equinoterapia ha evolucionado considerablemente y se la ha puesto en práctica con enfermedades como el stress, la depresión, las fobias, las adicciones, los trastornos obsesivo-compulsivos, los desórdenes alimentarios, entre otras.

Bajo techo

Daniel contó que finalmente viajó para una capacitación a Córdoba, en la Fundación Cordobesa de Equinoterpia, la instrucción fue en un galpón con paredes de lona y techo de chapa por el viento y un suelo acondicionado para la actividad.

“También tenés que contar con herramientas, porque hay mucha gente que piensa que la equinoterapia es subir a un chico a un caballo y sacar a pasearlo una vuelta, cuando en realidad tenés que tener una montura especial, monturas para monta doble si la persona no tiene dominio del torso, sumado a que hay ejercicios que se pueden hacer e incluso en la fundación que visité habían espejos para que, cuando los chicos están arriba del caballo, coordinen movimientos de brazos con las piernas, pelotas colgadas, letras con imanes para que, mientras están arriba del caballo, jueguen y formen su nombre o armar palabras. Entonces, no es como piensan algunos, que es subirlo a un caballo y pasearlo una hora. No es lo mismo hacer equitación que hacer equinoterapia”, aclaró.

Entre otras cosas, contó que esta alternativa no es sólo para personas con algún tipo de discapacidad, sino que también sirve para chicos con problemas de comportamiento y también sirve para personas mayores.

“Yo me encontré con una chica que tenía mi edad y en su adolescencia entró a un quirófano por un tumor estando plena físicamente y se encontró con que al anestesista “se le fue la mano” y ella quedó en silla de ruedas, por lo que se le empezaron a atrofiar los músculos y los huesos por no tener movilidad”, contó.

Paso a paso

Los resultados, más que comprobados, hacen que hoy sean más de 100 los centros que practican la equinoterapia en todo el país y por eso Daniel insiste tanto con esta posibilidad, detallando también que la equinoterapia incluye un proceso delicado que no necesariamente implica subir a una persona inmediatamente a un caballo.

“Me tocó hace poco, cuando se festejó el Día de la Tradición en la Rural, que hicimos el paseo de los nenes de los jardines, que había padres que los querían subir “de prepo” a los chicos al caballo, pero hay gente a la que hay que ir acercando de a poco y no necesariamente la primer clase la tenés que subir, porque por ahí nunca vieron un caballo en su vida y de repente les aparece un animal de 500 kilos enfrente y capaz les cuesta, por lo que las primeras clases los tenés que llevar a cepillarlos, acariciarlos y ayudarlos a tener contacto con el caballo para luego subirlo”, relató.