Relatos de vida

Miguel O'Byrne, una vida dedicada al campo

En Relatos de Vida, conocimos en parte la historia de quien fue Presidente de la Sociedad Rural de Río Gallegos y hoy es el Presidente de la Federación de Instituciones Agropecuarias de Santa Cruz -FIAS-, Miguel O'Byrne. Un vecino de nuestra comunidad quien nos contó su infancia y los comienzos de su actividad relacionada con un sector productivo muy importante de nuestra provincia.

  • 21/12/2017 • 10:02

En este espacio que TiempoSur le está dedicando a historias de familias, de vecinos de nuestra comunidad que, desde su lugar en esta sociedad, hacen al desarrollo cultural, político, social y porqué no de nosotros mismos como personas, como ciudadanos, hoy en relatos de vida contaremos parte de la charla que mantuvimos con Miguel O'Byrne, presidente de la FIAS -Federación de Instituciones Agropecuarias de Santa Cruz-, pero de quien pretendimos conocer a uno de los tantos que se ocupan y preocupan por mantener un sector económico muy importante que fue y es parte del crecimiento de esta parte de la Argentina, como es el campo.

Comenzamos la charla con Miguel preguntándole sobre su infancia y al respecto nos precisó que “mis primeros dos años los pasé en Cañadón de las Vacas donde mi padre era encargado, una estancia donde en esa época tenía 6/8 mil lanares, y luego de mi padre fue contratado para administrar la Estancia Cuyen en Tierra del Fuego. Así que ahí nos criamos con mis hermanos hasta los 18 años”.

En este contexto, Miguel precisó que “en esa época la educación era complicada en Río Grande, el camino era complicado así que primer y segundo grado con una maestra particular en la estancia. Tercer grado lo hice en la escuela que le decían “medio caño” un establecimiento que estaba ubicado donde hoy está el Conservatorio Provincial de Música y a su vez pupilo en el Colegio Británico de calle Mariano Moreno (tenía 7/8 años).

Mi abuelo irlandés vino de Irlanda a Puerto Deseado y mi abuela nació en Cabo Buen Tiempo, al otro lado del río; su padre y abuelo habían venido de Escocia a Malvinas, su padre estuvo de capataz, encargado de una de las estancias de Darwin. Se le terminó el contrato y se vino con siete chicos a poblar del otro lado del río, con su suegro y su cuñado.

Consultado entonces, qué idioma hablaban en su hogar cuando era chico, Miguel nos contó que “mi madre que habla muy bien inglés, hacía un esfuerzo muy grande para que lo habláramos porque sabía que a la larga en la vida que nos íbamos a ir insertando, la íbamos a ir perdiendo. Así que los primeros dos años nos enseñaron una mezcla de inglés-castellano y nos mandaron acá al Colegio Británico como pupilos. Ahí hacíamos inglés y después lo que era la currícula normal se hacía en colegios públicos de Río Gallegos.

Cómo era ser pupilo? Mis padres como al igual que muchas familias de ascendencia británica, le querían dar la oportunidad de brindar una educación a los chicos en inglés. Arrancamos con los chicos acá que era el colegio más cercano pero a los dos años nos mudaron a todos a Bariloche a un colegio primario. Así partimos un grupo de 8 o 9 chicos, de entre 8 y 13 años de edad, donde vivimos en la casa de los dueños del colegio que estaba empezando. Ellos tenían un dormitorio grande para varones y otro para mujeres. Y nos llevaron en marzo y nos fueron a buscar en las vacaciones de invierno. Había que tomar dos aviones, hacer noche en Comodoro y tomar un avión a Tierra del Fuego, era un día y medio de viaje, era un alivio para todos volver a Río Gallegos o a Río Grande”.

“Fue una experiencia donde uno se queda más con lo positivo que con lo negativo. Uno hacía amistades de todas partes del país”.

Continuando con la charla, Miguel nos contó que el colegio secundario lo hizo en Buenos Aires y el último año en “Tandil. Uno de los lugares más lindos de la Argentina. Ahí me quedaron decenas de amigos de toda la vida, seguimos en contacto”.

 

Comprar y vender lana

 

Más adelante en la charla amena que tuvimos con Miguel hablamos sobre la  actividad a la que se dedicó.

Aquí nos contó que “después en lugar de seguir una carrera universitaria, por estar relacionado con el campo, haber crecido allí, me vinculé a una empresa lanera. Tenían representantes que andaban por las estancias comprando y cargando lana. Yo tenía 17/18 años y me ofrecieron que cuando terminase el colegio sino me quería ir a trabajar con ellos en la barraca. No tenía ni idea de lo que tenía ganas de estudiar. Así que me metí y empecé a hacer la carrera de aprendiz de comprador de lana.

Estuve 5 a 6 años viajando de Corrientes a Ushuaia viajando, pasando un mes en cada lugar haciendo la campaña a medida que iba avanzando. La campaña empieza en septiembre o antes y terminaba en febrero en Tierra del Fuego.

Ahí, eran fines de los '70, embarcábamos lana por Ushuaia con un sistema antiguo de barcos y era formidable”.

 

Lavadero de lana

 

Respecto de este tema que fue un proyecto del que siempre se habló en Santa Cruz al igual que las represas sobre el río Santa Cruz, Miguel nos dijo “conocí las dos puntas de la actividad. En la empresa dos fábricas, una en Buenos Aires y una en Trelew. La decisión de mudar de Buenos Aires a Trelew fue una decisión muy grande; el mudarse a la Patagonia con todas las carencias logísticas y Trelew era como el centro de la Patagonia porque uno suponía que las lanas que venían de toda la Patagonia se convergían ahí y podía salir por Puerto Madryn, era un lugar lógico y sigue siendo un lugar lógico porque es donde está el polo lanero argentino. Entonces, siempre la discusión de Santa Cruz eran dos cosas básicamente: una era que había que tener buen agua y mucha; mucha lana y de variedades de distintas calidades; porque si uno lava un solo producto, tiene un solo producto para vender. Esto provoca que tenga limitaciones grandes ahí y en Trelew tiene posibilidades de mezclar todo tipo de cosas y además estar muy cerca del puerto. Es un tema logístico”.

Otro de los temas en este aspecto que nos explicó Miguel que es fundamental para sostener un lavadero de lana es “la estructura de preparación de gente técnica para poder sostener una planta. Toda la industria metal mecánica, torneros, mecánicos especializados; toda esa cosa no lo veíamos acá en la zona ni siquiera en Piedra Buena ni en Deseado. Si uno no tiene todas cosas bien consolidadas es muy difícil competir con calidad y con costo”.

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