Cultura

Hay una canción que dice una gran verdad: "Tu sangre es roja, la mía también, en algo tenemos que ver...”

Es la letra de un tema musical del grupo Intoxicados que citó a TiempoSur , Oscar Raúl Curin "Cacho", como lo conocen los vecinos de la comunidad, dueño del kiosco ubicado en calle Comodoro Rivadavia casi Avenida Kirchner de esta capital, a quien le gusta "la música" y como muchos habitantes nuestra ciudad o de la provincia llegaron desde otras comunidades para forjar su futuro aquí en estas tierras patagónicas, y como él mismo nos señaló "Río Gallegos tiene algo místico que cuando te vas, lo extrañás".

  • 07/09/2017 • 11:17

En este espacio que TiempoSur le está dedicando a nuestros vecinos que fueron y son parte del crecimiento social, comercial, cultural de la ciudad o la provincia, seguimos recorriendo y tuvimos la posibilidad de conocer a Oscar Raúl Curin "Cacho" como lo conocen muchos de los niños, jóvenes y adultos que todos los días se acercan a su kiosco ubicado en calle Comodoro Rivadavia, en el centro de nuestra capital.

Allí, nos recibe muy amablemente Cacho rodeado de golosinas y demás productos que ofrece en su comercio a la comunidad, con la particularidad que él siempre tiene sintonizada la radio como así también el televisor prendido para "estar informado" y no perderse de informarse sobre acontecimientos de nuestra ciudad, la provincia, el país y hasta del mundo.

Oscar Raúl Curín "Cacho" llegó a Puerto Santa Cruz en el año 1978 y luego se vino a radicar a Río Gallegos en el año 1983.

Con el correr de los minutos de la entrevista, Cacho nos confiesa que es un "agradecido a la vida" y a esta tierra que lo cobijó.

Comenzamos la charla que estará rica de recuerdos, anécdotas y, hasta fue capaz de hacernos confidencias sobre su infancia y la historia de vida.

"Nací en Trelew, me crié con mi tío, y con la mala suerte que ellos se separan cuando yo tenía 4 años y me quedo con él. Yo nunca formé una familia. Así que imaginate como es el amor de un hombre y el amor de una mamá, es totalmente distinto. Él me lavaba el guardapolvo, me lo planchaba; yo venía con el guardapolvo roto porque me gustaba pelearme y él me enseñaba que la primera piña la tenía que pegar yo. Así me crié. Se ve que ese tipo de crianza, lo que yo viví hizo que le tenga miedo de formar un matrimonio porque he tenido novias, buenas personas a mí lado; pero cuando me hablaron de formar una familia, ahí disparé, no sé por qué. Ese es un tema pendiente para mí; en mi cabeza y tal vez algún día lo tenga que sacar o no", así comenzó la historia relatada por Cacho sobre su vida.

"Cuando me fui de mi casa tuve suerte y entré a trabajar, tenía 14 años, con un señor en un taller chapista, que era de la empresa Don Otto, la transportadora patagónica en Trelew y la verdad me tomó como un hijo, vivía en la casa, tenía una habitación, la comida y trabajaba. Así tenía mi primer sueldo. Me daba mis gustos porque en esa época estaban las zapatillas de caña alta Topper, mi viejo no me las compraba, me compraba flecha; y me compré el primer Levis que había salido que estaba de moda, como ahora se le dice chupín, antes se le decía bombilla. Fueron mis primeros gustos", continuó Cacho quien nos aseguró que "la verdad yo le agradezco a la vida, lo que he vivido pero siempre como yo digo, por la senda del señor, sin meterme en cosas extrañas o raras".

 

Su llegada a Santa Cruz

 

Cacho nos cuenta que con 18 años llega de su Trelew natal a Puerto Santa Cruz en el año 1978 donde "trabajé en una Estación de Servicio y después jugaba al fútbol en el Atlético. Allá hay dos equipos el Sportivo y el Atlético, cuando es el clásico, el pueblo se divide la mitad para cada equipo" y también "dirigía a los chicos de las inferiores, hoy ya son grandes y también grandes amigos".

"Trabajé también en una farmacia en Puerto Santa Cruz hasta que me vine a Río Gallegos, cinco años después en el año 1983, a trabajar en la Caja de Servicios Sociales, en la parte de farmacia. Así que bárbaro, llegué a ser Jefe de Departamento hasta que me fui con el retiro voluntario. Así empezó mi vida acá, me hice de amigos y acá quedé", afirmó Cacho a TiempoSur.

En este sentido nos señala que "si me preguntás cómo vine a parar acá, no sé. Uno a veces reniega con el viento, el frío, la lluvia pero esto se extraña cuando no se está. Te vas un par de días y extrañás Gallegos, no sé qué tiene, tiene algo místico, digo yo. Y acá quedé".

Luego, cuando Cacho deja de trabajar en la Caja de Servicios Sociales, en el año ‘94, "empecé a caminar solo, hice turismo y después me quedé con el kiosco, bien y tranquilo".

 

Sus comienzos en el kiosco

 

Nos precisó que en este rubro comenzó "en el año ‘99, un año jodido, trabajé y  trabajé. Hay que ser ordenado, porque si no, no llegás a nada. Trabajo solo, de lunes a viernes de 08:30 a 21:00, sábado un poco más tarde y los domingos descanso. Mi primer kiosco fue en San Martín y Roca, luego en calle España y ahora en Comodoro Rivadavia".

Consultado respecto de su clientela, Cacho nos cuenta que "en el kiosco tratás todo tipo de persona, gente macanuda, educada, como también maleducada" e indicó: "Es un confesionario, porque recibís gente que nunca la viste en la vida y, viene y te cuenta lo que le pasa. Así que escucho,  atiendo a la gente" y aclaró que pone mayor énfasis al atender "a la gente mayor  porque es gente que se merece respeto".

"Tengo buena clientela, la verdad, no me puedo quejar. Tengo clientela de hace muchos años", afirmó al señalar que "con los chicos tengo algo especial, porque todos quieren venir acá. Y me lo dicen las mamás, que los hijos les piden venir acá. Compran figuritas y yo les regalo 1, y si no le alcanza les digo que la lleven igual porque todo vuelve. Por ahí no vuelve por la persona que vos le das, vuelve por otra, porque esa persona que vos le diste sale y dice andá allá que ahí te van a atender de tal manera. Y es así como se va generando y te hacés buena clientela".

"Todo pasa por una buena atención, no hay otro misterio", remarcó Cacho al precisar "trato a todos igual como si los conocieras de toda la vida y eso hace que la gente que entra se distienda un poco también".

Tras estos 18 años, le consultamos cómo hizo para mantenerse en la actividad comercial y nos dice "pasaron muchas economías. Lo importante es ser ordenado, y por lo que yo veo, el kiosco va a la par de la economía. El cliente te compra o no si le alcanza, y así con la mercadería también; si antes comprabas 10 cajas ahora compras 5, o si vendiste 2 cajas compra esa cantidad no compres el doble porque no sabés si la vas a vender; aparte por los vencimientos. Ahora las grandes empresas como por ejemplo todo lo que es el rubro gaseosas tienen un vencimiento muy corto y por lo tanto no te podés stockear porque no se vende como se vendía antes".

"El tema es comprar ordenadamente, si te desordenás, chau, fuiste. Después dicen el kiosco no da y no es así", dijo al analizar "hoy está así todo, todo muy parado, no es como antes que se reactivaba todo en un momento; hoy veo que en las demás provincias están reactivadas, acá no sé qué es lo que pasa que todavía no arrancamos. Yo le pongo la mejor onda que sí, vamos a salir adelante, que vamos arrancar, pero todavía tenemos que esperar".

Cacho con sus 55 años sostiene que "los años pasan y ya pensás de otra manera. Antes uno era más efusivo, se calentaba por cualquier cosa, ahora no; ahora lo tomo con calma, si corre viento, que corra viento, si llueve que llueva y si sale el sol bienvenido sea. La gente protesta por todo y yo les digo: es Patagonia, hace frío, qué más podemos pedir. Y si corre viento, es bueno porque trasladará la semilla, después lloverá y después sale el sol y florece esa semilla; y me quedan mirando como diciendo este loco. Pero es verdad, uno va por la Ruta 3 y encontrás un árbol al costado del camino y te preguntás ¿cómo vino a parar este árbol acá? Y así, a través de que primero corrió viento y trasladó la semilla, después llovió, salió el sol y floreció", nos relata sonriente.

"Yo tomo la vida de esa manera, así".