Puerto San Julián

A los 13 quedó embarazada en una violación y le negaron el aborto

L tenía 13 años cuando fue violada por el papá de una amiguita en un cumpleaños. Ella quedó embarazada y la Justicia le concedió la interrupción, pero en el hospital de su pueblo, se negaron a hacerle un aborto. Hoy su hijo le ilumina la vida, pero su abusador quiso hacerse cargo y ella teme que algún día se crucen.

  • 21/05/2018 • 10:16
En 2009, el Hospital de Puerto San Julián le negó su derecho al aborto no punible. (Foto ilustrativa)
En 2009, el Hospital de Puerto San Julián le negó su derecho al aborto no punible. (Foto ilustrativa)

Por Sara Delgado

Silvia, su mamá, está determinada a impedir que el abusador de su hija y padre de su nieto, se les acerque, ahora que le dieron salidas laborales. Si algo me llegara a pasar, lo hago responsable a él. Sé que me va a venir a buscar”, advierte.

La familia y el abusador viven en Puerto San Julián. Una localidad chiquita, con no más de 18 mil habitantes. Es donde todavía se da “la vuelta del perro”, definición de un escape circular que se termina cuando se empiezan a repetir los rostros.

En agosto de 2009, L se fue al cumpleaños de una amiguita de la cuadra. La cumpleañera vivía junto a su hermana y su papá, Héctor Burgos Jara, un tipo “ejemplar” decían en el barrio. Sobre todo porque se sabía que su esposa lo había abandonado y que estaba solo con las chicas.

Era la idea de una celebración precaria, para compartir un bizcochuelo y que no pasara desapercibido el día. El hombre, que entonces tenía 50 años, le pidió a sus hijas que fuesen a comprar al mercado y a L que se quedase. En esa ausencia, él la violó y la amenazó con matar a sus hermanos y a su mamá, si acaso contaba lo que le había hecho.

Ella no dijo nada, y durante varias semanas tuvo pesadillas nocturnas, hablaba en sueños, dormía con la ropa puesta, estaba distante y triste.

“Una noche se pasó a mi cama y noté lo de las pesadillas, entonces al otro día le pedí que me cuente qué le pasaba. Me dijo ‘el viejo ese me violó’. Yo casi me muero” cuenta Silvia, que esa misma mañana se fue a la farmacia a comprar un test de embarazo. “Fue intuición, la nena había tenido un solo periodo y después nunca más”. Silvia no puede sacarse los gritos de su hija de la cabeza cuando tuvo que explicarle que las dos rayitas significaban que esperaba un bebé: “Mamá yo me quiero morir!” le decía.

Esto pasó dos meses después del abuso. Por eso el Juzgado las mandó a Buenos Aires a realizarse un estudio de ADN, que determinó la paternidad del violador. Con esa certeza, el fiscal, Felipe Piedrabuena, logró una orden judicial para la interrupción inmediata del embarazo. Sin embargo, en el Hospital de Puerto San Julián, plantaron la objeción de consciencia y se negaron a hacerle el aborto no punible.

Tendrían que pasar casi tres años hasta que en 2012, la Corte Suprema diera su fallo histórico, tras un caso parecido con una chica de 15 años en Chubut, ratificando que son abortos no punibles los casos de violación, poniendo fin a otras interpretaciones del Código Penal sobre este tema.

Pese a la negativa de los médicos del Hospital de San Julián, el cuerpo de L no estaba preparado para parir; todavía no había terminado de desarrollarse. “Mi hija pasó un embarazo de alto riesgo yendo todas las semanas a controles, monitoreos; fue muy duro, yo no quería esa vida para ella y hoy me choca pensar que casi mato a mi nieto”.

Cuando la nena ya atravesaba el sexto mes de embarazo, se produce la detención de Burgos Jara. Al violador lo habían encontrado persiguiéndola, se le aparecía en la vereda, la espiaba, la seguía. Burgos Jara había creado en su cabeza la idea de un romance con ella. Incluso en el juicio dijo que eran algo así como amantes, que esa niña con el pecho todavía plano y que jugaba con muñecas, en realidad lo había provocado.

Fuentes judiciales dijeron que hasta existió un pedido suyo para “reconocer” al bebé y “pasarle plata” a la víctima.

En enero de 2010, la policía lo atrapó cuando hacía el recorrido por el Museo Temático de la Nao Victoria. Cuando allanan su casa, también buscaron un diario íntimo y prendas que habían quedado en el entretecho, donde la Justicia suponía que también abusó de otra menor.

El bebé de L nació un 18 de mayo de 2010. Cuando me lo cuenta, Silvia quiere llorar y reírse al mismo tiempo. “Fueron muchas emociones encontradas. Mi hija se deshinchó después del parto y le apareció otra vez su carita de nena”.

Dice que las amiguitas de su hija iban a ver al bebé, que estaban embobadas. Que por la casa desfilaban las compañeras del colegio y entonces, la niña convertida en madre, organizaba los turnos para que cada una pudiera tomar al chiquito en brazos un ratito. Algunas le pedían plata a sus mamás para comprarle mini ropitas como babuchas o camisas, le hacían crestas en el pelo. Se entretenían.

“El es el centro de nuestro universo” me aclara orgullosa Silvia, que después me manda una foto por WhatsApp, en la que se ve al nene sentado en un sillón junto a ella, con unos ojos color verde profundo y cara de pícaro.

El año pasado se enteraron que el abusador de su hija caminaba las calles del pueblo. Nadie les avisó de que se hubiesen ordenado las salidas transitorias. Una tarde llegó L corriendo, en shock, gritando que “está el hijo de puta suelto!”. Luego de eso, el chiquito que solía jugar afuera a la pelota con los demás pibitos del barrio, quedó sin poder salir durante varios días.

El vocal de la Cámara Criminal de la Primera Circunscripción, Joaquín Cabral, es el juez que presidió el juicio que condenó a Burgos Jara a la pena de 12 años por “abuso sexual doblemente agravado por el acceso carnal y por el daño a la salud mental de la víctima”. Fue a su vez, el Juez que le otorgó el beneficio de salidas laborales ¿Por qué? Porque Santa Cruz es la única provincia del país que no tiene un Juzgado de Ejecución y entonces, aquel vocal que preside un juicio, es el mismo que luego controla el cumplimiento de la condena.

El magistrado reconoció que si bien el violador accedió a beneficios por haber cumplido la mitad de la condena, y porque las evaluaciones resultaron óptimas para la reinserción social, esto no quita que en caso de detectarse que intente acercarse a las víctimas, no se le vaya a revocar de inmediato el beneficio.

La idea de Silvia era por aquel entonces empapelar el pueblo con la cara del violador de su hija, para marcarle la cancha y para que otras mujeres estén prevenidas. Después de una audiencia con Cabral, esa idea quedó en suspenso, al igual que sus vidas. Mientras tanto “contamos esta historia para tener una prueba a la hora de contarle al nene, lo mucho que luchamos por él”.

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