El gran simulador El hombre que estafó a diez ciudades en los últimos cinco años Pedro Enríquez ya recorrió medio país con el mismo relato: que se quedó varado con su familia lejos de casa y necesita dinero para regresar. Siempre logró conmover a la gente y recibir donaciones. 20/01/2018 • 20:27 Recorrió medio país. Detener audio Escuchar Apareció como aparecen los amores, con la urgencia del hoy, la ilusión de que no hubo ayer y la necesidad de que haya un mañana. Deambulaba por la Terminal de Ómnibus de Paraná con un nene colgado de un brazo y un gesto trágico que hubiera conmovido al encargado de una casa de empeños. Aquella tarde de abril de 2012 se acababa cuando, contra lo que parecía su voluntad, su presencia empezó a llamar la atención de empleados y pasajeros en un andén. Alguno de ellos, el más animado, se animó a preguntarle en voz alta lo que todos se preguntaban en silencio y él tuvo que acceder a relatar su historia. Triste y tal vez vergonzosa, pero suya. Un tiempo atrás, explicó, en su Trelew natal las cosas empezaron a ir peor. Sin pan y sin trabajo, con su familia golpeada por dolores íntimos, había tenido que pensar en un exilio para sostenerla. Habría creído encontrar la solución en una propuesta que le había hecho un tal Ferreyra, con quien ya había tenido tratos pero nunca una traición como ésta: el hombre le había ofrecido que se mudara a Entre Ríos para darle empleo, pero se había borrado. -Primero iba a venir solo, pero este hombre me dijo que había conseguido los pasajes para mí y mi familia, que tenía donde quedarme y que trajera el pase de la escuela de los chicos, contó, entre tímido y avergonzado. Pablo Ángel Enríquez, según lo identificarían los medios locales, agregó que se había lanzado a la aventura con su mujer y sus cuatro hijos. Habían llegado el 11 de abril a Paraná y se habían encontrado con el tal Ferreyra, quien le había pedido que le entregara su Libreta del Fondo de Desempleo. Después, recordó, se había hecho aire. -A los dos días fui a la Policía, pero me dijeron que como había entregado la libreta de buena fe no podía hacer la denuncia. Sí me dijeron que iban a tratar de localizarlo... La gente de la Terminal hizo una colecta solidaria y le dio plata para los pasajes. Luego, no lo vio más. Pero se supo que Enríquez fue a la Municipalidad de Paraná, adonde contó que había podido enviar de regreso a Chubut a su esposa y a tres de sus hijos, pero que seguían varados él y uno de los nenes. Agregó que su mujer les había conseguido pasajes desde Rosario hasta su casa, pero que no tenía cómo llegar hasta la ciudad santafesina. La respuesta fue enviarlo a la redacción del Diario Uno, donde el 20 de abril de 2012 publicaron una nota en la que se consignaba su historia y un teléfono para acercarle donaciones. La respuesta fue una avalancha. Nada se volvió a saber de Enríquez durante un tiempo. Hasta que el 20 de mayo de 2013 reapareció. Y, al parecer, no con mejor suerte. Ahora estaba en Santa Rosa, La Pampa, y ya usaba el nombre de pila con el que recorrería medio país: Pedro Enríquez. Un medio local, Plan B Noticias, lo descubrió errando por la Terminal de Ómnibus de la ciudad. Otra vez, en mala forma. Lo acompañaba uno de sus hijo y decía haber llegado días antes desde Misiones, viajando a dedo. Estaban, afirmó, sin un centavo y con una necesidad enorme: regresar a su ciudad, Trelew, para ver a su hija lo antes posible ya que acababa de ser operada del corazón en la Fundación Favaloro y se estaba recuperando. “Necesita la colaboración de la comunidad”, publicó el portal web. Y Enríquez la consiguió aunque, a juzgar por lo que ocurriría después, no fue suficiente. Es que, dos meses más tarde, el desafortunado Enríquez tuvo que volver a un medio de comunicación. Fue el 26 de julio de 2013: una radio de Viedma (RN 24, Río Negro) lo vio entrar a sus estudios y le prestó el micrófono para que relatara las 48 horas que sumaba varado en la ciudad junto a sus dos hijitos, sin lugar para dormir ni plata para comprar comida. Necesitaba regresar a Trelew y el pedido solidario tuvo respuesta. Días después, cuando desde la radio lo contactaron para que contara el final de su odisea, lo hizo a conciencia: “Las hermanas Carmelitas me compraron los pasajes. Hubo gente que vino a traernos algo para comer y sobre todo, Alejandra y su familia que nos cobijaron en su casa”, recordó. (Clarín) Temas Nacionales Lás más leídas en Argentina